Aún no se han podido contabilizar los kilos de uva merlot, monastrell y la autóctona de Baleares fogoneu que se han vendimiado en esta temporada en los viñedos de Cap de Barbaria, pero Robert Ribas, responsable de la bodega lo tiene claro: «Será una cosecha menor, pero de muy buena calidad». La sonrisa que dibuja su rostro deja claro que ése es el objetivo final de esta pequeña bodega familiar, ofrecer unos caldos de alto nivel. De hecho, en los últimos años la producción viene siendo un 40% menor con respecto a lo que vendría a ser un año normal para las parras: «Llevamos varios años de sequía y el calor de este pasado mes pasan factura», apunta Ribas.
Lucha contra las palomas
Otro gran enemigo de los viñedos de Formentera son las palomas torcaces, una auténtica plaga muy perjudicial para la uva ya que arrasan con todo lo que encuentran a su paso. Robert Ribas explica que «la media veda de caza de la paloma que propone el Consell de Formentera no es suficiente y los viñedos sufren mucha presión por la gran cantidad de ejemplares que los atacan». En ese sentido este año, Cap de Barbaria ha sido pionera aplicando unas enormes redes en todas sus líneas de parras, lo cual ha protegido bastante la uva hasta el final, como explica Ribas: «No es infalible ya que la paloma al final aprende la lección y encuentra huecos por los que atacar la uva, pero no cabe duda que es mucho más efectivo que los métodos que hemos empleado hasta ahora». La recogida se hace a mano como casi todo en esta bodega, que desde su nacimiento en 1999 ha ido ganando en prestigio y popularidad hasta conseguir 95 puntos en la prestigiosa guía Peñín con su caldo estrella y que da nombre a la bodega. La mayoría de sus botellas serán consumidas en las mesas de Ibiza y Formentera, pero también los gourmets de Madrid y Barcelona conocen la bonanza de estos vinos, que ya son muy populares también en Suiza, Irlanda y Alemania en una distribución muy personalizada.
Mañana empezará a fermentar la uva con la que se elaborará el Cap de Barbaria para pasar luego un año descansando en barricas nuevas y tres años más en roble francés y americano, completando el círculo en dos años en botella antes de ponerse a la venta. Por su parte el Ophiusa tiene la misma base, pero una crianza de seis o siete meses en barrica de roble francés y ya se pone en el mercado.