Autocaravanas, furgonetas, automóviles con la casa a cuestas y hasta dos autobuses. Son algunas de las «soluciones habitacionales» que se encuentran en los laterales del camino que se adentra en sa Joveria accediendo desde el primer cinturón de ronda. Cualquier recoveco es óptimo para la pequeña comunidad asentada en este punto de la ciudad de Ibiza.
«No hay otra. Los precios de los alquileres en Ibiza son desorbitados por no decir que son auténticos atracos. Aquí estamos tranquilos. Se malvive pero sobrevivimos», apunta uno de los individuos que vive en uno de los vehículos.
Adentrándose por las sendas adyacentes a la pista principal, afloran varias infraviviendas, una media docena. Algunas tienen habilitadas duchas y cuidadas parcelas. A unos doscientos metros del camino principal se encuentran los restos calcinados de la caseta donde hasta el pasado sábado convivían dos personas.
La infravivienda fue devorada en cuestión de minutos por un virulento incendio. Las llamas atraparon a uno de los «residentes» de este asentamiento, un hombre de 46 años y nacionalidad rumana que falleció debido a las graves quemaduras sufridas en el 90 por ciento de su cuerpo.
Comunidad creciente
El silencio es la tónica general entre las personas que viven en este punto a espaldas del hospital de Can Misses, el CEIP sa Joveria y el Recinto Ferial.
Años atrás, antes de la pandemia, esta zona fue escenario de otros incendios y el Ayuntamiento de Vila llevó a cabo una limpieza de la zona. Servicios Sociales tiene controlados a buena parte de los habitantes pero «siempre hay movilidad y cambios. Ahora se aproxima la temporada y cada semana viene gente nueva», apunta uno de los residentes en esta zona.
La Policía Nacional mantiene abierta la investigación del incendio que acabó costándole la vida a un hombre.