«Lo primero que se me pasó por la cabeza es que estaba muerto. Estaba semiahogado y cuando yo le hacía la reanimación, pensaba que no iba a vivir. Tuve mucha frialdad porque si me ponía a llorar no ayudaba y me lo estaba jugando todo. No lo pensé ni un segundo: lo vi, me tiré y lo saqué». Tras escuchar y leer estas palabras, cualquier persona puede hacerse una idea de lo que vivió Nadia Riberos el pasado sábado, cuando su hijo de 19 meses estuvo a punto de ahogarse en una piscina.
Muy afectada por lo sucedido, reconoce que «me despisté un minuto y la verdad es que me culpo por ello, aunque no me había ni sentado y estaba pendiente de él».
Los hechos tuvieron lugar sobre las 17.35 horas en la piscina del edificio de Vila en el que reside esta familia. En un visto y no visto, el pequeño se cayó al agua con la mala suerte de que uno de los manguitos se le salió del brazo. De inmediato, y tras ver que el niño no se movía, Nadia se lanzó a la piscina, sacó a su hijo del agua y comenzó a realizarle las maniobras de reanimación.
«Le empecé a hacer el masaje cardiopulmonar. Cuando vomitó, le hice el boca a boca y el masaje y continué así durante tres minutos hasta que llegó la ambulancia, que no tardó nada. Voló», relata la madre del pequeño Ferran.
Nadia recuerda cómo después uno de los policías desplazados cogió al pequeño en brazos y la tranquilizó diciéndole: «El niño respira. Le has salvado la vida».
De camino al hospital, Ferran acabó de ser estabilizado por los sanitarios y, ya en Can Misses, fue ingresado en Pediatría siguiendo los protocolos establecidos en estos casos. De esta manera quisieron descartar posibles problemas neurológicos derivados del semiahogamiento.
«Me dijeron que el niño estaba perfecto y simplemente la semana que viene deberá acudir a una revisión con su pediatra», aclara Nadia.
Esta madre, que asegura estar pasándolo «muy mal», quiere agradecer el apoyo emocional recibido por parte de los efectivos policiales que acudieron a la piscina. También, destaca la labor de los médicos y enfermeros que les asistieron, tanto en la ambulancia como en el hospital.
Se da la circunstancia de que Nadia había estudiado años atrás un grado de prevención de riesgos lo que, sin duda, ha salvado la vida de su hijo: «Recomiendo que todos los padres hagan un curso de primeros auxilios. Es muy importante porque es lo que puede salvar la vida de tu hijo, tanto si se atraganta como si pasa cualquier otra cosa. No sabes nunca cuándo puede suceder algo», reconoce Nadia.
El pequeño Ferran no es para nada consciente de lo sucedido y lo curioso es que, cuando llegó el domingo del hospital, lo primero que hizo fue acercarse a la puerta de la piscina, según relata la madre.
Para tratar de superar lo sucedido, Nadia asegura que «lo primero que voy a hacer es apuntar a mis hijos a natación».
El pequeño, tras pasar una noche en observación, fue dado de alta el domingo por la mañana y hoy juega ya como si nada hubiera sucedido.