José Raya, presidente de los transportistas en las Pitiusas, asegura que le quita el sueño la incertidumbre que está provocando la crisis de los carburantes o los efectos de los paros protagonizados por sus colegas en la península. Raya (Sevilla, 1974) piensa ya en el futuro del sector, mientras se intentan solucionar todos los conflictos actuales.
—¿Desde cuándo es presidente de la patronal?
—Hace dos años y me animé porque Juanito Bufí, quien llevaba 20 años en el cargo, aseguró que había visto en mí al siguiente presidente. Ni me lo había planteado porque estaba muy a gusto cuando él estaba al frente. Vio la ocasión de pasarme el cargo y, de hecho, con el Covid ni pudimos hacer elecciones ni nada.
—¿Asumió el cargo con algún objetivo claro?
—Siempre he pensado que la unión hace la fuerza y siempre he barajado la puesta en marcha de una central de compras donde todos los transportistas pudiéramos comprar materiales, hidrocarburos, todo. Así, podríamos conseguir reducir costes. Llevamos un año y medio o dos y no hemos podido avanzar nada. No hemos salido del Covid y ha comenzado una guerra.
—¿Cuál ha sido su peor momento desde que preside la patronal?
—Lo del coronavirus ya está pasado y no nos acordamos, pero el peor momento para mí fue aquel 14 de marzo cuando nos mandaron a todos a casa y tuvimos que cerrar la empresa y parar todo. No recuerdo otro momento peor que ese
—Son casi 50 miembros en la patronal. No será fácil mantener esa cifra de socios.
—De momento se mantiene y cuando podamos hacer cosas nuevas esperamos incrementarla. Estamos muy interesados en las ayudas del Consell y del Govern y captar por ello a muchos socios para facilitarles el tema de estas prestaciones. Es precisamente lo que quieren los socios, estar en la patronal para algo. Lo que deseo es que, si están, sea para algo, tanto aprender como para beneficiarse de alguna manera.
—¿Qué inquietudes le transmiten en estos momentos?
—Con los que voy hablando, sin duda, el tema del gasoil, que es lo que está de moda. También está el asunto del tacógrafo, que nos está haciendo polvo. Además, está el tema de la AdBlue que ha subido tres veces lo que valía. Se trata de un aditivo que se echa para no contaminar y ha triplicado su coste. Nos preocupan además muchísimo las esperas en los talleres. Si antes esperábamos para una reparación unos días, en la actualidad estamos dos o tres semanas porque no hay piezas o no se sabe cuándo van a llegar. Por lo tanto, tienes un vehículo en el taller 15 días y el conductor en su casa y, mientras tanto, no facturas con el camión, pero sigues recibiendo todos los gastos.
—Piden la exención del uso del tacógrafo.
—Sí, es como la caja negra del camión y tenemos un gran problema con ello porque, según una norma europea, las islas de menos de 2.300 kilómetros cuadrados deben estar exentas de su uso. Si un camión sube a un barco a las 9 de la noche, llega a Ibiza de madrugada y, después de bajar, el conductor se dirige al polígono para descansar unas horas más, el tacógrafo indica después que durante ese periodo se ha movido el camión y, por lo tanto, el tiempo de descanso es insuficiente. Las denuncias llegan a los 2.000 euros y vas acumulando multas, las recurres y, menos mal que este año han aplazado la renovación de tarjetas porque tienes que estar limpio, sin multas pendientes, para renovarlas. En caso contrario, deberíamos cerrar la empresa. Estamos en Europa para todo, no sólo para lo que nos vaya bien, y la norma dice que no se debe usar el tacógrafo en islas de menos de 2.300 km2.
—¿Cree que los sindicatos están parados frente a la crisis actual?
—Sí. Participamos el miércoles en una concentración de la que tuve noticia el día antes. Desde Pimeef quisimos acudir representantes de la construcción, del transporte o la presidencia porque veíamos muy parado este tema, que nadie se quejara.
—En el caso de los paros que estaban previstos en Baleares, los transportistas pitiusos ya advirtieron que no los iban a secundar.
—Los camiones aquí, en julio y agosto, están parados porque la gente lo que quiere es trabajar con el turismo. Venimos de un invierno muy flojo y ahora, de febrero a junio, son los meses fuertes para el sector en Ibiza y Formentera. No podemos ir a la Pimeef y decir a los socios que voten un paro. Con todo lo que hay, ya nos dicen que no lo van a hacer. No es que lo decida yo. Hables con quien hables, nadie quiere parar porque ahora es el momento de poder facturar algo. Si estamos dos semanas sin facturar, ya no lo recuperamos de aquí a finales de año. Quiero aclarar que, en relación a los paros que estaban previstos en Baleares, una cosa es que no los fuéramos a secundar, pero los apoyábamos al 100 por cien. El tema del gasoil a nosotros nos afecta también, aunque hacemos muy pocos kilómetros en Ibiza o Formentera en comparación con Mallorca o con la Península.
—Las Pitiusas finalmente se han visto afectadas por los paros en la Península.
—Sin duda, el sector más afectado y a distancia ha sido la construcción. La pasada semana faltaron por llegar más de 100 plataformas y esta semana hemos ido por el mismo camino. Además, está el tema de la alimentación.
—¿Teme un posible desabastecimiento?
—No quiero levantar la alarma porque es algo muy fuerte, pero la cosa nos ha comenzado a preocupar más que la pasada semana, cuando todo el mundo todavía tenía algo de stock. Ahora ya hemos visto situaciones que no terminan de cuadrar.
—Sobre los piquetes, se ha llegado a acusar a los transportistas de ser de la ultraderecha.
—Son comentarios muy desafortunados. La gente está muy cansada y no hay que poner etiquetas cuando se paga o se trabaja en nuestras condiciones.
—No están nada satisfechos con las ayudas estatales recibidas hace meses.
—Cuando llegaron las ayudas de los 855 millones, que bienvenidas sean, 25 millones llegaron a transporte, pero no hemos encontrado en ninguna asociación a algún transportista de mercancías que haya recibido alguna ayuda. Entendemos que todo ha ido a viajeros. Ya hemos pedido varias veces a la Dirección General de Transportes que nos indique cuánto dinero ha ido a mercancías y cuánto a viajeros. No quiero decir que no lo merezcan por la disminución de la facturación. Estas ayudas ya vinieron malparidas de Madrid y, cuando algo viene mal, todo lo demás va mal. En pandemia, cuando las empresas de transporte de mercancías estábamos colapsadas porque todos compraban por Internet, era imposible facturar menos del 30%. Al no cumplir el primer requisito, no pudimos optar a las ayudas y nos encendió la sangre ver cómo se repartió el dinero.
—Al principio de esta crisis, el Gobierno hablaba de ayudas de 500 millones para el sector
—-Es que es nada. Hablaban de una bonificación fiscal al gasóleo de 4 céntimos por litro, cuando en Francia habían puesto sobre la mesa 15 céntimos de descuento y hasta 30 céntimos en Portugal. El Gobierno además quería esperar al día 29, cuando muchas empresas ya podían estar cerradas.
—El Govern ha presentado un Plan de choque contra el intrusismo también en el transporte de mercancías. ¿Sufren esta competencia desleal?
—Sí. Aquí, sobre todo en construcción, se trabaja mucho con vehículos de mercancías propias y quienes estamos en servicios públicos nos vemos afectados por ello. Tienen un camión para cuando lo necesitan y, si lo tienen parado y pueden hacer algún trabajo, lo llevan a cabo. La inspección es muy difícil. Lo puedes ver, pero demostrarlo después es complicado. Creo que habrá tres inspectores, pero como siempre será poco.
—Y sufren también competencia por parte de empresas de fuera que vienen a trabajar a la isla.
—Están viniendo muchas empresas de fuera a realizar transportes a zonas donde los profesionales de Ibiza no vamos porque está prohibido por limitación de peso. Las de fuera vienen con 40 toneladas, descargan y no les pasa nada. Hablamos de lugares como Platges de Comte o Portinatx, donde se están haciendo urbanizaciones grandísimas. Esto también es para nosotros competencia desleal. Estas empresas están en pueblos de Cuenca o Albacete, donde los impuestos o las nóminas de los conductores son muy bajas y no tienen tanto problema de personal como en Baleares. Lo tenemos muy mal para competir con este tipo de empresas. Tienen todo lo bueno de allí y después vienen a quitarnos el trabajo. No podemos llamarlo intrusismo porque pueden trabajar en toda España, pero nuestros costes son mayores.
—¿Cómo está el tema del relevo generacional en su sector?
—Mal porque si, observamos un poco, es muy raro encontrar a algún transportista menor de 35 o 40 años. Lo veo en mi empresa y en las de los compañeros. Entiendo que el carnet vale mucho; no es un sector en el que se cobre ninguna barbaridad, es muy esclavo y se trabaja mucho. Así, los jóvenes optan por otros trabajos.
—¿Cuáles son los retos más inmediatos para la asociación, ahora que inicias esta presidencia?
—Queremos ampliar el número de socios y crear un club de producto. Eso implicaría tener una serie de ventajas económicas para los socios por volumen de propietarios, como puede ser en tema de suministro de toallas o sábanas, seguros, servicios jurídicos… infinidad de opciones que servirían para atraer a nuevos socios. Ampliar la formación para profesionalizar el sector, sobre todo en invierno, a nivel de informática, de gestión de viviendas, trabajo a través de redes sociales. También cursos legales y fiscales que les permitan a los socios presentar mejor sus declaraciones. Trabajar la implementación de medidas de sostenibilidad, como hemos hablado. También el consolidar relaciones con asociaciones nacionales e internacionales. Ese sería un poco los temas básicos. Otro tema importante sería trabajar en la unidad de la asociación de Ibiza y de Formentera para tener más peso. Es mucho trabajo para los próximos cuatro años y hay que hacerlo bien. Tenemos un equipo joven, con ganas e ilusión y eso es muy importante.