Los docentes del CEIP Can Raspalls han dicho basta. El claustro de este centro educativo de infantil y primaria de Sant Jordi ha enviado un escrito dirigido a la Conselleria de Educación y al Ayuntamiento de Sant Josep en la que muestran su «profunda preocupación, tristeza y descontento» por la situación del colegio. Aseguran los docentes que, un mes después de iniciarse el curso, todo sigue igual en cuanto a recursos humanos «a pesar de haber hecho los trámites oportunos y haber manifestado por los canales establecidos la necesidad imperiosa de recursos humanos para poder atender a nuestro alumnado».
El claustro del centro educativo jordier recuerda que el pasado mes de abril se quedaron sin auxiliar administrativo y sin conserje, dos puestos que aún no han sido cubiertos por la Administración. «Y todavía es más incomprensible la situación en cuanto a las infraestructuras del centro», aseguran los docentes recordando que hace dos cursos y como consecuencia de la caída de varias ventanas correderas «se nos indicó que se cambiará toda la carpintería de aluminio. Todavía no se ha cambiado ni una ventana».
Alumnos con necesidades
Los docentes explican que su centro es de doble línea con una aula UEECO para alumnos con necesidades especiales y que «la sobrecarga que estamos experimentando los profesionales se hace cada día más evidente». En este sentido, destacan que se encuentran «más desbordados que nunca» por la reducción en la plantilla de ATE (Auxiliar Técnico Educativo) este curso, «que ya era muy justa para responder a las necesidades de apoyos que había en cursos pasados». La reducción de ATEs añadida a la no sustitución del conserje y el auxiliar administrativo provocan «un entorno educativo poco propicio para el desarrollo y la seguridad de los niños. En la situación actual es muy complicado ofrecer la atención que nuestro alumnado necesita», destaca el claustro.
Los maestros del CEIP Can Raspalls alertan de que el perfil de los alumnos en toda la isla ha cambiado «en los últimos dos o tres cursos. Ahora nos llegan más alumnos con graves necesidades emocionales y con graves dificultades de aprendizaje; nunca habíamos visto tantos niños con rasgos autistas, trastornos emocionales y del lenguaje como ahora, después de la pandemia». El claustro del colegio no pone en duda que la diversidad en las aulas sea «valioso y enriquecedor, pero para atenderla como requiere hace falta disponer de profesionales suficientes durante toda la jornada escolar y no solo de manera puntual cubriendo un par de horas a la semana». En este sentido, los docentes aseguran no disponer de los recursos humanos para cubrir estas necesidades y que «simplemente hacemos lo que podemos».
Explican los maestros en su misiva que el número de ATE en su centro ha pasado de 3,5 a 2,5. La explicación dada desde la Conselleria y que «no nos convence» es que los criterios para asignar este recurso a un alumno «cada vez son más restrictivos. Esto hace que, a pesar de tener más alumnos que el año pasado que requieren la atención de este perfil profesional, se nos haya recortado». Con esta nueva situación, un ATE siempre está en el aula UECCO y sólo queda un ATE a jornada completa y otro a media jornada «para cubrir las necesidades de todos los niños de infantil y primaria».
Esta situación no tan solo afecta a los niños con necesidades especiales sino también al resto de la clase, ya que «no se les puede proporcionar la atención personalizada que requieren para su desarrollo integral». «A menudo, los tutores tenemos que parar la clase y dedicar toda nuestra atención a un solo niño que está llorando, gritando, autolesionándose o que se ha escapado del aula porque necesita salir de ella. En este instante tenemos que dejar lo que estamos haciendo, avisar al maestro de al lado para que vigile las dos clases y buscar al alumno fuera del aula para evitar que se haga daño, calmarlo y reconducirlo. Para esto, necesitamos entre cinco y quince minutos para poder volver a clase y continuar el trabajo que hemos dejado a medias», explican desde el claustro.
Maestros conserjes
Los docentes del CEIP Can Raspalls culpan al Ayuntamiento de Sant Josep de no haber cubierto la plaza de conserje «desde hace meses». Un problema que genera «una situación complicada durante las entradas y salidas de las familias en los diferentes horarios y nos genera una gran preocupación para la seguridad de los niños, ya que la puerta se tiene que abrir y cerrar a menudo a lo largo de la mañana». De momento, los mismos maestros son los que deben asumir tareas como responder las llamadas de teléfono, hacer fotocopias, las gestiones con el Ayuntamiento relacionadas con el mantenimiento del centro, la apertura y cierre de las instalaciones o la recepción de paquetería y material.
Los maestros del colegio Can Raspalls aseguran que el estrés «está pasando factura y los profesionales estamos agotados de realizar tareas que no son propiamente nuestras funciones. Esto impacta negativamente tanto en nuestra atención al alumnado como en nuestra salud y bienestar». Y añaden que «no somos superhéroes capaces de hacer de psicólogos, padres, telefonistas, relaciones públicas, administrativos o de médicos sin inmutarnos. Somos maestros, educadores, y es para acompañar al alumno en su proceso de crecimiento personal y de aprendizaje para lo que hemos estudiado».
Por esta razón, instan tanto a la Conselleria de Educación como al Ayuntamiento de Sant Josep a que tomen medidas inmediatas para solucionar las carencias mencionadas «y asegurar una educación de calidad para nuestros niños. Nuestros alumnos se merecen una escuela equipada con los profesionales suficientes y segura».