Dos amigos de toda la vida, Rafael y Ramón, no han querido perderse este sábado por la mañana la oportunidad de retroceder varios años en el tiempo y quedaron para desayunar, por última vez, en la cafetería Milán de la ciudad de Ibiza. Ambos recordaron cómo, hace casi 30 años, este bar de la Vía Púnica «era el punto de encuentro de las pandillas juveniles que pudiera haber en Ibiza. Es todo un clásico», afirmaron. «Primero veníamos a la Milán y después ya hacíamos planes», aseguró también Joana.
Aunque el responsable de la cafetería confiaba en tener una última mañana tranquila, nada más lejos de la realidad. Vicente Losa no paró de servir cafés, preparar tostadas o zumos de naranja y, según reconoció, tras hacerse público que el sábado era el último día de la Milán, «estamos desbordados», ha explicado a Periódico de Ibiza y Formentera.
La avalancha de personas a partir del miércoles que este rotativo publicó que cerraba definitivamente por la jubilación de Losa fue tal que tuvo que hacerse con más suministros. «Cuando se acabe, ya está», afirmó Losa. Sobre cómo será su nueva vida a partir de ahora, Losa recordó sus ganas de viajar, reconociendo al mismo tiempo ciertas dudas: «A ver si ahora el día será demasiado largo, acostumbrado a trabajar 12 o 13 horas al día».
Alberto, un cliente habitual que desayunaba todos los días en la cafetería, señaló que «es una pena que cierre, pero Vicente tiene que jubilarse». «Que descanse, que se lo merece», añadió.
En una mesa del fondo, el candidato del PP al Ayuntamiento de Ibiza, Rafa Triguero, lamentó que este cierre supone «otro comercio más de la ciudad que se nos va». Carmen Domínguez explicó que, desde su juventud, había vivido en el local «tantas horas agradables y muy buenas». «Yo estudiaba en la Consolación y les contaba que a la hora del recreo intentábamos salir para venir a tomar algo. A veces había tanta gente, que nos teníamos que sentar dos en una silla. Es una pena que cierre. Me da mucha pena», destacó Domínguez, quien recordó la época en la que la Vía Púnica «era el centro de la ciudad».
Jordi, desde otra mesa, explicó cómo comenzó a venir hace un año para escribir con el ordenador «porque se estaba tranquilo y bien».
Las hermanas Marí -Rebeca, Virginia y Ana- junto a su madre Lali destacaron cómo la cafetería «forma parte de nuestras vidas». De hecho, explicaron que su abuelo Rafael Marí era el propietario del local cuando la Milán abrió sus puertas, hace casi 50 años.»Nos da pena que cierre, pero nos alegramos por Vicente», añadieron.
Felipa, una vecina de la avenida de España, reconoció su tristeza porque «llevo viniendo todos los días». No será fácil para esta mujer encontrar una nueva cafetería «porque aquí lo hacían todo buenísimo y saben cómo nos gusta a cada uno».