Una treintena de comerciantes y vecinos de la avenida de Isidor Macabich se han concentrado este lunes por la mañana a las puertas de los Juzgados de Vila para protestar por la decisión del Consistorio, gobernado por Rafa Ruiz, de ejecutar la reforma de esta emblemática calle sin esperar a la recuperación del tejido comercial tras la pandemia de COVID-19. La presidenta de la Asociación de Comerciantes de esta vía, Marta Tur, explicó que los comerciantes de esta vía están registrando pérdidas «de entre el 50% y el 60%» por culpa de las obras y se preguntó por qué el Ayuntamiento no ha activado ninguna línea de ayudas para subsanar la situación.
Tur recordó que, en plena pandemia de COVID-19, el Consistorio activó ayudas para aquellos comercios que hubieran registrado pérdidas de un 40%. Por ello se preguntó por qué ahora no se hace lo mismo. En este sentido, algunos de los participantes en la protesta criticaron duramente a Ruiz y a su gobierno por haber rechazado el pasado jueves una propuesta del PP para abrir una línea de ayudas de 1,5 millones de euros que sirviera para que los comerciantes de toda la ciudad puedan afrontar el decreto de ahorro energético aprobado el pasado mes de agosto por el Gobierno central. Esta línea, según explicó el concejal del PP Jacobo Varela, podría beneficiar a más de 1.800 establecimientos, cuyos propietarios lograrían ayudas por un máximo de 800 euros. El voto en contra del Gobierno municipal no fue ayer aceptado por los comerciantes de Isidor Macabich que, según señalaron, no entienden que ni siquiera puedan acceder a unas subvenciones que consideran necesarias frente a unos gastos extra obligados por el decreto y tras las pérdidas que les están produciendo las obras de remodelación de la avenida.
La presidenta de la asociación denunció, por otro lado, que el Ayuntamiento de Ibiza les ha cobrado este año las tasas municipales íntegras, a pesar de que el Gobierno de Ruiz anunció importantes rebajas en las mismas. Marta Tur afirmó que, en estas circunstancias, «algunos comerciantes no pueden aguantar» y aseguró que algunos de ellos ya han echado el cierre definitivamente. También recriminó al Consistorio el incumplimiento de acuerdos como el de que agilizaría los trabajos con varias brigadas de operarios que estarían activos a lo largo de todo el día. Sin embargo, según señaló Tur, «en julio y agosto solo estaban trabajando cuatro o cinco personas» en las obras.
«Esta asociación lleva años luchando porque el centro comercial se trasladó a Ignasi Wallis y Vara de Rey», lamentó Marta Tur, «nos quitaron las paradas de autobús y ahora tenemos estas obras. Sobrevivir aquí es un milagro».
Comerciantes como Juana Nieto expusieron la difícil situación que están viviendo. Al igual que otros, Nieto ha tenido que pedir «varios préstamos» para poder mantener abierta su zapatería y afrontar los gastos. En su caso, adquirió género pensando en una temporada de 2022 de recuperación tras la pandemia. «No he hecho ninguna venta a turistas», afirmó, «y he tenido que pedir préstamos porque no puedo cubrir el género que he pedido por adelantado». Y añadio: «A mí una rebaja de 400 en el recibo de las basuras no me sirve porque estoy perdiendo esa cantidad cada día por culpa de las obras».
Eva Roig, también comerciante, denunció que Ruiz y su gobierno están «condenando a la inanición» a estos empresarios. En su opinión, parte de los fondos europeos que ha recibido el Consistorio para esta remodelación deberían dedicarse «a una compensación a los comercios afectados, proporcional a su tamaño y al número de empleados que tienen». Una propuesta que compartió Ramón Bufí, quien cerró su hamburguesería al poco de comenzar los trabajos. «Era imposible mantenerlo», denunció, «todo se fue todo al carajo, no podía asumir los gastos». Bufí criticó la falta de información por parte del Ayuntamiento y auguró que «no acabarán las obras ni para el verano que viene».
Cati Roig, vecina de Isidor Macabich, explicó por su parte, que las obras han tenido como consecuencia «pasar todo el verano con las ventanas cerradas». Pero, además, salir al balcón, en su caso, se ha convertido en «una pesadilla» puesto que tiene debajo de sus casas «abiertas desde hace meses dos canalizaciones de aguas fecales». «A mí me gustaría saber», añadió con ironía, «si el alcalde ya se ha comprado la bicicleta para pasear por aquí». Para Dolores Jiménez, propietaria de dos locales comerciales en la avenida, la remodelación ha significado «dejar de cobrar desde hace meses porque los comerciantes no pueden pagarme». «Yo necesito el dinero», afirmó, «y aguanto el tirón como ellos porque no voy a ir con una pistola para que me paguen. Pero lo estamos pasando muy mal».