El pasado 22 de febrero se cumplieron 34 años desde la regulación efectiva de la incorporación de la mujer a la Guardia Civil. Tras más de tres décadas, la presencia de mujeres ha ido aumentando y está presente en todas las unidades. Al igual que en otros sectores de la sociedad, las mujeres han tenido que ir superando obstáculos desde su incorporación al Instituto Armado en 1988. Las agentes Raquel Quintana y Míriam Rodríguez llevan más de una década de servicio en la Guardia Civil. Actualmente Míriam y Raquel prestan servicio en la isla de Ibiza.
—¿La incorporación de la mujer en la Guardia Civil ya es plena o todavía hay techos de cristal?
—M.R.- Es plena pero también queda camino por recorrer, ya que no podemos obviar que seguimos siendo muy pocas mujeres en el Cuerpo y muy pocas en la especialidad de Tráfico.
—R.Q.- Pienso que cada vez somos más mujeres en cualquier especialidad o grupos de la Guardia Civil, sin fijarse en si es del género masculino o femenino sino quién está más cualificado para dicho empleo.
—¿Cómo fue su paso por la Academia de la Guardia Civil?
—M.R.- Mi paso por la Academia de Baeza lo recuerdo con muchas ganas e ilusión. Era mi sueño estar allí y ser Guardia Civil; mi jura de bandera fue uno de los días más importantes de mi vida. Es cierto que a veces se hizo duro, sobre todo por estar lejos de la familia, pero tuve la suerte de compartir camareta con nueve grandes compañeras que a día de hoy son como hermanas. Mi segunda academia, la de Tráfico, fue bastante dura por la intensidad que conlleva el curso de atestados.
—R.Q- Yo fui al Colegio de Guardias Jóvenes en Valdemoro. Son dos cursos y te pasas el primero deseando llegar al segundo y poder decir que ya eres «polilla». Fue una experiencia realmente única que recuerdo con mucha nostalgia.
—¿Notasteis alguna diferencia respecto a los compañeros?
—M.R.- En mi caso no noté ningún tipo de distinción en el trato respecto a otros compañeros y se nos exigió en todo momento el mismo esfuerzo que a los demás, como no podría ser de otra manera.
—R.Q.- Sí, pero en todo caso a favor de las mujeres, tienden a tratarte con más cuidado y delicadeza que hacia un hombre.
—¿Cómo fue lo de apostar por la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil?
—M. R.- Es algo que siempre tuve claro desde niña. Cuando los vi en una Vuelta Ciclista a España yo quería ser como ellos. Siempre he valorado el esfuerzo y la dedicación que realizan los miembros de la ATGC. A veces es un servicio muy penoso con unas condiciones duras pero a la vez también es reconfortante sobre todo cuando se realizan multitud de auxilios a diario, muchos de ellos muy satisfactorios. La ATGC realiza un servicio fundamental hoy en día en nuestras carreteras por lo que siempre me atrajo la idea de prestar servicio en ella.
—Y en su caso, el Servicio Cinológico ...
—R.Q.- Fue un objetivo marcado desde que tuve capacidad de decisión. Crecí rodeada de guardias civiles y mi especialidad favorita sin duda era el servicio cinológico.
—¿Cuál es el servicio más complejo o peliagudo al que se ha enfrentado?
—M.R.- El servicio diario lleva implícito situaciones a veces complicadas o delicadas puesto que empatizas con las personas. Dentro de la Agrupación he vivido momentos duros sobre todo cuando acudimos a siniestros viales con fallecidos. La situación no es fácil in situ aunque en realidad estás concentrado en el trabajo meticuloso que requiere. El trato con los familiares al comunicar este tipo de noticias es otro paso duro al que nos enfrentamos en dichas situaciones y que tratamos de realizar de la forma más humana posible.
—R.Q.- Nos encontrábamos haciendo una ronda en un pequeñísimo pueblo de Guadalajara, en Fuentelahiguera de Albatages. Eran las 4 de la madrugada cuando advertimos a lo lejos un tráiler descargando a un camión cientos y cientos de cajas de un tamaño sospechoso. Eran alrededor de 8 ó 9 personas de origen polaco y chapurreando inglés decían que era un transporte de velas, que debían hacer el porte esa noche y les pilló en ese lugar. Era una situación muy extraña y parecía no cuadrar nada. Registramos ambos vehículos sin encontrar nada más que las cajas. El Centro Operativo de Servicios (COS) nos envió apoyo de varias patrullas más para registrar el camión y el cargamento, y nos pusimos a partir velas. Y nada: no eran más que velas. Desde el COS avisaban que eso era muy raro, que siguiésemos buscando, hasta que enviaron a personal del Equipo Antidroga para analizar aleatoriamente más cajas con velas, resultando ser velas sin más. La sensación que vivimos fue muy hostil, muy rara, podría haber sido perfectamente cualquier otra cosa que finalmente no fue.
—¿El trato entre los compañeros y los superiores es el mismo?
—M.R.- Sí, en mi caso el trato con el resto de compañeros y mandos siempre ha sido correcto y el mismo que con el resto; no he notado diferencias. No obstante, he de decir que en otra unidad, fuera de la Agrupación, si he vivido alguna situación, aislada, de discriminación por algún compañero por el hecho de ser mujer. Tenemos que dar las gracias a nuestras predecesoras que nos han abierto mucho el camino.
—R.Q.- Ha habido de todo como en todos los oficios pero mayoritariamente correcto.
—Y durante un servicio, ¿habéis notado un trato diferente por el hecho de ser mujer, algún infractor se os ha encarado o hecho algún comentario impropio o sexista?
—M.R.- En una ocasión se dio un problema con un conductor, el cual hizo caso omiso totalmente a mis indicaciones solo por el hecho de ser mujer. Dicho por él: «la mujer no pintábamos nada en la Guardia Civil y él sólo hablaba con hombres guardias». Sus faltas de respeto fueron en aumento pero se solventó la situación correctamente. Por suerte la sociedad también ha evolucionado, aunque es cierto que la gente se sigue sorprendiendo al ver dos mujeres juntas de servicio, no es lo habitual y en la Agrupación de Tráfico menos. Recuerdo en Villalba (Madrid) realizando puntos de verificación de alcoholemias con otra compañera varias anécdotas bastantes graciosas.
—R.Q.- Pues algún que otro caso en gente mayor en algún pueblo siendo yo la jefa de pareja. Tras exponernos el problema y darle una explicación de la solución, el ciudadano me miraba a mí, pero seguidamente se dirigía a mantener la conversación con mi compañero. Siendo yo de nuevo la que le explicaba la solución, el señor solo me miraba pero sin dirigirse a mi persona, algún caso más de ese estilo.
—¿Cuánto tiempo lleva en el Cuerpo? Horizontes, retos o objetivos …
—M.R.- Ingresé en el Cuerpo en el año 2009 y desde entonces siempre he realizado funciones operativas en Seguridad Ciudadana, traslado de presos y Agrupación de Tráfico. Actualmente presto servicio en el Equipo de Atestados pero próximamente intentaré realizar el cambio a la modalidad de motorista, que es una espinita que tengo. En un futuro posiblemente valoraré el ascenso.
—R.Q.- Desde el año 2003, cuando entré en la Academia. Mi objetivo se cumplió en 2017 al entrar en la especialidad del cinológico. Mi espinita es no haber pasado por el Escuadrón de Caballería, otra gran especialidad con base en Valdemoro, que me hubiese gustado mucho hacer.
Raquel suma seis años de servicio en la isla y trabaja a diario con Kitty, un pastor alemán y Azharus, un pastor belga. Por su parte, Míriam llegó hace un año a la Agrupación de Tráfico de Ibiza