La Calle Progreso atraviesa por un kilómetro el corazón de Sant Antoni desde la misma falda de la Talaia de Portmany. Una calle que comienza con la calma de una zona residencial para desembocar en el Passeig de ses Fonts con el frenesí turístico característico del pueblo.
En su transcurso habita el Mercat d'es Clot Marés, con tan sólo un puesto en su interior y con ‘El Pollastre' en la parte exterior que, junto al club de mayores en su piso superior, inyectan una buena dosis de movimiento vecinal a este punto. Sin aparcamiento y con el espacio justo para peatones y vehículos, la presencia de comercio local y tradicional en la mitad sur de la calle convive con amplias zonas con locales vacíos.
Segundo es uno de los vecinos veteranos del pueblo. «Vivo en Sant Antoni desde hace 40 años y trabajé muchos años en esta misma calle», explica. Sobre su calle, Segundo opina que «el único problema de esta calle es que tiene una acera demasiada estrecha que, además, se la ha comido una obra que están haciendo».
Limpieza
Su opinión respecto a la limpieza es positiva, «sobre todo si la comparas con otras calles del pueblo, la de aquí al lado, por la mañana está llena de globos y porquería».
Sin embargo, Segundo apunta a otro punto negativo de esta calle: «Tiene mucho tráfico, y es que la gente aprovecha para salir del pueblo por aquí y se acumulan muchos coches». María y Catalina, aunque son vecinas de Sa Vorera, transitan habitualmente esta calle.
«Es una calle que tiene mucho movimiento, tanto de turistas como de vecinos», opina María, quien matiza que «debe haber más vecinos que turistas». «Es una calle limpia», coinciden en afirmar las vecinas mientras Catalina reconoce que «antes venía más por esta calle», acompañando a su marido en su partida de cartas en el Club de Mayores. «Hoy he venido a comprar pescado en el mercado con María y a invitarla a desayunar en el Club», explica Catalina.
Mientras un perro interrumpe con sus ladridos la conversación, Catalina observa que «ya no se ven tantas cacas en la calle como se veían antes». Subrayó que «esto es que los dueños ya las recogen, son gente educada», apuntó.
Entre los comercios veteranos de esta calle se encuentra la mercería MarVi, donde trabaja Conchi desde hace cuatro décadas. Desde su experiencia, la opinión de Conchi es rotunda: «La calle ha cambiado mucho y para mal». Su argumento gira en torno a que «esta era la calle principal del pueblo, había de todo y estaba muy transitada».
«Ahora la mayoría de los locales están cerrados y ya no pasa tanta gente como antes. Además, los coches van a toda castaña», señala.
Éste es otro de los argumentos negativos respecto a su calle mientras Conchi subraya «el buen ambiente que tenemos con los vecinos y comercios de toda la vida» como punto más positivo de la calle Progreso. Marga y María José también trabajan en la calle y también apuntan a que «es una pena que haya tantos locales cerrados», mientras enumeran los negocios que han ido abriendo y cerrando últimamente.
«Aquí se forma la peor cola del pueblo, aparte de la de Can Coix, y es que no hay más salida que ésta», apunta María José, mientras Marga coincide con Conchi a la hora de subrayar «la buena sintonía que tenemos entre los vecinos».
Fani tiene su relojería en la misma calle y su veteranía, trabaja en esta calle desde hace 40 años, también la lleva a coincidir con la opinión de Conchi: «Sant Antoni ha cambiado mucho últimamente, viene mucha gente joven que apenas gasta en el comercio local o en restaurantes y sólo se limita a pasear prácticamente en pelotas por la calle antes de irse a un beach club».
«El comercio de esta calle se mantiene solo gracias a la clientela local, por eso abrimos todo el año», zanja Fani.