Andreu Ferrer (Formentera, 12 Septiembre de 1956) nació en la misma habitación en la que ahora duerme cada noche. Ha dedicado toda su vida profesional a la máxima institución insular, como funcionario, durante 47 años. Primero en el Ayuntamiento y desde su fundación en el Consell Insular. Ferrer tiene un gran conocimiento de lo público, un talante negociador, es un hombre atildado, culto, educado y a pesar de todo simpático. Tiene el perfil ideal para ser el juez de Paz de su querida isla y sin duda eso fue lo que llevó al pleno del Consell Insular por unanimidad a proponer su nombre al Tribunal Superior de Justicia de las Islas Baleares.
La pasada semana tomó de manos del Juez decano de Ibiza y Formentera, Juan Carlos Torres, el acta como nuevo Juez de Paz después de la renuncia de su antecesor, Joan Yern.
—¿Cuáles son las responsabilidades de un Juez de Paz?
—Bueno, acabo de aterrizar, con lo cual hay muchas cosas que todavía no sé. En principio el Juzgado de Paz, asume tareas delegadas por juzgados de categoría superior y celebra bodas, actos de conciliación, tiene registro civil, con inscripciones de nacimientos, defunciones y matrimonios.
—Ser Juez de Paz es una enorme responsabilidad, ¿Qué le lleva a postularse?
—Cuando el Juzgado de Paz de Formentera queda vacante, hay gente, amigos y amigas que empiezan a animarme: «¿Por qué no te presentas? Das el perfil». Me puse a pensarlo, estoy jubilado, no tengo grandes obligaciones y esta puede ser una forma de seguir estando activo de algún modo y aquí estoy.
Es cierto que se necesita un perfil un tanto especial, hay muchas incompatibilidades y pensé que si doy el perfil, puedo ser útil en este campo y además puedo enriquecerme como persona, pues adelante.
—¿Tiene usted algún tipo de horario? ¿qué disponibilidad le supone?
—Estoy disponible, siempre que sea necesario. De manera fija, pasaré por el juzgado dos días por semana, pero me pueden llamar en cualquier momento, para firmar algo urgente. Normalmente las bodas suelen canalizarse hacia el fin de semana, los viernes o los jueves, pero también habrá gente que quiera casarse un lunes o un martes y por mi parte no habrá ningún tipo de problema.
—¿Cuenta usted con algún tipo de ayuda?
—Hay un Juez de Paz sustituto, que es el que ha estado ejerciendo desde la renuncia del anterior.
—Usted ha sido funcionario del ayuntamiento durante 47 años. Entiendo que tuvo un cierto contacto con el Juzgado de Paz, no le viene de nuevo…
—Cuando yo empecé a trabajar en el ayuntamiento en 1974 y durante una serie de años, el juzgado lo gestionaba el Ayuntamiento, con su personal propio. Los libros de registro están llenos de inscripciones de nacimientos, matrimonio y defunciones, escritas por mí. Si, conozco el funcionamiento, también participé en actos de conciliación y actué como secretario en matrimonios civiles, de modo que no es algo nuevo para mí.
—Recibió el acta de Juez de Paz de la mano del juez decano de Ibiza y Formentera, Juan Carlos Torres. ¿Qué le pidió el juez decano?
—Fue muy amable, le conozco desde hace mucho tiempo, porque hace 37 años que está en Ibiza, por eso es el decano. Él cree, como yo, y pienso que toda Formentera, que la isla debería tener un juzgado de una categoría superior. Si tenemos en cuenta que la isla de El Hierro (Canarias) tiene una población similar y tiene un juzgado, ¿porque no lo va a tener Formentera?
Pero para eso hay que crear un partido judicial, hay que modificar la ley de planta judicial y eso cuesta mucho. Es un trámite político que es largo y parece que siempre hay cosas más urgentes y no acaba de llegar nunca.
—Ahora como Juez de Paz, ¿presionará para conseguirlo?
—Lo único que puedo hacer, es pedir a los políticos, -en este caso los de Madrid- que lo hagan, pero no me van a hacer más caso a mí, que a acuerdos del Ayuntamiento y el Consell de Formentera, que han aprobado por unanimidad, pedir la creación de un Juzgado superior.
—Su nombre llegó al Tribunal Superior de Justicia de Baleares, de la mano del pleno del Consell de Formentera, votado por unanimidad. Imagino que esto le llena de satisfacción…
—Por supuesto, una gran satisfacción. Estoy muy agradecido a todos los partidos por poner su confianza en mí y hubiese sido muy triste que se hubiese tenido que decidir por el voto de calidad de la presidenta. La unanimidad te hace sentirte apoyado.