El Ayuntamiento de Ibiza había anunciado durante los días previos que este año su intención era que no hubiera tanta aglomeración de gente en las calles durante el paso de Melchor, Gaspar y Baltasar. Para ello eliminó la llegada de sus majestades de Oriente en barco a es Martell, redujo la comitiva que les acompañaba y decidió que no se lanzaran caramelos. Sin embargo, el experimento no funcionó lo más mínimo y las aceras se llenaron de personas que, en la mayoría de los casos, no mantenían las distancias de seguridad. Incluso, en muchas zonas, la mascarilla brilló por su ausencia con la excusa de estar comiendo o fumando un cigarro.
El caso es que, con tanta medida, al final infructuosa, la cabalgata de este año en la ciudad de Ibiza quedó un tanto deslucida. Los tres Reyes Magos aparecieron en torno a las 18.30 horas por la Avenida de Santa Eularia, junto a la estación marítima de Formentera, y rápidamente muchos de los presentes echaron en falta algo más de animación a pesar del esfuerzo de la decena de miembros de Acrobati-K Ibiza.
Foto: Arguiñe Escandón.
Las dos hadas en zancos que abrían la comitiva, y sus acompañantes, todos ellos personajes salidos de cuentos con vestimentas muy luminosas, hicieron lo que pudieron y lo dieron todo durante todo el recorrido, pero a muchos se les quedó corto. «No se les puede pedir más, le están poniendo toda la ilusión del mundo, pero lo cierto es que la cabalgata de este año es un poco desangelada», aseguró ayer a Periódico de Ibiza y Formentera Miguel Ángel, vecino de la Plaza Enric Fajarnés i Tur, acompañado de sus hijos Miguel y María.
No fueron los únicos que pensaban igual. «La ilusión es lo último que se pierde pero este año está siendo bastante floja con respecto a otros años y además no se ha cumplido el objetivo de reducir el aforo en las calles», contaba Lucía, madre de Neus, Joan y Arnau. A su lado. Katerina, rusa de nacimiento pero con casi cinco años viviendo en Ibiza tenía una idea parecida. «Desde que llegué a la isla nunca me he perdido la cabalgata y siempre me ha encantado pero este año, por unas cosas y por otras, me ha parecido la peor de todas».
Foto: Arguiñe Escandón.
Lo mejor, las carrozas
Sí que dejaron con un magnífico sabor de boca las seis carrozas que desfilaron este año, elaboradas por los artesanos Streakka y Rodrigo, en un intenso trabajo que les ha llevado unos tres meses.
El primero fue el creador de las tres primeras, inspiradas directamente en temas relacionados con Ibiza y el resultado no pudo ser mejor. Abría la comitiva una en colores rosas con decoración que hacía referencia a los flamencos de ses Salines, le seguía una segunda con colores azules y una gran estatua de la diosa Tanit en la parte posterior y, finalmente, una que hacía referencia al mundo pagès, en colores verdes, con un portal de feixa, una podenca con gafas y lazo rosa y un ballador y una pagesa sobre ella.
Foto: Arguiñe Escandón.
Mientras, los Reyes Magos iban subidos en carrozas igualmente muy bien elaboradas. Melchor lo hizo en una que llevaba un caballo, Gaspar en otra con un dromedario gigante y el último, Baltasar, en colores verdes acompañado de un elefante también de gran tamaño.
«Es, sin duda, lo más bonito de toda la cabalgata,; han mejorado mucho con respecto a otros años y eso siempre es de agradecer para que los niños se lleven un magnífico recuerdo a la cama después de un año tan duro para todos», explicó Juan Carlos, con Mateu subido a sus hombros. Precisamente, este pequeño de cinco años, de mirada de pillo y mascarilla tapándole la boca, lo tenía muy claro. «A mí siempre me ha encantado Gaspar porque tiene la barba pelirroja como mi padre y eso es algo que le he dicho en la carta para ver si me puede traer el camión, los libros y los Pokémon que he pedido».
Foto: Arguiñe Escandón.
Otros, como Marc, en cambio fueron un poco más modestos en sus peticiones y algo más incrédulos: «Yo me creo a mi padre cuando me dice que estos tres reyes son magos pero me gustaría que me contarán muy bajito y al oído su secreto para estar al mismo tiempo en Sant Antoni y en Santa Eulària y así yo algún día poder ser como ellos», contestaba mientras sus progenitores Maite y José Ignacio, reían detrás de la mascarilla a la altura del edificio del Consell d'Eivissa. Eso sí, situados prudentemente unos metros por detrás de los cientos de personas que en esa zona, al igual que buena parte del recorrido, cubrieron ayer las calles en Ibiza para recibir a Melchor, Gaspar y Baltasar.