La recién creada Associació de Pagesos de Sant Josep tendrá una visible impronta femenina, ya que cuatro de sus cargos directivos estarán ocupados por payesas del municipio, para reivindicar la labor de la mujer en el campo, que hasta hace poco realizaba «a escondidas».
Esta nueva agrupación, presentada ayer en la finca de Cal Tio de Benimussa, también nace con los objetivos de «defender los derechos de los payeses y fomentar la agricultura», como explicó su presidenta, Tanit Ribas.
«La asociación ha nacido del impulso de unos cuantos de nosotros, que teníamos ganas de agruparnos para hacer más fuerza y defender los derechos de los payeses del municipio, porque Sant Josep tiene mucha extensión de territorio agrícola, que está bastante abandonado», subrayó Ribas.
La nueva asociación está formada por un «grupo bastante heterogéneo de hombres y mujeres, jóvenes y mayores, con cultivos de secano, regadío, aves de corral o ganadería», según detalló la presidenta. Una de sus pretensiones es la de ejercer de «intermediarios entre la administración y los propietarios de las fincas rústicas» para «transmitir sus inquietudes», porque «normalmente las quejas se hacen de manera individual» y así no se tiene «tanta repercusión».
Marina Cardona acudió la presentación de la asociación con su hijo. Ella es la segunda de abordo de esta unión y el hecho de «impulsar un proyecto de agricultura siendo madre, como cualquier trabajo», lo compara con «un laberinto».
De hecho, una de las demandas que hace es que desde las administraciones se «favoreciera la conciliación familiar», porque como jóvenes agricultoras reciben una subvención del Consell que les exige tener unos ingresos, pero al estar de baja por maternidad «no le pueden dedicar tantas horas» como les gustaría a la agricultura. Por este motivo tienen que hacer «muchos malabarismos e implicar a la familia».
«El hecho de que se cree esta asociación con cuatro mujeres como directivas es un poco para dar más forma al papel de la mujer, que, durante muchos años, también ha estado y trabajado en los campos en nombre del hombre», remarcó Cardona.
La vicepresidenta recordó que, en las fincas antiguas, «quien siempre estaba asegurado y llevaba todo el tejemaneje del dinero era el hombre». «La mujer criaba a los niños, limpiaba la casa y trabajaba en el campo sin seguro», agregó. Por eso reivindicó que en la actualidad sean cuatro mujeres, con hijos y familia, quienes recuperen las fincas de sus antepasados, con unas condiciones de vida mejores que las de antes, para «dar voz a todas las mujeres que han trabajado a escondidas».
Las mismas reivindicaciones
Preguntada por si comparten las mismas reivindicaciones que sus colegas peninsulares que durante las últimas semanas han organizado jornadas de protestas en diferentes puntos del Estado, Ribas indicó que «al ser una isla la situación es un poco diferente». No obstante, dejó claro que las peticiones son «más o menos las mismas», porque el campesinado está «desprestigiado por todos lados».
Por eso, entre sus metas sitúan que «el consumidor pueda entender que esto no es un trabajo de lujo, y más en Ibiza que da para vivir lo justo o incluso, en muchos casos, para pagar los gastos, porque no se puede competir con grandes superficies ni con el dinero que se paga en países en los que los trabajadores no tienen derechos». Eso sí, de momento, no se plantean movilizaciones como sus colegas peninsulares.
«No se puede vivir de esto»
Una de las reclamaciones que confluye con las de ámbito estatal es la de revertir la precariedad que viven los agricultores y los escasos ingresos que reciben por su trabajo. Las cuatro dirigentes de esta organización confirmaron las dificultades que se encuentran a la hora de obtener una cierta rentabilidad por sus cosechas.
«Es un trabajo que tiene más recompensa emocional que económica. No se puede vivir exclusivamente de la agricultura. Tienes que tener otro trabajo, yo por lo menos», criticaba Rosalina Marí, secretaria de la Associació de Pagesos de Sant Josep.
Cardona comparte la visión de Marí y subrayó que ella es agricultora «porque lo puede ser, porque si tuviese una hipoteca no la podría afrontar». «Yo tengo la suerte de que, a nivel familiar, mis padres han hecho mucho trabajo y han colocado a sus hijos. En mi caso, mi pareja trabaja y tiene un sueldo normal, pero si tuviese que mantenerme sería muy difícil y tendría que renunciar a muchas cosas», apuntó.