La lucha contra la pandemia de coronavirus conlleva restricciones necesarias que suponen la pérdida de muchos trabajos en forma de ERTE, una medida cuya efectividad está provocando numerosas quejas en Ibiza por falta de cobro de, incluso meses, por parte de sus usuarios.
El pasado 29 de diciembre el SEPE anunció seis días de tareas de mantenimiento en su página web, lo que afectó a los servicios online. Un escollo más para las personas que, en esta época de pandemia y crisis, dependen de la buena gestión del Servicio Público de Empleo. Los retrasos en los pagos de los ERTE tienen efectos dramáticos en quienes los esperan llenar la nevera, por ejemplo. Así, no es difícil encontrar en las colas del hambre de las ONG a personas que, de haber cobrado lo que le corresponde a tiempo, no se hubieran visto obligadas a pedir estas ayudas. Éste es el caso de Marcelo, quien lleva dos meses sin cobrar y que suele estar en la cola para recibir comida de la Cruz Roja.
De las colas del hambre a las colas del SEPE
En pleno invierno pandémico las quejas de quienes esperan su turno no están relacionadas con el frío que hay que aguantar hasta que llegue el turno. Tampoco el no funcionamiento de la escalera mecánica del CETIS que lleva a la entrada del SOIB. Las quejas son por el funcionamiento del Servicio Público de Empleo Estatal. Helen lleva dos meses sin cobrar. En noviembre cobró lo que no había cobrado en octubre y todavía tiene pendiente de cobro los meses de diciembre y enero. El pago del alquiler, la luz, el agua, el teléfono, la manutención de sus tres hijos, de tres meses y seis y tres años, se le hacen complicados aún con la ayuda de su pareja, que tiene la suerte de seguir trabajando. Un sueldo modesto para mantener a una familia de cinco personas no ha de ser fácil, por lo que los retrasos en los pagos suponen un grave inconveniente en la vida de la familia de esta empleada de un hotel. No solo los retrasos en los pagos: Helen también se queja de la dificultad a la hora de poder conseguir cita. Ella consiguió cita para el día 8 de enero el pasado 25 de diciembre con ayuda de su sobrina tras insistir e insistir en la web.
Manuel es contundente a la hora de definir la dificultad de conseguir cita: «Es más fácil que te toque la Primitiva». Este empleado de un hotel en ERTE tuvo la ayuda de su director y de la gestoría: «En casa te aburres con el ordenador y con el teléfono por mucho que insistas: nada… ¡es una odisea!». Le dieron cita para 15 días más tarde.
Manuel cobró por última vez en septiembre: «Ni octubre, ni noviembre, ni diciembre…», hace sus cuentas sin caer en la cuenta de que estamos en enero y tampoco lo ha cobrado. Él es el único empleado fijo en el hotel de es Canar donde trabaja y piensa que ésa es la razón por la que sus compañeros, fijos discontinuos, sí estén cobrando y él no. Espera pacientemente su turno para que le den alguna explicación al respecto.
Gian precede a Manuel en la fila. Este joven italiano es coctelero y lleva en ERTE desde mediados de agosto. Todavía no ha cobrado. Nada. «Imagínate, sin nada en Navidades, sin poder pagar el alquiler, la letra del coche me la ha pagado mi madre este mes desde Italia... nunca imaginé verme en esta situación», lamenta Gian, quien agradece la ayuda que está teniendo por parte de la gente que le rodea: «Como gracias a la ayuda de mi compañero de piso». Es la cuarta vez que consigue cita, su jefe le ayuda a conseguirla, y lo único que consigue es «que me pongan un sello» y enseña el documento lleno de distintas estampas. «Hoy [por el viernes] me dirán lo mismo», pronostica el joven, que con la experiencia adquirida ya es capaz de describir cómo se va a desarrollar la cita: «Me dirán que no depende de ellos, mandarán los papeles a Mallorca y me mandarán a casa». Gian vive en Santa Eulària y el simple hecho de poner gasolina para desplazarse a la cita ya le supone un gasto considerable en las condiciones en las que se encuentra.