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Visita de los Reyes a Ibiza

‘Botja’: «Nada malo puede derivarse de la visita real y sí mucho bueno»

El historiador y expolítico valora el encuentro con Felipe VI y recuerda cómo fue en el 94 con Juan Carlos I

Joan Marí Tur ‘Botja’ posa en su despacho con su libro ‘Memoria escrita’ y la foto que tiene firmada con Juan Carlos I. | Toni Planells

| Eivissa |

Pocas personas conocen la historia de Ibiza tan bien como Joan Marí Tur Botja. El expolítico e historiador ibicenco, pieza fundamental en la visita de don Juan Carlos I en 1994, se mostró encantado por esta nueva visita real, dejando unas líneas a vuela pluma para resumir lo que para él significa la presencia de Felipe VI en Ibiza: «El nombre de Ibiza está hoy y mañana –ayer y hoy para el lector– en todos los medios de comunicación locales y nacionales.

Nuestra isla ya es conocida internacionalmente, pero, vistas las circunstancias, la visita real significará un nuevo empujón. Tuve la oportunidad de saludar y hablar con su majestad Felipe VI cuando era Príncipe de Asturias en ocasión de sus visitas al Parlamento balear y a nuestra isla.

En ambas ocasiones, hablamos brevemente sobre Ibiza y Formentera, de su historia y su problemática. Hoy ya vivo retirado y no podré plantearle ningún tema, pero estoy seguro de que nuestras autoridades le darán una visión objetiva de nuestra isla. El Rey Felipe VI acrecienta, a mi parecer, cada día más su personalidad, y, pese a los problemas de toda índole que debe afrontar, la seguridad que irradia confirma que progresa, cada día más, nuestra confianza en él».

Botja no esquivó las preguntas y señaló que aunque hay otras inquietudes mayores, esta visita puede ayudar. «Desgraciadamente, no está en las manos del Rey poder solventar la mayor preocupación sanitaria que tenemos hoy en día los ibicencos y los españoles, que es la COVID-19. Aparte de esta gravísima problemática, sí nos puede ayudar un poco a tener un turismo de más calidad que el que hemos tenido hasta ahora y convencer a nuestra sociedad de ser más respetuoso con el medioambiente, y ser más exigentes con nuestros visitantes. Con eso, yo ya me daría por satisfecho».

En esa misma línea, aseguró que la visita «no evitará los contagios, aunque el Rey puede influir en que la gente sea más precavida y guardemos todos las indicaciones que emanan de las autoridades. En definitiva, nada malo puede derivarse de su visita y mucho bueno».

Botja también valoró el recorrido preparado para los Reyes: «En estas visitas todo está muy comprimido. Supongo que tanto al Rey como a nuestras autoridades les hubiese gustado poder ir a más sitios. Me parece muy bien la idea del Museo de Puig des Molins y me parece perfecto que vaya a Sant Antoni y que ayude a mejorar nuestra cultura y nuestra imagen que entre todos debemos de esforzarnos para que sea así».

Además, se atrevió a dar un apunte que ya fue su deseo en 1994: «Yo hubiera sugerido que, en estas circunstancias, hubieran subido hasta el Parador de Ibiza. Lo que pasa que hay medidas de seguridad que impiden a veces cumplir con la voluntad de la gente. Cuando vino el Rey Juan Carlos lo propuse. Llegó hasta el Ayuntamiento, pero yo quería que subiese hasta la Catedral y el castillo. El entonces jefe de protocolo de la Casa Real descartó esta idea por motivos de seguridad».

Recuerdos
El historiador también tuvo tiempo para recordar cómo fue aquella visita del rey emérito en el 94 y el papel que desempeñó él como organizador de la misma. Confesó que había sido el encargado de escribir las palabras que pronunció el rey por aquel entonces. «Un discurso muy alabado por los periodistas pensando que lo había escrito el propio Rey. Si alguno hubiese sabido que había sido yo, no sé si hubieran sido tanto», bromeó.

Botja buscó en su memoria y relató: «Fue una visita que tiene un montón de anécdotas y que levantó mucha expectación, solo había que ver cómo estaban los balcones de Vara de Rey». Para él, dentro de la organización de aquella visita uno de los principales quebraderos de cabeza fue la comida: «Le mandé a la Casa Real tres menús diferentes, empezando por el más caro que era a base de langosta, y al final, por indicación de la Reina Sofía, me pidieron que hiciéramos un menú de una familia ibicenca un domingo cualquiera. Al final, fue una modesta tortilla de espárragos trigueros, que los había en aquellos días, unos modestos salmonetes de Ibiza, y un trozo de flaó. La Casa Real quiso que todo fuera sencillo».

«Otra pequeña anécdota es que a la Reina Sofía, a la que tengo mucho aprecio, se le rompió la media y su ayudante vino a mi mujer a preguntarle si llevaba alguna de recambio en el bolso. Son pequeñas anécdotas de una visita que yo guardo en mi memoria con mucho cariño. Al cabo de unos días, recibí una foto dedicada de Juan Carlos I que tengo el salón de mi casa y que cambiaré por la foto de Felipe VI, si me la manda, que se la pienso pedir», concluyó.

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