Un defecto de forma en el escrito que indicaba que Agustín Crespo debía ser desahuciado el jueves de su vivienda, ubicada en el edificio Lido en es Viver, dio al traste con el lanzamiento. El desalojo fue suspendido el pasado noviembre durante un mes, pero sin concretar la fecha exacta en la que debía realizarse nuevamente por lo que, aunque todo indicaba que sería ayer, no se pudo llevar a cabo. Así lo explicó Crespo a este periódico, lamentando la situación que ha vivido y advirtiendo de que él es «el principio de lo que viene a Ibiza».
Fue el sindicato CGT el que dio a conocer la situación de Agustín Crespo hace algunas semanas. A sus 69 años, y después de 15 trabajando en la isla como cocinero, se veía obligado a sufrir un desahucio por unas circunstancias que nunca llegó a prever. «El tribunal médico», recordó, «me dio la invalidez permanente pero, al cabo de unos días, me la denegó y, de esta forma, también me denegaban la pensión. Así que fui a la Seguridad Social a ver qué había pasado y el problema era que tenía una deuda con ellos por un negocio que abrí en Granada en el año 2000 y que no funcionó».
Esta deuda asciende a 11.000 euros con los intereses y Crespo no podía abonarla en esos momentos, por lo que pidió a la Administración que le fuera concedida la pensión y que se le embargara mensualmente la cantidad correspondiente para poder pagarla. La propuesta no fue aceptada ante la sorpresa de alguien que a lo largo de 15 años nunca había tenido notificación de esta circunstancia. Es más, indicó ayer, «ni siquiera me habían embargado las nóminas».
Ingreso Mínimo Vital
Crespo decidió el año pasado solicitar el Ingreso Mínimo Vital (IMV), pero tampoco le fue concedido por el mismo motivo. Fue entonces cuando pidió ayuda al Ayuntamiento de Ibiza, con el asesoramiento de la CGT. «Solo veía ya como salida tirarme por el balcón», recordó, «pero, al final, consiguieron que me dieran el IMV».
Los problemas, sin embargo, no habían acabado pues la deuda acumulada por el impago del alquiler seguía creciendo y la propiedad pidió su desahucio. Una vez más, fue el Ayuntamiento de Ibiza el que le ayudó. Pero también lo hizo la empresa que gestiona la parte turística del edificio Lido. Y, sobre todo, la directora, que le ayudaba entregándole, por ejemplo, la comida que dejaban los turistas. Detalles que hoy Crespo recuerda con agradecimiento porque han sido importantes para su vida en estos meses duros.
Final feliz
La historia de Agustín Crespo tiene, a pesar de todo, un final feliz. Este viernes cogerá el barco que lo llevará hasta Valencia y será en Dos Aguas, un pueblo de 328 habitantes contándole a él, donde comience su nueva vida. Antes de embarcar, y si los propietarios de su hasta ahora vivienda no han recogido las llaves, se las entregará a la Guardia Civil «para que las lleven al juzgado». Espera «escribir, pasear y estar tranquilo», señaló a pocas horas de abandonar Ibiza. Contará con los algo más de 400 euros del IMV y, durante el primer año, será el Ayuntamiento de Vila el que corra con los gastos del alquiler de su nueva vivienda, 250 euros mensuales.
El Consistorio, además, ha abonado el pasaje con destino a la Península y el transporte de sus pertenencias a su nuevo hogar. Crespo está esperanzado pero deja Ibiza con cierta tristeza y, sobre todo, con la idea de que su historia, por desgracia, se repetirá: «Con estos temas no interesa hablar claro. Y la verdad es que todo se arregla con justicia, amor y paz. Yo me siento una víctima del Estado, que no me concedió la pensión y me ha llevado a esta situación. Y tengo claro que soy el principio de lo que viene a la isla. Ahí está el tema de los Don Pepe o lo de Punta Arabí. Esto acaba de empezar».