Rafa Triguero, alcalde de Vila y regidor de la Policía Local del municipio, ha querido comprobar de primera mano cuál es el trabajo que realizan los agentes policiales en sus patrullas y controles nocturnos. Tras poner en marcha el dispositivo especial de seguridad de ses Figueretes que une a policías locales y nacionales, Triguero acompañó a Josep Maria Prats, jefe de la Policía Local, y a Julián Córdoba, policía adjunto a la jefatura, en un recorrido por el barrio que terminó extendiéndose a La Marina y acabó con una parada sorpresa en el Parque de la Paz por un apuñalamiento.
Los tres quedaron en la Comisaría de la Policía Local, en el Cetis, para ir juntos al paseo de ses Figueretes. «Hay noches que tal vez tenemos unos 35 servicios y otras en las que nos vamos a los 20. Este año varía mucho con respecto a otras temporadas, que solían ser más homogéneas», comentaba Córdoba durante el trayecto en coche. Esta noche de jueves se encontraban en la zona un jefe de servicio y ocho policías, con otros dos extras que realizan un turno especial de media tarde hasta medianoche, además de la Unidad de Medio Ambiente, que van de paisano y controlan el tema ruidos y residuos. Los demás se organizan en patrullas, una de ellas de atestados.
«Ahora mismo hay una pareja de agentes de la Nacional que han llamado a una patrulla nuestra porque han detenido a un señor sin carnet de conducir que parece que va bajo la influencia del alcohol, y por ello han requerido a la unidad de atestados», explicó Prats, camino al lugar de los hechos. Ya era cerca de medianoche, y nada más llegar al cruce de la calle de Formentera con la calle de Asturias, las luces azules de los vehículos policiales cegaban la tranquilidad del resto de vías. Se trataba de un control de tránsito de la Policía Nacional que mantenía atentos a los clientes de los establecimientos cercanos.
Ses Figueretes
Una pareja esperaba sentada mientras varios agentes hablaban con ellos. «Hemos pedido colaboración a los compañeros de la Policía Local para hacer una prueba de alcoholemia», informó un agente de los denominado «Rayo» de Seguridad Ciudadana, provenientes de Palma. El varón debía volver a soplar el alcoholímetro porque la primera cifra obtenida fue muy alta. La segunda, sin embargo, también lo fue: «Ha dado positivo en un grado penal, de 0,86, por lo que se le hará una investigación, quedará como imputado y se presentará a la autoridad judicial mañana por la mañana». «Este servicio se enmarca en la presencia policial que queremos tener dentro de ses Figueretes y otros barrios», continuó exponiendo el jefe de la Policía Local.
Triguero continuaba el recorrido haciéndole preguntas a Prats y a Córdoba y charlando con algunos agentes para tener mejor idea de cuál es la situación de la zona por las noches. Detrás suya trabajaban los dos policías de la unidad de atestados, dentro de su característica furgoneta. En la otra esquina de la calle, una mujer salió muy enfadada de una discusión con un hombre, situación en la que se tuvo que intervenir. Asimismo, se paró a un motorista que circulaba sin ningún tipo de documentación. El alcalde, por su parte, quería ver cuál era el ambiente en la playa, donde una vecina aprovechó para contarle su experiencia en el barrio.
«Yo vivo acá con una niña pequeña y me da mucha pena el barrio los sábados, domingos… esto es impresentable», se introdujo la vecina ante la atenta escucha del alcalde y los cargos policiales. Es una mujer que lleva cinco años en ses Figueretes, pero asegura que desearía poder mudarse a otros lugares de la isla por el ruido, los problemas de tráfico o la basura: «Da la sensación de que el barrio está abandonado. Lo que pasa aquí no lo he visto en ningún otro lado». Se centró bastante en los botellones y en los borrachos, así como en los restos de vidrio que hay en la arena. «Todo esto se ha acabado», respondió Triguero, prometiéndole que «el año que viene se sentirá orgullosa de vivir aquí».
Hace una semana que está el dispositivo conjunto que une a varias parejas de policías locales y nacionales para realizar servicios por la zona. «Siempre que hay dispositivos conjuntos hay denuncias. La semana pasada, por ejemplo, la mayoría se dieron por consumo de sustancias o drogas», explicó Prats. Por su parte, Córdoba aclaró que ses Figueretes es un barrio con movimiento porque «tiene una playa muy urbana que atrae a muchísima gente a beber» al estar más cómodo y fresco que en otras partes. El despliegue policial se ve reforzado jueves, viernes y sábado, que es cuando se suele recibir más llamadas. Los domingos y lunes, por lo general, son más tranquilos, si bien en la playa de Figueretes «se ha hecho un dispositivo de refuerzo los domingos porque hay mucho ciudadano, normalmente sudamericano, que por cultura se reúnen en la arena a beber».
Por el paseo patrullaban una pareja de policías y dos agentes de la UMA que iban de paisano, que contaron que la noche era, por el momento, tranquila. «Tenemos el objetivo final de conseguir una Policía de proximidad, una Policía visible y más de barrio, que es lo que reclaman los ciudadanos», comunicaba Triguero, reforzando su compromiso con los vecinos de lo que denomina «puntos calientes de la ciudad». El primer balance del dispositivo especial de seguridad resulta «muy positivo» para el alcalde: «Es lo que nos explican los vecinos de aquí, que de forma sorprendente hay policías en el barrio. Y no solo en ses Figueretes, también en los principales núcleos turísticos».
Primera línea del puerto
Tras visitar el entorno de ses Figueretes, el alcalde quiso ver cómo discurría la noche en la Plaza del Parque, la primera línea del puerto y la calle de la Virgen (o carrer de la Mare de Déu). Se trataba de una postal muy diferente: las terrazas de los locales estaban a rebosar, los turistas copaban las calles y los negocios peleaban por ver qué música se escuchaba más. «Lo que regulamos en esta zona suele ser la ocupación de la vía pública, que los relaciones públicas de cada local no salgan demasiado de sus terrazas, que es donde están autorizados, y que los establecimientos tengan todos los aparatos de música conectados a limitadores de volumen», explicó Córdoba. Estos bares pueden poner música hasta la medianoche, cuando deberán reducir el nivel para que sea un sonido ambiente hasta la una de la madrugada. Igualmente, el volumen parecía muy alto a escasos 15 minutos del cese total de la música.
La zona del puerto y La Marina cuenta con una pareja de agentes uniformados y otros dos miembros de la UMA de paisano, así como con los casuales paseos de coches policiales. «Esta es una buena zona. Hoy hay cuatro DJs muy famosos tocando y los negocios nos dicen que ya se ha ido mucha clientela», comentaba Córdoba. «A veces, cuando hay menos actividad, lo que ocurre es que surgen piques entre los locales», charlaba Prats, ya llegando al muro. El alcalde, que se tenía que parar cada dos por tres a saludar a conocidos, quería realizar el camino de vuelta por la calle de la Virgen en una noche que por el momento se desarrollaba con tranquilidad.
El carrer de la Mare de Déu era otra historia. La gente abarrotaba el estrecho pasadizo, repleto de banderas de la comunidad LGTBI y con un ambiente muy animado. «Esto es otro rollo. Hay una clientela muy buena, con una atmósfera muy divertida. No suele haber problemas», comentaban Prats y Córdoba. El jefe de la Policía Local rememoraba sus primeros servicios en el lugar, en los años 80, cuando tenía que pasar en moto a través de la calle, llena de gente. En el caso del policía adjunto a jefatura, a sus 20 años paseaba por los locales uniformado y la gente le piropeaba. «Eran trabajos amables. Cuando eres policía, es muy simpático este recorrido», se reía.
Al final del pasadizo, ambos se detuvieron con Triguero para charlar con los dos agentes de la UMA y hacer balance de la noche, cuando tuvieron que advertir a un conductor de que no utilizase el claxon a esas horas. La pareja de policías mencionó el problema que hay con el volumen de la música en los establecimientos del puerto, sobre todo tras la desaparición del denominado «hilo musical» que acordaban los locales. «Al final se decidió romper y conlleva que cada local lleve su música, y cada uno quiere que se escuche la suya por encima de la del resto», aclaró Córdoba.
Sorpresa de vuelta a casa
«Esta noche está siendo muy tranquila», comentaban Prats y Córdoba, desconocedores de lo que ocurriría después. Volviendo a la comisaría, recibieron el aviso de una reyerta con arma blanca. Dos coches de policía y un furgón dominaban el Parque de la Paz, donde se había formado un corro alrededor de un joven que permanecía sentado en el suelo, herido. Le habían acuchillado el brazo derecho a la altura del bíceps y presionaba sobre el pinchazo mientras sus amigos y la Policía se congregaban alrededor suya. Triguero charlaba con los agentes al tiempo que esperaban que acudiese la ambulancia.
Uno de los amigos del herido trató de explicar lo ocurrido a este medio: «Era mi cumpleaños y estábamos en Figueretes. El tío (el agresor) solo me conocía a mí. Llegó y se fue, pero se quedó parado y se giró a decir que nos estábamos riendo de él». En ese momento se ve que comenzó a insultarles y a amenazarles, por lo que prefirieron irse. Ya de camino al Parque de la Paz, el agresor reapareció de una carrera al grito de «ahora sí que tengo cuchillo» y se lanzó sobre su víctima, el joven que ha recibido una herida por arma blanca.
Los agentes interrogaban a los testigos cuando apareció la ambulancia para atender a la víctima. «Se ve que se ha retrasado un poco porque acaba de haber un accidente en la avenida España entre una furgoneta y una moto», comentaban los policías. El choque se produjo cuando el vehículo golpeó el lateral de la motocicleta, lo que provocó que su conductora cayese al suelo y le tuvieran que trasladar al hospital de Can Misses, al igual que al joven que había sufrido el acuchillamiento.
El recorrido del alcalde terminó allí, a eso de las 02:00 horas de la madrugada, y le sirvió para «reforzar el compromiso del Ayuntamiento con la seguridad en la ciudad». Sin embargo, el dispositivo especial de ses Figueretes tuvo que actuar unas dos horas más tarde por un botellón en la playa tras recibir varias llamadas de los vecinos del barrio. La actuación policial se saldó con ocho denuncias por incumplimiento de las ordenanzas municipales, consumo de alcohol en la vía pública mientras escuchaban música, molestando a los residentes.