Tal y como estaba previsto el alcalde de Vila, Rafa Triguero, descubrió ayer la placa conmemorativa del mercado en una de sus esquinas, en la que se encuentra la caseta de los encurtidos para ser exactos.
Fue en esa misma esquina dónde comenzó la ballada de la Colla de sa Bodega, un baile que duró una media hora y que acaparó la atención de todas las personas que estaban por los alrededores, entre ellos gente de la isla desplazada para el evento y turistas que sacaban la cámara para retratar un momento tan conmemorativo.
Un momento muy simbólico fue la llegada de los carruajes que venían desde la Av. Sta Eularia, que recorre el puerto, cargados de parejas de payeses y payesas vestidos todos ellos con sus típicos trajes y arrastrados por caballos, como se hacía antes.
Para Nieves, vecina de Ibiza, la actividad del mercado no es solamente es la compraventa, «si quieres conocer a la gente de un lugar vas al mercado, ves a la gente donde compra, intercambia opiniones e incluso es dónde se discute».
El alcalde Rafa Triguero recorrió todo el mercado después de abrir el evento y visitó cada uno de sus puestos. Alegre por la efectividad del comienzo de esta celebración declaró para el Periódico de Ibiza y Formentera: «Se cumplieron los 150 años en enero y no podíamos acabar el año sin hacer esta celebración para lo que ha sido el centro de la actividad, del punto de encuentro, el punto a nivel comercial desde hace muchos años».
El puesto de verduras de Pepita antes lo llevaba su madre y antes su abuela. «Yo estoy muy contenta de que quieran volver a agilizar todo esto porque se había quedado muy muerto y lo necesitábamos, y más nosotros que estamos aquí trabajando en ello toda la vida». Tras preguntarle si alguna vez han dejado el puesto, Pepita responde con orgullo: «He tenido años buenos, años muy malos y años mejores pero siempre hemos seguido aquí». Manifiesta que solamente hay tres puestos de fruta y verdura y mantiene la idea de que si hubieran más puestos «más gente vendría y nos ayudaría mucho».
Juan Tur Fluxà es miembro de una familia de artesanos «de toda la vida». Primero crearon una destilaría que trabaja con producto local exclusivamente y desde hace dos años pusieron en marcha Ibiza Delicatessem que involucra productos como mermeladas, salsas picantes «de nivel» con productos autóctonos.
«Yo creo que afortunadamente la gente actual del Ayuntamiento y del Consell le está dando mucho valor al concepto de producto local, y eso genera una conciencia cada vez mayor. Primero facilita la venta, antes un pescador no sabía si lo iba a poder vender, hoy eso no sucede porque hay un reconocimiento; segundo, favorece que el trabajador de campo, que hace un trabajo muy duro, también tenga salida; y en tercer lugar, parece que todo va muy bien, y si sigue así a lo mejor facilitan el impulso de empresas agroalimentarias transformadoras, como es la nuestra por ejemplo», señala.
«Nosotros hemos hecho una triangulación, ya que compramos el producto local cultivado en una finca en Sant Carles, trabajamos con una cocina de alto nivel y lo elaboramos. En 15 días además, aparecemos en el mercado con alioli vegano».
Victorino Planell regenta el Estanco próximo al mercado, un negocio familiar de cuarta generación, que lleva cien años abierto. A Victorino le apasiona la idea de que la esencia del mercado vuelva a sus orígenes. «Son muchos los años que llevamos detrás de de un programa como el que se está llevando a término, haciendo más actividades para el pueblo. Estamos muy contentos con la gestión del Ayuntamiento. Este lugar es un sitio de encuentro entre los ciudadanos del puerto».