Lleva en la isla de Ibiza cuatro años, todos ellos trabajando en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de Can Misses y jamás, desde que comenzara a trabajar como enfermero en 2013, se había podido imaginar que iba a vivir lo que le ha tocado vivir.
José Castañeda, este joven de 32 años (recién cumplidos hoy mismo) de Ciudad Real, sólo ha podido librar tres días en todo el mes de enero debido a la carga de trabajo que está sufriendo su servicio. «Sabes que vas a trabajar y a no parar. Ahora estamos teniendo una media de uno o dos ingresos al día con todo lo que eso conlleva, pero la semana pasada mismo se producían cuatro o cinco ingresos diarios y eso era algo durísimo».
Un trabajo diario que conlleva, entre otras cosas, «traslados, movimientos de pacientes, intubaciones, ingresos, pronar y supinar, técnicas a contrarreloj, cuidar...»
Esta carga de trabajo conlleva, a su vez, unas jornadas laborales que han llegado a alcanzar las 19 horas «y lo único que te pide el cuerpo y la mente es descansar. Necesitamos salvar vidas, pero también descansar y esto parece no parar».
En este sentido, pese a tener que lidiar con las lágrimas de unos compañeros totalmente derrengados, este enfermero manchego ha destacado el compañerismo que se ha podido ver entre las paredes de Can Misses. «Esto ha sido algo muy positivo, ver cómo unos profesionales agotados trataban de aliviar la carga de trabajo de otros profesionales agotados».
A esto hay que sumarle la llegada de refuerzos procedentes de Mallorca que, «aunque lo agradecemos sobremanera, creemos que la gerencia podría haber sido más equitativa en cuanto a las condiciones laborales y haber mirado por la gente de aquí». Y es que los refuerzos, indica José, vienen con unos sueldos de 400 euros la jornada «y aunque es algo que da mucha rabia, no vale la pena enfadarse porque lo que hay que hacer ahora es trabajar y luchar para salvar vidas».
La situación actual es tal que, visto a la distancia, «marzo fue un ensayo para nosotros. Salimos de ahí y los meses siguientes, con su altibajos, pensamos que habíamos salido victoriosos de esta guerra».
Pero nada más lejos de la realidad. «Muchos pensábamos que en navidades, si nos daba por juntarnos, en enero iba a pasar algo muy gordo. Y no nos equivocamos», reconoce con pesar José Castañeda. «Pero jamás pensé que iba a ser tanto. Enero ha sido un mes fatídico porque ahora tenemos un hospital que, prácticamente en su totalidad, está destinado a enfermos COVID y hemos pasado de una a tres UCIs».
La situación vivida en Ibiza «ha superado todas las expectativas. Está siendo algo dramático».
José Castañeda considera que hay que seguir insistiendo en el mensaje de que esto es algo muy serio y que cualquier persona se puede ver afectada. «Hay gente con 25 años en la UCI; esto le puede llegar a cualquiera. Puedes ser muy estricto en las medidas que tomas para evitar el contagio pero un simple descuido puede dar al traste con todo».
Ante esto, a su entender, la única medida que cabe es el confinamiento: «Debería haber un confinamiento durante un tiempo para que esta situación se resolviese de un poco y, si no lo hay, por lo menos deberíamos autoconfinarnos». «Sabemos lo que hay», insiste el enfermero, «y hay que actuar en consecuencia ante esta situación».