Pese a haber finalizado el estado de alarma, los controles en el acceso de Benirràs siguen activos los domingos de 16.00 a 20.00 horas para evitar las típicas aglomeraciones en la playa por la fiesta de los tambores.
Que el último domingo de junio a las 20.00 horas la playa de Benirràs esté ocupada por menos de un centenar de personas y que menos de una decena de embarcaciones dejen espacio al horizonte para poder disfrutar de su puesta de sol solo se explica desde el contexto de esta extraña temporada. Pero hay que recordar que el último domingo del pasado mes de mayo, cuando el contexto era todavía más complicado, en plena fase 2, la fiesta de los tambores reunió a una gran cantidad de personas que bailaban sin guardar la distancia de seguridad, sin mascarillas, sin conciencia de la situación. Informativos de todo el mundo se hicieron eco de esta sonrojante imprudencia colectiva en Ibiza.
El Ayuntamiento de Sant Joan tomó cartas en el asunto y su alcalde, Antoni Marí Carraca, decretó la limitación del acceso a Benirrás durante las tardes de los domingos, que se prolongarían durante el estado de alarma. Pero la situación no está para relajarse y este domingo el acceso a la playa seguía parapetado con hasta tres controles. En el primero, a unos 500 metros del cruce, una decena de agentes del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) de la Guardia Civil cortaban la carretera a las 16.00 horas, y sólo una acreditación que demuestrara trabajo o residencia en la zona servirían para seguir el camino a la playa hasta bien pasada la puesta de sol, a las 22.00 horas. Hasta poder llegar a la playa habrá que pasar dos controles más.
En la playa solo un restaurante abierto y a medio gas. Willy, un uruguayo que lleva seis años viviendo en Ibiza y gran aficionado a la playa de Benirràs (asegura que va todos los días desde que llegó) y a su fiesta de los tambores, en la que suele participar, carga contra el Ayuntamiento y «el sistema». Asegura que «el sistema les tiene con las manos atadas como si fueran unos esclavos». Emae, británico y visitante veterano de ibiza, también echa de menos la fiesta de los tambores, aunque comprende las circunstancias y agradece sorprendido la calma que se ha encontrado la playa ya que esperaba encontrarse mucha más gente y mucho más ruido. Por su parte a Conchi, que lleva casi cinco décadas en Ibiza, este Benirràs le recuerda al de los años 70 y no echa para nada de menos la fiesta de los tambores que asegura se ha convertido en un circo. Su amiga Vanesa lleva cuatro años en Ibiza, y aunque le molesta el ruido de los tambores y agradece la calma, considera que son característicos de esta playa y se siente extraña sin ellos. Coinciden en que el descontrol que había en el acceso era demasiado peligroso, como quedó constatado en el incendio de agosto de 2010, en el que hubo que evacuar a los bañistas en embarcaciones privadas desde la playa.
Así, solo con el sonido de las olas y el del chapoteo de los niños en el agua, el sol volvió a ponerse este pasado domingo en Benirràs con tanta belleza e indiferencia como siempre. Ajeno a que este hecho hoy pueda ser noticia.