Todo el mundo ya se ha acostumbrado a la visión de las ambulancias del 061 atendiendo a personas in situ, pero esto no siempre fue así. Se trata de un servicio que lleva 22 años funcionando en Ibiza y que ha ido evolucionando y mucho a la par que lo iba haciendo la isla.
El principal impulsor del 061 en Ibiza es Gustavo Albert. Este médico asistencial lleva 33 años trabajando en la isla. «Empecé en el 87 en el ambulatorio de Santa Eulària haciendo urgencias y un poco de Primaria. Ya en esa época los municipales nos venían a buscar con un Wolkswagen Polo, una ambulancia rudimentaria que tenían para atender las emergencias. Ahí empezamos un poco con las ganas de hacer emergencias. De Santa Eulària pasé a es Viver, donde trabajé en Urgencias unos 12 años y al final hice un máster emergencias en Mallorca, donde conocí a personal del 061, que ya estaba instaurado allí», recuerda.
[El 061 cumple 22 años salvando vidas, en imágenes.]
Fue entonces cuando el ofrecieron montar el 061 en Ibiza, era mayo del 99. Ahí empezó este servicio con cinco médicos, cinco enfermeras y tres técnicos con una UVI móvil. «Lo inicios fueron difíciles porque el Sistema de Emergencias Médicas era desconocido aquí. Antes, era la telefonista la que movilizaba los recursos, no sabía cuántas ambulancias tenían, no sabía discriminar si era un paciente grave o leve, pero gracia al sistema SEM tienes una central de coordinación que racionaliza la llamada del paciente, dando una asistencia integral y movilizando recursos según la emergencia. Además, se da asistencia telefónica a pacientes que no necesitan la ambulancia», explica Albert.
«Desde el 99 ha cambiado mucho. Hay una evolución positiva. Empezamos en Can Misses y al pertenecer a otra gerencia parecía que no terminaban de aceptar nuestro sistema de trabajo. Incluso hasta la población. La gente no lo entendía, llegabas a hacer una asistencia y ellos lo que querían es que llevaras a su familiar rápido al hospital, cuando lo que tenemos es una asistencia médica en ambulancia como una UCI y debemos estabilizar al paciente in situ y luego trasladarlo. Ahora, ya lo van entendiendo. Hay muchos pacientes que se pueden quedar en el domicilio, otros los llevamos al centro de salud y los más graves al hospital», señala el médico.
Entre los que estuvieron en estos primeros inicios se encuentra Rafa Hernández. Este enfermero empezó en septiembre de 2000 para abrir el servicio en Formentera. «Cuando echo la vista atrás y pienso en todo lo que ha cambiado, me parece de película de ciencia ficción. Yo soy enfermero desde hace casi 30 años y cuando a alguien le daba un infarto, a esa persona se le llevaba al hospital, pero ese corazón ya quedaba tocado de por vida. De repente, nosotros tenemos medicación para diluir los coágulos, llega al hospital y le hacen un cateterismo. ¿Qué quiere decir esto? Que lo que antes era una lesión importante de por vida, ahora se convierte en un amago. Como servicio creo que hemos evolucionado más que la propia medicina. Hemos usado todos los avances de la medicina en estos 21 años, pero además los hemos sacado fuera del hospital. Es increíble», destaca.
Un cambio radical
Pero si alguien conoce bien las ambulancias en Ibiza ese es Jero Llavero. Este técnico empezó a trabajar en el 98, cuando todavía no existía el 061. «Las ambulancias, al inicio, eran muy básicas, daban problemas. No podían subir una cuesta, se calentaba el motor. Ibas a 40 grados sin apenas respiración, con estrés... Todo eso lo recuerdo como un infierno. Ibas muchas veces solo y te enfrentabas con poco material y pocos recursos y tenías que pedir ayuda de unos y otros, familiares, policías… Casi sin poder resolver nada y muchas veces te planteas si vas a seguir con este trabajo», confiesa.
«Cuando empezaron las Mercedes Benz, lo recuerdo como un lujazo. También empezó a haber más formación, más seguridad. Eso te da una visión diferente de lo que va a ser tu vida en el trabajo. Y piensas que todo lo que habías vivido antes se tiene que quedar atrás. Tengo recuerdos buenos de esa época, pero muchos más malos momentos. Fue un cambio radical en todos los sentidos. Cualquier punto ha cambiado por completo. Antes te veías solo ante una parada y tener ahora una UVI móvil, tienes otra básica que te da soporte. Se multiplica por infinito», asegura. No es para menos, según reconocen los propios sanitarios, se ha pasado de esas ambulancias con problemas de recalentamiento a tener «las mejores de Europa».
La isla
Pero no solo cambió el servicio, la isla también fue evolucionando. Los más viejos recuerdan esta transformación de una isla que fue creciendo en población y en turismo, pero también con avances estructurales importantes. «La autovía que va a San Antonio ha quitado muchos fallecimientos. En verano, cada noche había un muerto en esa carretera», señala Gustavo Albert.
Llavero destaca que el aumento de la fiesta también cambió mucho el tipo de servicios: «He tenido días en el que todos los servicios tenían las drogas como trasfondo. Infarto por drogas, accidente por drogas… todo relacionado con el alcohol y las drogas. Tengo la sensación de que se ha ido mejorando con los años en este aspecto. En las discotecas se empezó a incorporar enfermería y eso eliminó muchos servicios del día al día. A nivel de West End o Platja d'en Bossa ha habido más control, se ha multiplicado la seguridad. Poder llegar a un bar, una discoteca o un hotel donde ves que ya hay seguridad, te da mucha tranquilidad».
Ese punto de la fiesta del verano ibicenco no pasa desapercibida para ninguno de los profesionales que trabajan el 061. «La historia clínica de nuestros pacientes cambia mucho a la de otros lugares de España. En verano, hay toda esta caterva, gracias a la que vivimos aquí, pero hay que limpiar su basura. A nivel personal, la sensación que tengo es que en verano la mayoría de los servicios son consecuencias de las vacaciones locas. No es un término médico, pero es la consecuencia de estoy de vacaciones, conduzco con poco cuidado, no me cuido, me excedo y aquí entran balconing, ahogados, peleas, accidentes… los excesos de unas vacaciones mal llevadas. En Ibiza hay una polaridad clarísima verano-invierno», confiesa Rafa Hernández.
Pandemia
Aunque estos son algunos de los más veteranos, también hay gente que llegó al servicio hace muy poco tiempo. Es el caso de Germán Hernández, un técnico que apareció por Ibiza en septiembre de 2020. Aunque llevaba más de 14 años trabajando en emergencia por diferentes puntos de la península, su desembarco en la isla estuvo marcado por la pandemia de la COVID-19: «Te encuentras con una situación de saturación, de protocolos nuevos y te vas adaptando a las necesidades y a las circunstancias. Cada servicio es un mundo».
Por otro lado, reconoce que esa experiencia previa le ayudó en esta época, ya que el miedo de los primeros días no existía. «Siempre me ha gustado ayudar a la gente. Cuando era pequeño me sorprendía ver como las ambulancias ayudan a otra gente», señala sobre su vocación. Además, pone en valor la figura del técnico: «Somos los ojos de la central. Tenemos que informar de todo lo que hay. Nuestra función es muy amplia, es colaboración con el equipo médico, toma de constantes, valoración, asesorar, si nos mandan con una básica tenemos que valorar si hace falta que venga la avanzada…».
Poco antes que él, entró en el servicio Violeta Bagase. Esta sanitaria de vocación empezó como socorrista de la Cruz Roja, pasó por técnica, luego, por enfermería y desde abril de 2020 trabaja como médica en el 061. Al igual que Hernández, sus inicios estuvieron marcados por el coronavirus: «Era complicado por dos motivos. Uno, por ser la primera vez que te enfrentas al paciente sola, aunque ya lo había hecho de manera tutorizada, y, por otro lado, todo lo que suponían los nuevos protocolos, material de protección, tener que hacer algunas técnicas con el EPI puesto… es complicado». «Ya es complicado cuando tienes poca experiencia, si le añades este hándicap, se complica más. Fue un inicio muy intenso», recalca.
Compañerismo y vocación
Una de las cosas que destaca es el buen ambiente que hay en el servicio, donde «los veteranos te dan muy buenos consejos». Eso sí, no es tan sencillo porque trabajan en equipos y solo se ven con los otros médicos en el cambio de guardia. «A la hora de tomar decisiones estás sola. Sí recibes apoyo y consejo una vez que terminas el turno porque le preguntas a los más veteranos y les cuentas como ha ido el día y lo que has hecho, y le preguntas cómo lo hubiera hecho él. Me gusta mucho escuchar la opinión de los que más saben».
Precisamente esa es una de las cosas que más destaca Jessica Morales. Esta enfermera que está en el servicio desde el 2015 asegura que «el grupo es muy importante. Si no trabajas en equipo, aquí no hay nada que hacer. Una de las cosas más bonitas es cuando el trabajo de cooperación se lleva a cabo en un servicio. A veces, las cosas no salen como quieres porque esto no es milagroso. Al finalizar hablamos siempre de lo que hemos hecho, qué podemos mejorar. Esto es una de las cosas más bonitas». «Muchas veces, cuando estás en un servicio y ese no sale bien, te quedas tocada durante días. Hay gente que no lo exterioriza. Necesitas verbalizarlo porque es algo que te queda ahí. Necesitas hablarlo con los compañeros, porque existe el componente emocional. Es importante desahogarse», añade.
Algo en lo que coinciden todos es que este servicio es pura vocación y que mucha culpa de ellos lo tiene la adrenalina. «Este servicio engancha porque tiene la recompensa muy rápida», resume Rafa Hernández. «Lo mejor de emergencias es cuando ves que eres útil. Ver un paciente que sin tu actuación no hubiese llegado al hospital. Si ese paciente grave, no actúas con él, ese paciente va a morir, lo que llamamos la hora de oro. Eso lo aprendes cuando el primer paciente corre vamos al hospital y ya no está ese paciente. El segundo paciente vas a hacer todo lo posible para que llegue», incide Gustavo Albert.
En cuanto a las anécdotas, tantos años de servicio dan para mucho. Albert recuerda una que le ocurrió recientemente en un servicio: «Fuimos a atender a un niño y el padre me dijo que si no me acordaba de él. Le dije que no, que suponía que lo habría atendido. Me dijo, no a ella; y señaló a una chica de 21 años. Le dije que tampoco y me dijo: es que no se puede acordar usted de ella. Resultó que cuando era bebé la habíamos llevado con el helicóptero a Mallorca y el hombre se acordaba de mí».
Anécdotas hay de este tipo de otros muchos, una de las más graciosas la tiene Rafa Hernández, cuando en su primer servicio salió a atender un atropello y se encontró toda la carretera llena de trozos rojos. «Aquí no hay nada que hacer, pensé», finalmente, era un atropello leve de un hombre que iba en bicicleta con una caja de sandías.