Alberto Sanagustín es un médico de familia del centro de salud de es Viver que tiene un canal de Youtube con más de 400.000 suscriptores en el que divulga vídeos de contenido didáctico sobre medicina.
En su último vídeo, que colgó este miércoles pasado, relata cómo ha afrontado el coronavirus en su propia piel. Ha estado, in-cluso, con un pie en la UCI, pero finalmente respondió bien al tra-tamiento y a la administración de oxígeno. «Soy el doctor Alberto Sanagustín, estoy ingresado en el área covid del hospital Can Misses de Ibiza y es 5 de febrero de 2021. Llevo dos semanas ingresado por una neumonía bilateral grave por el covid, parece que de la variante británica. Llevo oxígeno y después de dos semanas estoy mejor y puedo hablar más rato», así empieza Sanagustín su video, en el que se le ve en la cama de Can Misses, algo fatigado al hablar y con el oxígeno conectado a la nariz.
Este médico de familia de es Viver explica que recibió la primera dosis de la vacuna de Pfizer el 13 de enero y que «seguramente ese día me infecté; fue un miércoles que fue bastante duro, acabé creo que a las 18.00 horas de trabajar porque tuve muchas visitas presenciales. A pesar de las medidas de seguridad como la mascarilla FPP2, la ventana abierta, el gel desinfectante...la gente va con las masca-rilla mal puesta a veces y es difícil el control. Al día siguiente también tuve consultas presenciales y el viernes por la noche, cuando volvía de pasear, ya me empecé a encontrar mal. Vi que tenía febrícula y al día siguiente, sábado, empecé con tos, diarrera y malestar general. Fui al centro de salud de Vila, me hicieron el test de antígenos y claramente di positivo. En principio parecía un covid leve y me mandaron paracetamol y aislamiento en casa».
La neumonía
Sin embargo, lo que inicialmente parecía un covid leve se transformó en una tos cada vez más fuerte e inhabilitante que «me molestaba para comer y dormir». Su mujer tuvo que llamar a la ambulancia a las 04.00 horas para que lo llevaran a Can Misses «porque no podía respirar. Me hicieron una placa de tórax y tenía neumonía bilateral; la analítica salió con los reactantes de fase aguda muy elevados, como la proteína c reactiva por encima de 20 o las transaminasas alrededor de 100».
Ingresado en Can Misses estaba «claramente en la fase inflamatoria de la enfermedad» y le administraron dexametasona intravenosa durante 10 días, codeína cada ocho horas por la tos e inhaladores (salbutamol y bromuro ipratropio cada ocho horas). En este punto, lanza una advertencia clara: «En cuanto a los inhaladores, hay que tener en cuenta que no soy asmático y no soy fumador; que tomen nota los que no quieren llevar mascarilla y son asmáticos porque yo en mi vida he tenido que usar esos inhaladores». También le administraron diferentes tipos de antibiótico para evitar «sobreinfecciones bacterianas y que acabes en la UCI no sólo por covid sino porque cojas más infecciones y se complique».
A pesar de este trata-miento inicial empeoró por la tos. Fue entonces cuando le pusieron el oxígeno: «La noche del domin-go al lunes, la enfermera me encontró la saturación de oxígeno en sangre a menos de 80; recuerdo ahogarme».
En este sentido, el momento crítico se produjo la noche del 24 al 25 de enero, «que pusieron en mi historia que tenía un perfil de ingresar en UCI y avisaron al médico de guardia, fue en el momento en que podía haber aparecido muerto en la habitación o acabar intubado en UCI, pero respondí bien al tratamiento y al oxígeno y tuve suerte. Estoy vivo porque tuve suerte».
Sin moverse de la cama
Este médico de familia estuvo durante su ingreso en Can Misses sin poder moverse de la cama por prescipción médica ya que se ahogaba y no podía hacer esfuerzos. «Fui mejorando progresivamente; la variante británica es más contagiosa, va más rápido y es más fácil que haya colapso hospitalario», ex-plica. Finalmente, recibió el alta el lunes 8 de febrero. «Ahora me siento destrozado; es como si en tres semanas hubiera envejecido 15 años; confío en recuperarme en las próximas semanas», afirma.
A nivel psicológico relata que a los diez días empezó a experimentar «estrés postraumático, con pesadillas» y que tenía «cierta desorientación temporal; no sabes ni qué día ni qué hora es». Sobre el aislamiento, Sanagustín explica que no vio ninguna cara de los profesionales sanitarios que le atendieron ya que iban protegidos con trajes de protección individual.
De estos profesionales destaca el «trato fantástico» que ha recibido. Tras superar el ingreso en Can Misses y ya en casa, este médico espera «poder reincorporarme a mi plaza en el centro de salud de Es Viver. Saludo a mis pacientes y a mis compañeros», concluye.