Las calles y principales vías de comunicación de los municipios y parroquias de la Pitiusa mayor amanecieron con un aspecto desierto tras la medida del Gobierno Central de restringir los movimientos y circulación de personas ante la propagación de la COVID-19.
Bares, restaurantes, lugares de culto, espacios de ocio y otros puntos donde se suelen reunir los ibicencos quedaron totalmente deshabitados, en una mañana dominical en la que lucía el sol y hacía una temperatura apetecible para disfrutar del aire libre. Algo que no se debía hacer para colaborar en la contención de la pandemia
No es la soledad, es la seguridad que inunda las calles.