Transitam se denomina al periodo que tienen los menores desde que comunican su género sentido hasta que ellos están realmente como se sienten. La asociación, que procede de Chrysallis Balears, incluye a familias de menores trans de Balears y representa a unas 30, de las que cuatro son de Ibiza, una de ellas es la de Carmen Alberto. Su hija, que tiene 18 años, le comunicó a los 16 que quería cambiar de género.
—¿Recuerda cuándo le comunicó su hija que quería cambiar de género? ¿Cómo reaccionó?
—Sí, por supuesto, eso no se olvida en la vida. Reaccioné con miedo, sorprendida por desconocimiento. Tu piensas que tu hijo no es una chica, sino que por desconocimiento piensas que puede ser gay, no una niña y no lo crees así, lo sitúas como travesti, piensas en la noche y te entra el pánico cuando te lo dice, lloras. Te afloran un montón de emociones, dudas, miedo a que no haya sido feliz en su infancia.
—¿Cómo ha sido para ella y para vosotros, los padres, desde que lo comunicó hace dos años?
—Para ella, perfecto. Cuando te lo cuentan viven su doble realidad, la de dentro de casa, nosotros nunca le habíamos prohibido nada, y la de la calle. Ahora puede hacer su vida. Tiene su nombre elegido por ella, vive como a ella realmente le gusta y hace la vida de una niña cis. Pero nosotros, su padre y yo, al principio lo vivimos con mucho miedo, desconocimiento. Lloras mucho, hay muchos sentimientos, tienes que despedirte de lo biológico de los sentidos. Ahora es una adolescente con sus inquietudes. Contactamos con Chrysallis Balears y su labor es inmejorable, te asesoran y te quitan ese miedo, es normal lo que sentimos, y acabamos haciendo una vida de familia normal y corriente. Lo único es que siempre hay personas que tratan de recordarte las cosas y ese problema lo tienen las personas obesas o las que son diferentes. La vida es así, vivimos pendientes de la vida ajena en vez de la nuestra.
—¿Ha cambiado su nombre en el DNI?
—Sí, ha cambiado su nombre en el DNI. Se llama Beatriz, y estamos en trámites del cambio del género en el doocumento. Lleva su tratamiento hormonal y estamos pendiente de que la pongan en la lista para el cambio de sexo. Vamos paso a paso. Hay muchos cambios de papeleo.
—¿Qué le parece el pin parental?
—Más que el pin parental, lo que creo es que el Gobierno, igual de izquierdas que de derechas, tenga una ley de educación que no se modifique cuando hay un cambio de Ejecutivo y poner unas normas, respetarlas y dejar la enseñanza en manos de los profesores. Que cada persona se dedique a lo suyo.
—De hecho, usted estuvo hace un par de semanas en un acto en el IES Isidor Macabich en el que participaba una persona trans. ¿Cree que este tipo de actividades son positivas en los centros?
—Sí, está bien que se hagan estos actos porque les aporta mucha información de primera mano que ellos, a lo mejor, han conseguido de mala manera y esta es de primera persona. Querrán el pin parental en los colegios pero nadie está con sus hijos en Internet las 24 horas al día. No es lo mismo buscar ellos la información y que se metan en páginas erróneas, que lo cuenten en primera persona. Debería haber más actividades, no sólo para los niños, sino también para el profesorado, más formación para ellos.
—¿Su hija sufrió acoso escolar en el colegio?
—Desde que dijo que ella era una chica hasta hoy, acoso ninguno, ha tenido una vida tranquila. Sin embargo, cuando era pequeñita, era chico y era amanerado y sí que le decían que era maricón. Fue un momento puntual y no tuvo ningún problema, pero desde que ha empezado el cambio nadie le ha dicho nada. Eso me ha sorprendido. Ha tenido los problemas nomales como cualquier otro adolescente, pero no por su género y su cambio. Sus amigas siempre la han apoyado.
—¿Qué objetivos persigue Transitam, la asociación que preside?
—Nuestros objetivos es que los niños trans tengan los mismos derechos que el resto. Queremos que se apliquen los protocolos en educación, sanidad o en deportes cuando un niño decide cambiar su género biológico al género sentido y empieza ese tránsito. Que se activen los protocolos. Recuerdo que cuando comunicamos a nuestra médica de familia que íbamos a empezar el camino, no estaba puesta, lo desconocía, nos lo dijo y se puso al día. Fue extraordinaria, sincera, porque esto no es una gripe, pero se activó el protocolo en el centro y todo fue muy bien. Se necesita mucha información y que los profesionales se formen bien. El otro día estuve hablando con una chica que está acabando Enfermería y me contó que en sus estudios no se menciona para nada el mundo trans, cuando ellos son los que tienen que administrar algunos de los medicamentos que le mandan por el cambio del sexo. Es muy surrealista.
—¿Dónde se está detectando que hay más carencias?
—En el deporte es donde hay más quejas. Si mi hija, por ejemplo, quisiera hacer un deporte de niñas hay sitios donde no la aceptarían porque genitalmente no es un niña. En el deporte están teniendo bastantes problemas nuestros niños. Hay colegios que están rechazando actividades que antes realizaban. Es una pena pero está pasando. Nosotros hacemos cuentacuentos para niños pequeños y nos los han rechazado. Actividades que se hacían con más frecuencia y sin problemas se van a ir reduciendo, ahora van a estar más pendientes por cuestiones políticas. Eso es así, es evidente. La gente no quiere problemas. Hay padres que no lo aceptan. Hay un índice de suicidios muy grande y eso no se comenta. Yo eso no se lo deseo nadie, a ningún niño. Hay que ser tolerantes, que todos cabemos en el mundo.