El día grande de Sant Llorenç se celebró ayer, en la iglesia del pueblo, de una manera muy distinta a otros años. Sólo acudieron a la misa, el único acto organizado, una veintena de vecinos y las pertinentes autoridades políticas.
Entre ellos, asistieron el alcalde de Sant Joan, Antoni Marí ‘Carraca', el teniente de alcalde de Sant Joan, Santi Marí, el presidente del Consell de Ibiza, Vicent Marí, y el presidente insular del PP, José Vicente Marí Bosó.
La misa empezó a las 12 horas de la mano del administrador diocesano, Vicente Ribas, acompañada de un coro, junto a un piano y un violín.
De cara a las medidas de seguridad aplicadas, en la entrada de la iglesia se disponía de gel hidroalcohólico y mascarillas. En el interior, los bancos estaban señalizados con flechas para que solamente se sentaran dos o tres personas en cada uno y contaban con ventiladores.
El alcalde de Sant Joan explicó que «este año todas las fiestas se reducen a una serie de actos muy limitados».
«Desear un muy buen día de Sant Llorenç y, por supuesto, desear también que el año que viene podamos volver a lo que estamos acostumbrados, a la fiesta, al ball pagés, a los carros, a las verbenas...», recalcó Carraca, quien también expuso que «nos estamos acostumbrando a esta nueva ‘anormalidad', porque de normalidad no tiene nada, yo creo que la gente lo sufre por el día de la fiesta del pueblo por no seguir las tradiciones».
«Siempre estábamos acostumbrados a mantener todas las costumbres y uno lo echa de menos, pero, tendremos que cumplir las normas, cuidarnos y esperemos que el año que viene sea de otra manera», declaró María, una vecina del pueblo que asiste a estas fiestas desde hace 33 años.
«La vivimos más la gente del pueblo, antes venía mucho turismo al que le gustaba venir a ver el baile», siguió explicando esta vecina, quien añadió que «me gusta compartirlo, creo que lo bonito es poderlo compartirlo con todos y poder hacer la fiesta todos juntos, tanto la gente del pueblo como la de fuera, como todos los turistas que quieran venir a este pueblo».
Otra vecina del pueblo, también llamada María, que asiste a estas fiestas desde hace 66 años, indicó que «estamos viviendo estas fiestas un poco tristes, pero hay que tomarse las cosas así como vienen. Dicen una misa porque es el pueblo, pero, que fiesta ninguna. Esperamos que el año que viene, si Dios quiere, sea más alegre».
Esta vecina explicó que antes sólo se celebraba la misa, hacían una procesión y ball pagés.
«Debemos pensar en todo lo que ha pasado y no sabemos lo que pasará», concluyó María.