Ayer, y como cada 5 de agosto, pasadas las 19.00 horas, dio comienzo la misa solemne en la Catedral de Dalt Vila en honor a Santa María, patrona de Ibiza.
La homilía tuvo su preámbulo en la peregrinación de los feligreses a Dalt Vila, ya fuera a pie por las calles empedradas o por el Soto Fosc. Lo que tuvieron en común ambos caminos fue el intenso calor, que convirtió la subida a la Catedral en una completa odisea.
Aun así, y a pesar de la restricción de aforo decretada en previsión de posibles aglomeraciones, la Catedral se llenó un año más para uno de los oficios más importantes del año.
Al abrigo del sol
Una vez en la plaza de la Catedral, y antes de la entrada a la iglesia, se podían ver los gigantescos y ornamentados ramos de flores que acompañaban a los asistentes y que, posteriormente, formarían parte de la emotiva ofrenda floral.
Los políticos de la isla tampoco quisieron perderse el evento. En representación del equipo de gobierno municipal de Vila acudió Rosa Rubio, concejala de Seguridad Ciudadana, ante la ya habitual y totalmente esperada ausencia del alcalde de la localidad, Rafa Ruiz. Por otra parte, los primeros ediles de Santa Eulària, Sant Josep y Sant Antoni también quisieron estar presentes (Carraca no asistió), entre otras autoridades y cargos, como el jefe de la
Guardia Civil, Enrique Gómez Bastida, y el comisario de la Policía Nacional, Manuel Hernández.
Sin ninguna duda, la protagonista entre los corrillos que se formaron a la entrada de la Catedral fue la mascarilla. «No nos hace falta ni ponernos pinta labios», bromeaba Rubio antes de entrar.
Progresivamente, y bajo un estricto protocolo de disposición de los asistentes en los bancos, todos fueron tomando asiento. Fue entonces cuando el coro Ciutat d'Eivissa comenzó su primer canto, acompañando de cientos de abanicos que parecían moverse al compás de las voces.
Nuevas caras
El administrador diocesano, Vicente Ribas, fue el encargado de presentar la misa y pedir que «Ibiza tenga un pastor lo antes posible», puesto que, desde la marcha del anterior obispo, Vicent Juan Segura, el cargo está vacante. Sin embargo, fue el obispo de Mallorca, el menorquín Sebastià Taltavull que fue invitado especialmente para la ocasión, el encargado de oficiar la misa.
A medida que se iba desarrollando el oficio, la Catedral se llenaba más y más, hasta el punto de que muchos fieles no pudieron entrar a la misa, dado que no había espacio ni en los bancos ni en la parte trasera de pie, acorde con la reducción de aforo.
En su homilía, el obispo de Mallorca se refirió a la fiesta de Santa María como «un día grande para cristianos e ibicencos» y destacó que es una fecha «para celebrar, a pesar de los tiempos difíciles».
Una vez acabada la ceremonia, en orden y respetando la distancia, se desarrolló la esperada ofrenda floral y el interior del espacio se inundó de un dulcísimo olor a flores frescas que incluso traspasaba la mascarilla.
La misa fue retransmitida en directo por la TEF y su emisión se repetirá hoy a las 12.00 horas.