El pueblo de Sant Joan está más lejos de lo que parece de Cala Sant Vicent. Según Google Maps hay 8,8 kilómetros de distancia por una carretera con preciosas vistas y peligrosas curvas que hacen aún más largo el camino. Y eso se notó ayer en la manera con que afrontan las noticias de contagios por coronavirus los habitantes de uno y otro lugar, por mucho que ambos sean del mismo municipio.
Según publicó el jueves Periódico de Ibiza y Formentera algunos casos son cinco miembros de una familia extranjera y la mujer que cuida a los hijos que, según pudo saber ayer este periódico, podrían estar viviendo en una vivienda de venda de s'almànguena, una zona situada en el extremo suboccidental del pueblo de Sant Vicent.
Sin embargo, prácticamente nadie en Sant Joan ni en Sa Cala sabe quienes son aunque rápidamente algunos empresarios de esta zona comentaron que «el jueves se produjo algún contagio más y que los posibles afectados están confinados en los apartamentos de la zona conocida como Allá Dins». Algo que antes del cierre de esta edición no ha podido ser confirmado.
Por ello, hay cierto miedo y angustia en Sa Cala. Primero porque en caso de que haya un rebrote, «cerrar de nuevo los establecimientos sería la ruina total», y segundo porque «si se cita al establecimiento, hotel o restaurante puede ser una mancha muy importante que durará años entre los residentes de la zona».
También hay preocupación «porque hoy abrirá un hotel y los trabajadores llegan casi todos desde el sur de la Península sin controles en sus lugares de origen ni el aeropuerto de Ibiza». Ayer, algunos comerciantes confirmaron «que se les habían hecho pruebas de análisis de sangre y que rezaban para que ninguno de ellos diera positivo porque Sa Cala es muy pequeño y pueden haber estado en contacto con cualquiera»
Indignación es otra palabra muy repetida en este precioso enclave del norte de la isla. No hay muchos turistas aún en la zona pero algunos comerciantes viven una lucha constante con muchos que entran sin mascarillas y sin respecto por las medidas de higiene para luchar contra el coronavirus. «Estoy entre enfadada y asustada porque es una pelea diaria con mucha gente que entra sin mascarilla y se enfada cuando les decimos que es necesaria dentro de la tienda o cuando les pedimos que por favor se den gel antes de entrar si vienen de la playa», aseguró María con mucha razón. «Aquí parece que nadie se da cuenta de que este es un tema muy serio que ha matado mucha gente y que por más que no lo veamos sigue muy presente entre nosotros».
Sant Joan, otras prioridades
Sin embargo, a algo más de ocho kilómetros hay más tranquilidad, En Sant Joan son conscientes del problema pero en estos momentos están a cosas más importantes para ellos como el poder sobrevivir en un pueblo casi desierto y sin el comodín que suponía para su economía los mercadillos de los domingos. «No tenemos miedo porque intento no informarme por los canales habituales y porque ahora nuestro principal problema es como llegar a fin de mes sin turistas ni residentes», explicaba ayer Radha, quien con su hermano Ramesh regenta Sabores Naturales.
Lo mismo le sucede a Carmen de la tienda de ropa y complementos Poco a Poco, en la que en toda la mañana apenas entró a una persona, o a Ángeles, propietaria de la papelería, librería y tienda de regalos Labritja. «Miedo siempre hay porque yo trabajo cara al público y porque si algunos turistas entran sin mascarilla y lo toquetean todo, pero ahora lo más importante es que todo poco a poco vuelva a su normalidad y empecemos a generar algo de ventas». Poco a poco. Ayer, por lo menos, Ángeles vendió una maceta muy chula con flores de plástico y dos termos pequeños para llevar el café. Menos es nada.
EL APUNTE
Descubriendo la Venda de s'Almànguena
Según pudo saberPeriódico de Ibiza y Formentera la familia contagiada podía estar viviendo en Venda de s'almànguena. Una zona preciosa, cercana a Sant Vicent de Cala, de difícil acceso y a la que posiblemente jamás habríamos ido si no es por esta noticia.