La petición en Change.org de un jubilado de 78 años de Valencia, Carlos San Juan, ha puesto sobre la mesa un problema que está sufriendo toda una generación. Una generación ajena a la era de las nuevas tecnologías que, una vez llegada a la tercera edad, ve cómo un muro digital se interpone entre ella y numerosas gestiones en las que la presencialidad está desapareciendo. «Tengo casi 80 años y me entristece mucho ver que los bancos se han olvidado de las personas mayores como yo». Así comienza el escrito con el que San Juan ha logrado ya más de medio millón de firmas en la plataforma.
Si bien la petición de firmas de Carlos San Juan en la plataforma va enfocada a las gestiones en los bancos, cada vez más los trámites de distintos tipos de entidades y administraciones se están digitalizando.
En primera persona
En Ibiza, la mayoría de personas con las que ha hablado Periódico de Ibiza y Formentera opinan en la misma línea. «No todo el mundo sabe cómo pagar con la maquina, y ya no te lo hacen en caja», tal como explica María Antonia Ballester, de 73 años, a la salida del Banco Santander. Se refiere a un caso que vivió ella misma: «El otro día, delante de mí había una señora mayor que la pobre no pudo hacer sus gestiones. Desde el banco no colaboraron mucho».
Explica que a ella los conocimientos sobre tecnología le «vienen justos. «¡Imagínate a las personas mayores!», exclamó. Sin embargo, reconoce que tiene suerte ya que a ella le han «ayudado siempre». Una suerte que explica que no todos comparten: «La mujer que me ayuda en casa tiene muchos problemas con eso. A la hora de pagar el alquiler en el cajero, se confunde con los números y se le acaba pasando el tiempo para hacerlo. ¡Y es más joven que yo!».
Francisco Planells tiene 75 años y, tal como cuenta, «a mi edad esto de los ordenadores no nos interesa para nada». Como María Antonia, tampoco recuerda haber tenido problemas a la hora de hacer sus gestiones en el banco con el que trabaja, en su caso el BBVA: «Cuando tenemos que hacer alguna gestión, venimos a la oficina y nos atienden. Tenemos buen servicio por ahora. Y que dure».
M. A. prefiere no hacer público su nombre. A sus 70 años, no está tan satisfecha como Francisco o María Antonia: «Estamos todos muy descontentos. ¡Es todo una porquería!», exclamaba resumiendo su frustración a la salida de la oficina de Caixabank. Sin abandonar el tono, explica los motivos de su enfado: «No te atienden. La oficina de siempre está cerrada. Los gestores que teníamos no nos cogen el teléfono y ahora vengo aquí y no me lo pueden solucionar. Me mandan a otro lado». Recuerda que «nunca había tenido problemas con ellos», pero que incluso se está planteando cambiar de entidad con la duda de que «todos son iguales». «Lo único que quieren es sacarte el poco dinero que tienes», zanja. Sobre el acceso por internet, tiene una ración de frustración aparte: «Entramos en internet, se nos bloqueó la cuenta y, como no nos atiende nadie, no lo podemos arreglar».
Catalina Bufí tiene 72 años y, tal como asegura, «no quiero saber nada de maquinas». De hecho, el trato personal para ella es una condición sine qua non para trabajar en un banco. Cuenta con ayuda a la hora de gestionar ciertos trámites: «Una vez vimos que me cobraban muchas comisiones y mi hija me ayudó y lo arreglaron». Bufí se ponía al día frente a una oficina de Caixabank con su amiga Carmen Andiñach. Esta mujer tiene 84 años y coincide con su amiga sobre su actitud ante las nuevas tecnologías y a la hora de quejarse de que «cada vez hay menos oficinas abiertas». Tampoco se muestra satisfecha con la atención que recibe cuando tiene la necesidad de acercarse a una sucursal. Explica que «un cajero se me tragó la tarjeta y para reclamarla en la oficina estuve una hora y media haciendo cola. Menos mal que alguien me cedió una de las tres sillas para poder esperar sentada».
Berta Tur tiene 83 años y tampoco quiere saber nada de nuevas tecnologías. «No me interesa de ninguna manera. A mi edad ya no podemos con esto», explica con humor. Deja el humor de lado para explicar que tuvo que contar con la ayuda de su hijo a la hora de poder hacer un simple trámite en las oficinas de la sucursal. «Si no me llega a acompañar mi hijo, no hubiera podido hacer lo que necesitaba. Yo solo quería mi libreta nueva», explica. «Insistían en que ahora tenía que hacer los trámites por internet. Al final me han sacado una libreta, pero, si no llega a venir mi hijo, salgo sin ella», comentó. Berta explica que, para llevar al día sus cuentas ,se apaña perfectamente pero con la libreta de toda la vida. Si lo tiene que hacer «con el ordenador», necesita ayuda de sus hijos.
Ayuda
Para tratar de paliar este problema, algunas asociaciones ponen a disposición de las personas mayores talleres para el uso de nuevas tecnologías. Tal es el caso de la asociación Creix, en la que su presidente, Vicent Ramon, explica que «la aceptación de estos talleres es muy buena. Poco a poco, vamos implementando el uso de apps, desde el lector de QR, configurar los dispositivos a sus necesidades de visión y uso táctil, cómo mandar ubicaciones por WhatsApp o navegar por Internet». Sobre los trámites a través de las nuevas tecnologías, Ramon opina que «les da mucha aprensión, incluso si se encuentran delante de un cajero. No lo tienen como costumbre y, si en un momento dado se equivocan, les cuesta muchísimo hacer una reclamación ya que todo es por internet o teléfono».
La Associació de Majors de Sant Antoni, en colaboración con La Caixa y el Ayuntamiento, dispone de un aula de informática específica para ellos en el Clot Marès, en la que se organizan cursos de alfabetización digital. En Sant Mateu y Sant Rafel también se han hecho cursos de informática de forma ocasional, así como en Santa Eulària.
Las administraciones atienden de manera presencial a los ciudadanos
Tanto en los Ayuntamientos como en el Consell, las personas mayores pueden hacer cualquier trámite de manera presencial a nivel particular, como el resto de ciudadanos, siempre que no se trate de una persona jurídica. Para facilitar los trámites de manera presencial, el Consell ha mejorado su atención telefónica y ha ampliado los horarios de atención para poder pedir cita sin problema.
En Sant Antoni, las personas mayores pueden hacer cualquier trámite en el Consistorio de manera presencial a nivel particular, así como el resto de ciudadanos.
Las asociaciones de personas mayores sí que están obligadas a relacionarse electrónicamente, como el resto de personas, pero siempre se les ayuda a hacer los trámites de manera telemática. O se lo registra un funcionario o se le da asistencia desde el departamento de TIC.
Otro tipo de gestiones, como las relacionadas con la Dirección General de Tráfico, también suelen ser blanco de las críticas en este sentido. Sin embargo, desde la DGT aseguran que «se trabaja de forma paralela no sólo en la digitalización de servicios (sede electrónica), sino también a través de otros medios para que todos los ciudadanos tengan varias vías de poder comunicarse con la DGT. En esa línea, en los últimos años hemos venido incrementado los trámites que el ciudadano puede hacer a través del teléfono 060». Sin dejar de admitir que en «es cierto que, en algunas jefaturas, como puede ser la de Ibiza, las citas se acaban muy pronto».