«Es Canar es ahora una zona fantasma». Así define la situación actual María, una vecina de uno de los lugares más turísticos de Santa Eulària. Desde que se decretó el estado de alarma la semana pasada y el Consejo de Ministros aprobó la suspensión de los viajes del Imserso durante un mes, es Canar se vio abocado a cerrar, como en el resto de España, todos sus establecimientos.
Con el cierre de locales, las reservas de los hoteles anuladas y los aviones en tierra, esta zona, que basa prácticamente toda su economía en el turismo y, sobre todo en esta época con los viajes de los jubilados, ha quedado totalmente desolada.
Los empresarios de la zona coinciden en que «será complicado» sobrellevar los negocios durante este tiempo ante la paralización de la temporada. Muchos de ellos ya se encontraban inmersos en las labores de restauración para acondicionar los establecimientos ante la inminente llegada de los pensionistas. Es el caso de Mariano, dueño del bar Apache. «Llevábamos semanas arreglando nuestro local; nosotros abrimos todo el año, pero nuestra temporada se iniciaba ahora con los pensionistas. Con la anulación de los viajes y el cierre de los locales, se nos avecinan tiempos muy complicados. No solo damos por perdida la Semana Santa, también el resto del año».
Además, los empleados también viven con la incertidumbre de si trabajarán o no esta temporada. Carla trabaja en una tienda de souvenirs en pleno centro de es Canar. Antes de que se decretara el estado de alarma, su tienda llevaba abierta solo dos semanas. Ahora se encuentra cerrada. «Hace unas semanas empezábamos a ver más gente debido a los viajes del Imserso, pero como los han cancelado todos y no podemos abrir la tienda ni salir de casa, pues no tenemos trabajo. Es nuestra ruina, vivo de esto y espero que nos puedan ayudar. De momento sigo contratada, pero no sé que va a pasar. Va a ser muy duro levantar cabeza».
Los hoteles de la zona están todos cerrados. Esta imagen contrasta bastante con la de la temporada pasada. María Angeles lleva viviendo más de 20 años en Es Canar, y es la primera vez que la ve tan vacía. «Aquí no vive mucha gente durante todo el año. Todo se basa en las visitas de los pensionistas y los turistas. Ahora entre que no se puede salir a la calle y los jubilados no van a venir, no se ve ni un alma en la calle. Es una desgracia para nosotros».
Pese a ello, parece que algunos no han perdido la esperanza y no se resignan a darlo todo por perdido. Unos trabajadores del local Brisamar se encontraban ayer reparando y pintando parte del mobiliario. «Somos conscientes de que todo pinta a que no vamos a abrir en una larga temporada, pero quizá ocurra un milagro», concluyen.