El coronavirus está dejando escenas insólitas en Ibiza durante estos meses de verano. Las medidas sanitarias para evitar su propagación y las restricciones en playas, comercios, restaurantes y sobre todo en la oferta de ocio nocturno ha provocado que haya descendido considerablemente el número de los que nos visitan y que, como efecto colateral, haya muchos menos yates fondeados en el Puerto de Ibiza. Tanto que, como aseguró ayer Pep, un vecino de 68 años que vive desde que nació en una vivienda de la calle Cipriano Garijo de la Marina, «por fin estos megayates dejan ver los edificios blancos de la Marina en todo su esplendor».
Él asegura que ya no casi no recordaba lo que era esto porque desde hace al menos una década «los ricos, súper ricos o mega ricos competían por atracar su yate junto al Monumento a los Corsarios en lo que parecía ser una competición a ver quien lo tenía más grande». Y no le faltaba razón, estos barcos de grandes esloras se habían convertido en un atractivo turístico más para muchos visitantes que según paseaban por el puerto no paraban de hacerse fotos junto a diseños futuristas y varios pisos de altura para luego subirlas a las redes sociales. Y con ello, muchos comerciantes y restauradores se frotaban las manos al verse beneficiados con tanta afluencia de público.
Sin embargo, ayer 25 de julio de 2020 la escena era completamente distinta. «No hay comparación entre lo que había el año pasado, sobre todo por las noches, con grandes coches y motocicletas y decenas de miembros de seguridad y chicas subiendo y bajando de yates que parecían ciudades, con lo que hay ahora, que es nada o casi nada», explicó a Periódico de Ibiza y Formentera un trabajador de uno de los bares del barrio de la Marina.
Cinco yates anclados
En total, a eso de las 12.00 horas se podían contabilizar cinco anclados en la zona. Tres de ellos estaban atracados juntos, al principio del puerto y enfrente del conocido Bar Can Pou.
El primero era el yate de vela Aragon, con bandera de Malta, más de 28 metros de eslora, construido en 2013 en gris metalizado por Southern Wind y Nauta Yachts y con capacidad para ocho pasajeros en tres habitaciones, incluida una suite principal, y todas las comodidades en ocio y entretenimiento.
El segundo era el yate de lujo con bandera andorrana SharPei. Construido en fibra de vidrio y con un diseño futurista en 2016, tiene su puerto base en el Port Olimpic de Barcelona y en sus 28 metros de eslora y 5,90 de manga puede albergar a doce pasajeros en sus cuatro camarotes, cada uno con su baño.
Este particular trío lo completaba el Takara. Con bandera española y 38 metros de eslora este yate construido en 2016 era el más grande y con mayor capacidad de los tres. Según la web www.charterworld.com puede alojar hasta 12 huéspedes en cinco camarotes, el principal de ellos en cubierta exterior y el resto en la inferior. Cuenta además con decoración interior «minimalista de estilo zen», salón superior con barra, tres cubiertas exteriores, comedor abierto y comedor formal, balcón desplegable, jazuzzi, equipo de gimnasio, todo tipo de juguetes acuáticos, wifi y estabilizadores.
Unos metros más allá, justo enfrente del emblemático edificio de Casino Ibiza estaba anclado el Shane, construido en 2005 por Mangusta y reacondicionado diez años después, bandera portuguesa y sede en Madeira. Tiene 40 metros de eslora y 7,9 de manga, capacidad para 10 invitados en sus cinco camarotes de lujo, uno de ellos el principal con cama doble y baño con ducha y lavabo, y una tripulación de seis personas. Precisamente, el Shane abandonó el Puerto de Ibiza en torno a las 13.00 horas una vez que sus invitados subieron a bordo junto a todo tipo de lujos y un voluminoso equipo de música y sonido.
Y ya el último, casi al final del puerto y muy cerca del Casal de Joves, lucía orgulloso el yate Samurai. Era el más espectacular y el más grande con algo más de 60 metros de eslora y según las webs especializadas se alquila desde 410.000 euros la semana. Construido en 2016 por Alia Yachts, con exterior diseñado en caso de acero y estructura de aluminio por Omega Architects e interior por Redman Whiteley Dixon, tiene una capacidad para 12 invitados en una suite principal, un camarote vip, tres dobles y uno convertible, y 15 tripulantes.
Según www.yachtcharterfleet.com entre sus servicios se incluyen un bar al aire libre, jacuzzi y un amplio espacio para relajarse y tomar el sol, impresionantes instalaciones de ocio y entretenimiento y «estabilizadores de anclaje que funcionan a velocidad cero, lo que aumenta la comodidad a bordo en el ancla y en aguas turbulentas».
Muy diferente a 2019
El Samurai está considerado como uno de los yates más lujosos del mundo pero lejos de otros barcos que se han podido ver otros años en Ibiza y Formentera. «Estos son bonitos, pero aún recuerdo uno que estuvo anclado en julio del año pasado, se llamaba Palladium, tenía casi 100 metros de eslora. y según se comentaba por el puerto era propiedad del multimillonario ruso, dueño de los Nets de la NBA, Mikhail Prokhorov, y tenía un valor de más de 200 millones de euros», aseguró Joan, un trabajador de la zona.
El Palladium no fue el único espectácular que se pudo ver el año pasado. De hecho, Joan recordaba con memoria casi fotográfica «uno con nombre muy español, el Bravo Eugenia». En este caso se trata del «juguete» de Jerry Jones, el dueño del equipo de fútbol americano Dallas Cowboys, quien lo compró por 250 millones de euros en enero de 2019. «Este también era impresionante y gigante, tendría más de 100 metros de eslora y causó sensación en el puerto porque entre otras cosas tenía espacio para dos helipuertos, un garaje para lanchas, un gimnasio, un spa completo y hasta su propio beach club en el que se hacían unas grandes fiestas», confirma Joan.
Otros dos muy fotografiados el año pasado por los turistas fue el Lady Moura, un yate de 105 metros de eslora propiedad del médico y empresario saudí Nasser Al-Rashid cuya fortuna se estima en 20.000 millones de euros. Entre sus lujos se encuentran un helipuerto, un spa, un casino, una sala de fiesta, un quirófano completamente equipado y un escudo distintivo hecho en oro de 24 quilates.
Pero de entre todos ellos Joan tiene especial cariño al Main. «Es del diseñador Giorgio Armani y viene todos los años a Ibiza y atraca en el Puerto, pero más que por su espectacularidad, tanto en el interior como en el exterior, me quedo con él porque Armani siempre ha sido muy simpático y amable con toda la gente de Ibiza y Formentera e, incluso, si se encuentra a bordo, no tiene problema en saludar a los turistas y a los curiosos».