El lamentable espectáculo que presenció este país el pasado viernes, durante la Asamblea General extraordinaria de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), habrá supuesto para muchos ciudadanos toparse de bruces con la cruda realidad. Hay ámbitos en los que el machismo campa a sus anchas.
Son sectores normalmente ultra masculinizados, donde el instinto del primate se impone, muy por encima de la razón. El exceso de testosterona suele ser lo más importante y lo que rige el comportamiento de los machos alfa y, en general, la relación entre los distintos individuos del grupo; donde el poder y el dinero son los elementos capitales que todo lo condicionan.
La Asamblea General de la RFEF pareció más un congreso de orangutanes que la reunión del máximo órgano de la federación deportiva más importante del país. Una reunión de primates en la que todos estaban más pendientes de acicalar y desparasitar al lomo plateado, por miedo o por interés, antes que, en liberar a la manada de la tiranía de aquel macho embravecido, irracional y fuera de sí, que les arrastrará a todos por el barro, si es que no lo están ya.
Falso feminismo
El gorila lomo plateado al que todos vimos agarrar la cara de una futbolista campeona del mundo y estamparle «un piquito» sin su consentimiento, pretendió darle a todo el país una lección de feminismo. Nos aleccionó a todos sobre lo que es feminismo real y falso feminismo, porque si él, al que vimos besar de forma improcedente a una subordinada suya, no nos lo detalla, no sabríamos la diferencia. Él, que es un reconocido feminista desde que nació. Él, que llevó a sus hijas a la Asamblea General de la RFEF (a la que no sabíamos que pertenecían) y les dio una lección de vida; y ya de paso a todo el país. Tras su incalificable discurso, los presentes se pusieron de pie y gritaron «¡Unga! ¡Unga! ¡Unga!».
¿Un piquito?
No nos entretendremos en analizar las barbaridades que soltó el lomo plateado que pareció por momentos creerse Ortega y Gasset. Pero resulta repulsivo que ese sujeto indigno presida la RFEF. Si acaso, el zoológico de Madrid, donde podría ir proponiendo darle piquitos a las gorilas hembra, una vez las tiene agarradas por la cabeza. Pero sospecho y deseo que aquella sea la última vez que alguien haga algo similar.
Todos lo hemos visto y aun así hay quien defiende al troglodita en jefe, básicamente porque creen que tenía derecho a hacer lo que hizo, que eso no es tan grave, que no tenía mala intención. Pero lo peor de todo es que pudo disculparse al día siguiente y optó por llamarnos a todos «gilipollas» y «tocapelotas». Decidió difundir un vídeo con unas disculpas impostadas donde nada dijo del consentimiento de la víctima a su «piquito». Y qué decir de la astuta maniobra de filtrar a los medios que iba a dimitir en diferido para centrar la atención en su discurso, y acabar arremetiendo contra los medios «que rinden pleitesía al falso feminismo». Muchos picaron, por aquello de que «lo llevan todos». ¡Qué torpeza!
Machos y señoros
Pero en una cosa hay que darle la razón a Luis Rubiales, el auténtico feminista, el primer y único ejemplar de gorila lomo plateado verdaderamente feminista. Hay mucho falso feminista. Y viene al caso que yo recuerde hoy aquí que presencié con mis propios ojos en un acto en Ibiza, a un alcalde que presumía de ser el más feminista que jamás haya habido en la isla, de acosar a una compañera periodista sin el menor pudor, con expresiones más que improcedentes, que dudo que hubiese soltado si su esposa estuviera presente. Y es que no te puedes fiar de nadie. Y menos de un macho alfa con poder, que pretenda dar lecciones de feminismo.