Una cuarta persona, un joven gallego, también denunció ayer presuntos abusos sexuales por parte del sacerdote de Ibiza Juan Manuel de Souza, que hasta ahora ha sido acusado por otras tres personas. Según el periódico digital Nou Diari, los hechos se habrían producido en el año 2006 y el delito no habría prescrito, a diferencia de los otros abusos denunciados. No obstante, la víctima ha manifestado que, por el momento, no sabe si va a acudir a los juzgados.
Esta semana, el Obispado de Ibiza sustituyó al sacerdote denunciado por presuntos abusos en la parroquia donde hasta ahora oficiaba misa. El párroco Enrique Torres ejercerá a partir de ahora la función de «moderador» en la parroquia de Santa Cruz, labor que hasta ahora venía siendo desempeñada por el sacerdote acusado.
Cabe recordar que la Santa Sede solicitó al Arzobispado de Valencia que investigara los presuntos abusos cometidos por este cura, desplazando a Ibiza a un sacerdote para entrevistarse con el primer denunciante y recabar información. Desde el Obispado de Ibiza siguen guardando silencio y la pasada semana se limitaron a decir que la Diócesis actúa para esclarecer los hechos y que deben respetarse los plazos de la investigación.
El denunciante relata en el citado medio que los hechos se remontan a quince años atrás, cuando él y su pareja, que entonces estaba embarazada, recibieron apoyo por parte del sacerdote ya que se encontraban «en una situación económica muy precaria y vulnerable».
El cura les ofreció alojamiento, según explica, en la casa parroquial del Rosario, donde hay dos viviendas.
El gran apoyo «espiritual y económico» que les ofreció hizo que tuvieran una relación cercana con el sacerdote, que incluso les avaló para acceder a un piso de alquiler y les prestó un dinero con el mismo destino, que después los padres de la presunta víctima le devolvieron. «El padre Juan de la parroquia del Rosario nos ayudó en un momento complicado y yo, que por entonces escribía poemas, le quise dedicar uno en agradecimiento. En ningún caso era un poema de amor o algo que pudiera ser entendido de ese modo. Era simplemente de agradecimiento», subraya la presunta víctima en Nou Diari.
La noche antes de que el sacerdote firmase el aval, el joven acudió a su vivienda, en la parte superior de la casa parroquial del Rosario, anexa la iglesia y le entregó el poema, relata. En ese momento, según relata la víctima, el sacerdote se acercó a él. «Sin venir a cuento me besó en la boca con lengua y comenzó a tocarme los genitales mientras él también se tocaba. Me quedé paralizado. Es verdad que tenía 28 años, ya no era un niño como los otros testimonios que se han recabado, pero me quedé en shock», describe este nuevo denunciante.
Más adelante explica que el sacerdote aprovechó su posición de superioridad «porque no solo actuaba conmigo como guía espiritual sino que me había prestado dinero y un aval.
Por entonces, el joven confiaba en él en muchos aspectos, por lo que los tocamientos y el abuso generaron en él un shock del que todavía no se ha recuperado del todo, 15 años después.