Tras la apertura del desdoblamiento de la carretera de Santa Eulària, el centro del pueblo de Jesús atravesado por la carretera de Cala Llonga sigue soportando una densidad de tráfico de turismos y camiones similar a la que había con la antigua carretera. Vecinos y comerciantes de la zona esperan soluciones, en distintos sentidos, para evitar el peligro que supone el numeroso tráfico rodado y las altas velocidades a la que algunos vehículos circulan por esta zona.
Todo sigue igual
Norberto Apel es el responsable del Bon Lloc. Considera que el problema es que apenas ha cambiado nada en el pueblo tras la apertura de la nueva carretera de Santa Eulària. «Tras haber sufrido las obras y su mala gestión esperábamos que, cuando abrieran la nueva carretera de Santa Eulària, la cosa cambiaría, pero no ha sido así» comenta el responsable del Bon Lloc. Apel sigue relatando la sucesión de inconvenientes que sufre desde su negocio, pegado literalmente a la carretera: «Siguen pasando cantidad de camiones, hay mucho tráfico rodado; la velocidad de los coches ha aumentado. Además, está el ruido de los motores, muchos de altísima gama que parece que vayan sin silenciador». Tiene claras algunas de las soluciones para contribuir a mejorar la convivencia del pueblo con la carretera que lo atraviesa. En este sentido asegura que ha hablado con el Ayuntamiento para exponerle sus quejas y proponer sus soluciones: «Poner un radar, semáforos, más presencia policial, poner las señales más grandes o lo que sea para calmar el tráfico. Este es un tema clásico en este pueblo; hay que convertirlo en un pueblo más agradable donde poder sentarse con más tranquilidad». No entra en su lista de soluciones el peatonalizar la zona ya que considera que hay muchos negocios pequeños que se verían afectados y deberían reinventarse: «No somos lo mismo que Santa Gertrudis», asegura.
Poca seguridad
Micaela Bilardo trabaja en el Canadian Café, situado en pleno cruce entre la carretera a Cala Llonga y la de Cap Martinet. Su queja va dirigida sobretodo al tráfico de camiones.
«Siempre pasan camiones de grandes medidas que dificultan el tráfico de los coches porque tardan mucho en poder salir del cruce y taponan el tráfico», afirma. Otro factor importante, sino el que más, al que apunta Bilardo es la seguridad: «A los peatones les cuesta mucho poder cruzar la carretera, incluso habiendo un paso de cebra. También suele haber muchos accidentes, de hecho unos años murió un señor», recuerda. Como solución a la congestión que sufre durante el verano este pueblo considera que hay que acostumbrarse a circular por la nueva carretera de Santa Eulària y lamenta que, tras su apertura, “no ha cambiado nada, hay el mismo tráfico”. «Me han contado algunos ibicencos que antes todo esto era peatonal, como en Santa Gertrudis, seguramente estaría mejor», afirma.
En el café Barbarey, Silvia Nicolini, la jefa de cocina, considera que más que el paso de camiones el problema está «en la velocidad de los vehículos que pasan por aquí». También pone el foco en la seguridad de la zona: «Ya ha habido numerosos accidentes, alguno muy serios». Por eso considera fundamental «limitar un poco el tráfico o por lo menos la velocidad». Reconoce que este problema es más común durante el verano y «ahora que ha vuelto cierta normalidad se nota mucho más tráfico; en invierno se está mucho más tranquilo». Ante el paso de camiones diferencia a los proveedores, que «son más tranquilos, van de negocio en negocio dejando su género», de los «camiones grandes, que corren como si no hubiera mañana». Sobre si la apertura de la nueva carretera de Santa Eulària ha supuesto algún desahogo para la zona considera que, de momento, no es así, y que la razón es que «la gente no sabe por dónde puede pasar; habría que señalizarlo mejor para que no se acaben montando tantas colas».
«¡pompom!, ¡pompom!...»
Catalina de Can Calbet acaba de cruzar la carretera por el paso de peatones frente a Can Pascual. «Para ir a la tienda necesito hasta un cuarto de hora para poder cruzar la carretera», se queja. «¡Que los camiones pasen por otro lado, es un jaleo que pasen por aquí delante. ¡Es aborrecedor, no puedes ir ni a la tienda ni a ningún lado!», lamenta de forma airada, usando onomatopeyas, «¡pompom!, ¡pompom!...», para describir el continuo paso de camiones.
Explica también una ocasión en la que estuvo a punto ser atropellada allí mismo: «Pasé sin mirar bien [por el paso de peatones] y a punto estuvo [el coche] de estropearme la pierna. Quedó muy cerca de la pierna». Catalina cuenta que hace 56 años que vive en Jesús y que «antes se vivía de maravilla, pero ahora es un infierno: tanto jaleo, tanto coche, tanta guerra que no para [más onomatopeyas]». Considera que la fórmula de peatonalizar la zona sería la más adecuada: «Yo firmaba ahora mismo dónde fuera», pero también explica que «esto ya se propuso hace tiempo pero algunos vecinos no lo vieron bien».