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Entrevista | Juan Bufí l Fundador Grupo Empresas Juan Bufí

«Hoy en día no existe el espíritu de sacrificio»

El empresario recuerda sus inicios y el esfuerzo realizado en su empresa y que, según afirma convencido, va a superar los cien años de existencia

Marcelo Sastre

| Ibiza |

Juan Bufí comenzó a repartir agua con un camión en la década de los 60. Más de 50 años después, recogió el pasado jueves el Reconocimiento a la Promoción Empresarial y al Asociacionismo de la Pequeña y Mediana Empresa de Ibiza y Formentera. El empresario ha dedicado parte de su vida a levantar su grupo empresarial, una labor no exenta de sacrificios y esfuerzos.

Se emocionó al recoger el premio de la Pimeef.
—Siento un agradecimiento muy grande. Uno ha estado trabajando toda la vida, horas y horas, y ver que te dan un premio, aunque no lo merezca, hace mucha ilusión y estaba muy contento. Estaba emocionado, nervioso y muy feliz.

Reconoció que se ha planteado el reto de que su empresa llegue a los cien años.
—Estoy convencido y lo digo de corazón. Tengo dos hijas y una de ellas, Verónica, está enamorada de la empresa. Estoy convencidísimo que no la dejará caer. Además, uno de los trabajadores es un sobrino que lleva más de 20 años con nosotros y está muy implicado. Duraremos cien años. No lo veré, pero estoy convencido.

¿Cuántos trabajadores son y qué servicios ofrecen?
—Casi todos son fijos, más de 20, y en verano reforzamos el servicio de transporte de agua con algunos más. Mi padre empezó sirviendo agua porque teníamos un pozo. En invierno también realizábamos algún transporte de grava y cuando entré yo en la empresa, que empecé muy joven, ya adquirimos un camión grúa. Más adelante, junto a Xicu Serra, compramos unas máquinas excavadoras.

Pero venden muchos más artículos.
—Sí, comenzamos a tener fosas sépticas, piscinas prefabricadas o casetas de obra. Hemos ido creciendo poco a poco y tenemos un poco de cada cosa, aunque es una empresa pequeña. Ahora nos hemos marcado como objetivo renovar vehículos para no quedarnos estancados y reforzar las ventas.

Usted dijo que había llegado a trabajar quince horas diarias.
—Uno no se lo puede imaginar. A veces lo cuento y no me creen. En verano, de lunes a viernes y con mi socio Xicu Serra llegaba a trabajar quince horas, hasta la una o las dos de la madrugada. Pero es que los sábados comenzábamos a las ocho de la mañana y, en ocasiones, acabábamos el domingo a las doce del mediodía, sin dormir. Recogía entonces a mi mujer y a mis dos hijas y nos íbamos a la playa, pero yo me quedaba dormido. Ha sido un sacrificio muy grande y lo seguimos realizando. Tengo 68 años y el verano pasado llamaron a mi hija porque un restaurante se había quedado sin agua a las tres de la madrugada, tenían una boda y, al no encontrar a nadie, me levanté e hice yo el viaje. Es algo que he vivido tanto, que me gusta tanto.  

¿Repartían agua por toda la isla?
—Sí y a casas que estaban por la montaña y que querían llenar una piscina. A veces íbamos a las tres de la mañana y poníamos el motor en marcha y los vecinos nos querían matar del susto que les provocábamos y nos llamaban de todo menos guapos.

¿Cree que ahora la gente joven haría estos sacrificios?
—Es imposible y más con lo que veo hoy en día. Además, repartíamos bloques o sacos de cemento de 50 kilos y lo hacíamos a mano. En ocasiones, hasta 150 sacos. Ahora van en una grúa y los trabajadores vienen reventados. La verdad es que tengo a gente muy buena y si hay un incendio, son capaces de levantarse de madrugada para ir a ayudar, aunque la verdad es que hoy en día no existe ese espíritu de sacrificio.

Usted preside la Asociación Empresarial de Concesionarios de Captaciones de Agua Potable para consumo humano.
—Ahora estamos muy tranquilos. Nos asociamos porque hubo una época en la que no había mucha agua y los políticos comenzaron a decir que querían cerrar los pozos. Hablé con mis colegas y les dijo que si no nos asociábamos, estábamos muertos. Además, muchos trabajadores dependen de estos pozos. Me dijeron que si no era yo el presidente, no se creaba la asociación, aunque mi condición fue que las declaraciones las hiciera otra persona, que a mí es algo que me cuesta.

¿Vivirían momentos duros?
—Sufrimos y luchamos mucho. Parece que nosotros gastamos mucha agua con los camiones. Según unos números que hicimos, sobre un 5 por ciento, pero resulta que las tuberías de Ibiza perdían hasta el 40 por ciento del agua que transportaban. Después de muchas reuniones con los políticos, entendieron que no éramos los culpables de la falta de agua.

¿Se han sentido respaldados por las instituciones en estos últimos tiempos?
—Nos han ayudado, aunque siempre digo que hoy en día para montar un negocio o solicitar un permiso necesitamos varios años y es algo que los empresarios pequeños no podemos soportar. He pedido cosas y a lo mejor estoy con un proyecto siete años y no hay manera. El retraso en la Administración es un problema muy grave, que debe solucionarse.

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