Cualquiera que haya ido a repostar recientemente a la gasolinera del pueblo de Sant Rafel se encontrará con dos sorpresas. Una es el alto precio que seguramente habrá tenido que pagar por repostar su vehículo y la otra las impactantes esculturas que hay junto a los surtidores. Elaboradas fundamentalmente con acero inox, bronce o cobre, parecen personajes de ciencia ficción que no dejan indiferente a nadie, siendo incluso muchos los que se detienen para tomarles una foto con su teléfono móvil.
Su autor es Malambo Isla, un polifacético artista que tiene su estudio a escasos metros de la gasolinera y que, poco a poco, ha ido convirtiendo el pequeño pueblo de Sant Rafel en su centro de operaciones, exponiendo sus figuras por restaurantes y lugares al aire libre.
Algo que responde a la particular forma que siempre ha entendido de entender el concepto del arte. «Desde que comencé en este mundo he sido un firme defensor de que las creaciones tienen que llegar al mayor número de personas posibles para que la población pueda interactuar con ellas y eso, desgraciadamente, en la mayoría de las ocasiones no se consigue mostrando las piezas en galerías de arte que por lo general tienen un público algo más cerrado y limitado».
De hecho, pocas cosas de las que rodean a Malambo Isla son convencionales descubriendo una sorpresa tras otra a lo largo de una conversación con él. Nacido en Argentina 1975, criado en Colombia y posteriormente en Estados Unidos y residente desde hace más de dos décadas en la isla de Ibiza, viene de familia de artistas y eso le ha marcado para siempre. «Tuve la inmensa fortuna de ser hijo y nieto de creadores, que mi padre siempre nos trajera instrumentos para que nos atreviéramos a tocarlos y que siempre nos estuviera animando a que estudiáramos para cosas poco convencionales, como malabares o acrobacias, y que viajáramos mucho por el mundo buscando nuestro propio camino».
Todo esto ha influido directamente en su trayectoria hasta el punto de que él mismo se definió para Periódico de Ibiza y Formentera «como un vagabundo de manos trabajadas y un pirata que navega sin brújula, renunciando al tesoro, porque la libertad no tiene precio». De hecho, confiesa con una gran sonrisa que aunque ha tenido grandes profesores con los que ha ido aprendiendo es autodidacta y asegura que su gran objetivo para su carrera artística «es nunca dejar de aprender descubriendo la creatividad en cada rincón, en cada material y en cada gesto de cualquier persona».
Siempre innovando
Esta búsqueda es la que ha llevado a Malambo a ir trabajando con distintos materiales a lo largo de su carrera. Pasó por la madera y la carpintería para después dedicarse durante una larga temporada a dar forma a distintos metales, hierros y sobre todo materiales que parecen haber perdido su utilidad hasta caer en sus manos.
Gracias a su portentosa imaginación y su habilidad con las herramientas, una cadena de bicicleta, una bola de petanca, un tenedor, un muelle, un pomo de una muerta, trozos de algunas motos y hasta manillares se convierten en elementos básicos para crear formas de gran tamaño que, en muchas ocasiones, parecen herederas de la cultura del cómic. «Desde bien pequeño siempre soñé con poder trabajar como dibujante de cómics, hice varios cursos, tuve buenos profesores y es una pasión que siempre ha estado ahí sin irse nunca y por eso ahora intento trasladarla a mis figuras, creando esculturas que en ocasión no guardan relación con nada pero que son directamente fruto de mi imaginación».
No en vano, el escultor asegura que cuando algo le ronda por la cabeza no puede parar hasta darle la forma definitiva. «Concibo mi trabajo como quien monta un Lego sin saber muy bien como puede terminar pero si algo me aparece en la mente me puedo volver ciertamente obsesivo, sin contar el tiempo que puedo trabajar en mi taller, sin importarme si me duelen los pies o, incluso acercarla a la habitación para que cuando me levante me pueda seguir llegando la inspiración».
El apunte
Apuesta por otros tamaños y otros materiales
Fiel a su filosofía de entender el arte como un proceso de aprendizaje constante, actualmente Malambo se encuentra inmerso en una fase creativa. Según explicó ayer a Periódico de Ibiza y Formentera, actualmente está intentando dejar un poco de lado las esculturas de animales más reconocibles para dejar paso a que fluya mucho más la imaginación. Además quiere reducir el tamaño de sus esculturas «porque no siempre lo más grande significa mayor calidad» y está apostando por otros materiales como la masilla epoxi combinada con maderas, metales e incluso piedra. «No quiero nunca quedarme parado ni aburrirme así que ahora comenzaré a probar con diversas técnicas emprendiendo un camino que no se a donde me puede llevar».