La secuencia ocurre en un conocido beach club de Ibiza. En el aparcamiento, un grupo de viajeros finalmente decide irse con un taxista legal en lugar de con el pirata. El taxista legal, harto de la proliferación de conductores piratas en Ibiza, le recrimina que lo que está haciendo es ilegal y le empieza grabar desde su coche. Al verse grabado, el pirata se va acercando al coche del taxista legal, le llega a abrir la puerta y le invita a bajar del coche. «No te voy a hacer nada, pero baja; no me grabes», le dice el taxista ilegal. El conductor legal le dice que no toque su coche y que no le abra la puerta y que si quiere que llame a la policía. «No nos dicen nada», le espeta el taxista pirata. «¿Seguro? Llama a la Policía si no quieres que te grabe», le insiste el conductor legal. El pirata le dice que está «obsesionado», a lo que el legal le contesta que se busque un trabajo legal: «No quiero», responde el taxista ilegal. La discusión prosigue y el taxista legal le exige que no le quite el trabajo. «Baja del coche, que no te voy a hacer nada; no me grabes», insiste el conductor pirata. Y el taxista legal le responde: «Grabo lo que me da la gana, que estoy en la vía pública. No os tengo miedo, ni a ti ni a nadie».
Tras esta discusión, se escucha cómo los clientes explican al conductor legal que el pirata se les ha ofrecido a la salida del beach club para llevarles a unos apartamentos de ses Figueretes, trayecto que con el taxi legal les salió por 15 euros y el pirata les exigía 20 euros.