Catalina y Margalida han conseguido que celebraciones como bodas o aniversarios luzcan esplendorosas y que en ceremonias menos alegres muchos hayan podido despedirse de sus seres queridos con una flor. Después de 42 años, las fundadoras de la Floristería Es Baladre, en pleno centro de Ibiza, cuelgan los delantales y las tijeras de podar y desde ahora disfrutarán de su merecida jubilación.
Fue en abril de 1982 cuando estas hermanas decidieron abrir la floristería en un pequeño local anexo al actual. «La cafetería se abrió un año después», comenta Catalina, recordando que el encargado del conocido establecimiento también se jubiló hace justo dos semanas.
Aunque los padres de Catalina y Margalida eran comerciantes, el mundo de las flores era algo totalmente desconocido para las hermanas. Fue el cuñado de la primera, Pedro, quien tuvo la idea de abrir el negocio a medias. «Eran otros tiempos y los conocimientos que no teníamos en aquel momento, lo suplimos con esfuerzo, trabajo y ganas», señala.
Ni el colorido de sus flores ni la alegría que transmiten, evitan este sábado que cierta tristeza y melancolía se apoderen de los clientes y trabajadoras de Es Baladre en esta última jornada. «Cuesta mucho y tendremos algunos buñuelos y cava para quienes vengan, pero hoy me levanté fatal. Nos ha costado mucho dar el paso», reconoce la propietaria.
Sin poder dar demasiadas pistas por aquello del secreto profesional, Catalina explica que en todos estos años han trabajado para la Casa Real, así como para tantos personajes conocidos que suelen visitar la isla a lo largo del año.
«El mundo de la floristería ha cambiado mucho. Al principio se vendían muchas plantas para casas, muchas más que ahora. Todo ha ido evolucionando y la gente pide ahora grandes ramos con flores más especiales», insiste.
En cuanto a los precios, Catalina no cree que el sector sea de los que más se ha encarecido y explica que, en la última celebración de Todos los Santos, incluso los claveles bajaron un poco de precio. Lo que sí ha cambiado es el estilo que buscan los clientes cuando solicitan un ramo para una boda u otro evento especial. Si antes lo dejaban prácticamente todo en manos de las expertas, ahora «vienen con un montón de fotos y te piden cosas concretas».
Paquita lleva 27 trabajando en el negocio, por lo que también vive este sábado con un cúmulo de emociones. Lourdes trabaja en este comercio desde hace algunos meses después de realizar unas prácticas tras su paso por Can Marines. «Me gustaba mucho este mundo y me apunté a un curso. Como siempre, para este último día tenemos encargos. Cada una tiene su toque especial», destaca flor en mano.
María ultima un precioso ramo de rosas azules que impresiona por el colorido. Se trata de un encargo que elabora con la inevitable emoción de saber que, tras muchos años en Es Baladre, este es un día particular.
Con siete trabajadores en plantilla, el hijo de Catalina tiene previsto continuar con el negocio familiar y abrirá, tan pronto pueda y le sea posible, un nuevo Es Baladre en otro punto de Vila. En esta última jornada, las floristas ultiman los detalles de algunos encargos, probablemente los ramos más especiales de Es Baladre.