En el siglo XVIII, Formentera llegó a contar con hasta siete molinos harineros que vinieron a sustituir a los llamados molinos de sangre, que empleaban la fuerza de un animal para accionar la muela, pero que eran mucho más pequeños y menos productivos.
El Molí d'en Teuet y el Molí de ses Roques en Sant Ferran, el Molí d'en Mateu y el d'en Jeroni en Sant Francesc, el ya desaparecido Molí d'en Simon en es Cap y el Molí Vell y el Molí d'en Botigues en la Mola fueron esenciales para la subsistencia de una comunidad rural, que los empleaba para convertir en alimento el fruto de la tierra.
Todos los molinos son de propiedad privada, algunos forman parte de una vivienda y tienen un estado de conservación óptimo. En el caso del Molí Vell de la Mola hace algunos años fue adquirido por la Fundació Illes Balears y recuperado de tal modo que podría moler trigo mañana mismo. Un convenio de la Fundación con el Consell permite a la institución insular abrirlo al público como atractivo turístico a cambio de su conservación.
En el caso del Molí d'en Botigues, el estado es de una preocupante degradación que hace temer su derrumbe. El mantenimiento de la construcción corresponde a la propiedad y, por ese motivo, la conselleria de Patrimonio de Formentera se puso en contacto con la familia para comunicarles su deseo de proteger el bien con la catalogación de Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de monumento. La institución ha invitado a los propietarios a actuar para la recuperación de la instalación, aprovechando las subvenciones disponibles para la conservación del patrimonio histórico.
Exterior del molino.
La consellera de Patrimonio, Raquel Guasch, explicó que «no se trata de hacer una actuación como la del Molí Vell de la Mola, ya que con esa recuperación ya podemos saber cómo fueron los molinos de la isla. Pero sí ir haciendo las intervenciones necesarias para no dejar perder parte de nuestra historia».
Incertidumbre
La declaración de BIC del edificio molinero va acompañada de la delimitación de un perímetro de protección que incluye los terrenos de los vecinos desde los que se puede ver el molino. Esto generó dudas en los propietarios sobre cómo podría afectar en el caso de futuras construcciones o ampliaciones de sus propiedades, por lo que pidieron una reunión con la institución para aclarar dudas. Esta reunión tuvo lugar este viernes en la Casa del Poble de la Mola y contó con la presencia de una quincena de vecinos, la consellera de Patrimonio y dos técnicos del departamento.
Detalle del interior del molino.
El técnico de Patrimonio, Jaume Escandell, quiso aclarar que: «Estar en el perímetro de protección del molino no resta ningún derecho urbanístico a los propietarios, que se siguen rigiendo por las normas del PTI. Lo único que supone es que antes de iniciar una construcción o ampliación deberá contar con un informe de patrimonio para evitar al máximo, cualquier afección sobre la visual con el molino». Escandell puso un ejemplo muy gráfico: «Si un propietario quiere hacer una plantación de árboles frutales en el entorno protegido, no va a tener ningún problema, pero si lo que quiere es plantar cipreses que alcanzan alturas considerables que podrían afectar a la visual del molino deberíamos considerarlo», concluyó.