En pleno corazón de Vila, entre Isidor Macabich y la calle Ramon y Cajal, dividida por la calle Vicente Cuervo, se encuentra la calle Juan de Austria. A menos de cien metros de Vara de Rey, esta discreta calle de Vila espera a que las reformas en uno de los hoteles de la zona revitalice un espacio que, a día de hoy, se ha convertido en apenas un lugar de paso.
Pilar es vecina de la calle «de toda la vida, aunque ahora también vivo en Palma». Sobre la vida en su calle, junto a su hija Aina, recuerda que «llevan años y años haciendo obra». «Primero el hotel, ahora este de aquí y antes el edificio de Zara. Que pusieron una rampa no permitía pasar con silla de ruedas, aunque eso se solucionó». Y es que en este tramo de Juan de Austria está la peluquería de Sebastián, que la define como «calle de atrás».
Argumenta que «han puesto las puertas de atrás de muchos negocios de las calles paralelas». El peluquero lleva 32 años en esta calle y hace una analogía muy gráfica: «Se ha convertido en el típico escenario de las películas donde está oscuro, sucio y con ratas y donde aparece una mujer muerta», entre risas con su clienta Marga. Mientras Sebas sigue trabajando, Marga le recuerda que «están haciendo un hotel de cinco estrellas aquí al lado, donde eran los Apartamentos Los Robles. Parece una contradicción en esta calle». «Va a parecer un pastel en un estercolero», replicaba entre risas el peluquero.
Falta de limpieza
De este modo, la limpieza de la calle es uno de los argumentos comunes entre los comerciantes de Juan de Austria. Jose, responsable de la ferretería, se aferra a que la apertura de un hotel de lujo afecte a la hora de la limpieza de la calle. Calle que Claudia, desde su taller de costura, asegura que sirve para aliviar las necesidades de algunas personas. Su vecina, Loli, en Natura, confirma el argumento de Claudia y se queja de que «cuando limpian, me acaban salpicando de porquería todos los cristales de la tienda». Además, denuncia que la seguridad de la calle ha empezado a estar en entredicho. «Nunca me había robado y este verano me entró una chica a la caja. Menos mal que la pillé a tiempo».
Maria Luisa es vecina de Vila y está acostumbrada a usar esta calle en sus paseos de jubilada. «En esta calle antes había muchos más negocios, peluquerías, cafeterías, jugueterías. Ahora se ve mucho más triste», aseguraba Maria Luisa mientras Ángel no quitaba ojo a las obras del nuevo hotel. «Soy arquitecto y esa solución que están haciendo allí no sirve para nada, le ponen un entallado al pilar, lo encofran con hormigón y no se puede pegar nunca», observaba.