Algunos usuarios de Proyecto Hombre Ibiza han conseguido dejar atrás sus adicciones, otros todavía siguen luchando para superar esta dependencia de sustancias y seguir adelante con su vida. Cuatro testimonios reales que, estando en diferentes fases de recuperación, relatan sus historias personales algo emocionados, especialmente la usuaria ibicenca Celia, quien tras 21 meses en el programa Solpost para personas consumidoras de sustancias recibirá el alta terapéutica en una semana.
«Me da pena marcharme. Siento como si tuviese que abandonar mi segunda casa. Llegué muy reacia, pero aquí dejo muchos recuerdos y sentimientos», señala esta mujer con lágrimas en los ojos, rodeada de otros usuarios del centro. En este sentido, relata que lo más difícil para ella fueron las pautas y limitaciones que se aplican inicialmente en el programa. No obstante, explica que, gracias a las cinco terapeutas que trabajan en Proyecto Hombre Ibiza, «todo se supera».
«Toqué fondo»
«Llamé al centro porque toqué fondo. Cuando entraba por la puerta siempre pensaba que iba a recaer en algún momento, pero ahora me voy sabiendo que no lo voy a hacer», señala esta mujer todavía algo conmovida. «Aquí me han enseñado a saber comunicarme con mi marido. Me han enseñado a quererme y valorarme a mí misma», agrega junto al usuario Jesús Ferrer, quien está en la primera fase del tratamiento. Este vecino señala que su adicción empezó a «afectar considerablemente al propio entorno laboral», perjudicando su estabilidad en este ámbito. «El problema no es la adicción, sino las actitudes y los traumas que llevas arrastrando durante tu vida. Estas circunstancias son las que te llevan al consumo de alcohol o de sustancias», apunta, resaltando la importancia de saber pedir ayuda.
«Yo primero fui al centro de día porque necesitaba un cambio urgentemente y me hablaron de Proyecto Hombre. Cuando llamé al centro lo hice en un estado lamentable y casi en horario de cierre», recuerda este hombre mientras agradecía la profesionalidad de todas las terapeutas que trabajan en la entidad. «El equipo terapéutico es muy profesional, pero, aunque te den todas las herramientas para trabajar, el proceso de recuperación depende de ti», añade. En esta misma línea, reconoce, tal como le pasó a Celia, que le costó abrirse y hablar de emociones en las sesiones.
«Gracias al equipo ahora tengo más autoestima. Además, la orientadora laboral de Proyecto Hombre me ha ayudado a encontrar un trabajo durante el tratamiento», subraya con satisfacción. Muy cerca de ambos está el usuario Carlos, quien gracias a la insistencia de su entorno recurrió a este centro de Ibiza después de dos intentos de acabar con su adicción en centros de la Península. «Tuve que hacer un cambio radical porque venía de dos procesos fallidos. Cuando llegué aquí empecé a sentirme liberado, aunque es cierto que al principio te acompaña el estigma. No obstante, la falta de prejuicios, el trabajo colectivo que se realiza aquí dentro y ese esfuerzo a nivel comportamental refuerza el proceso de recuperación», relata con seguridad este joven.
«Romper muros»
Asimismo aclara con rotundidad que la adicción se desarrolla a raíz de una consecuencia, «no es una causa». Carlos, que también está en el programa Solpost, explica que actualmente está en fase dos del tratamiento: «Llevo nueve meses en total y tres semanas en la fase dos. Ahora mis zonas de trabajo son las áreas emocionales y el diagnóstico cognitivo». Este joven, que se mostró en todo momento muy consciente de su realidad pasada en el mundo de las adicciones, manifiesta que en Proyecto Hombre los usuarios son capaces de «romper muros» y «barreras», y deconstruir una vida asociada a la dependencia.
«Este centro te ofrece una estructura sólida. Aunque vengas solo, todos los profesionales te acogen con los brazos abiertos y, gracias a los programas terapéuticos específicos, consiguen abordar las vertientes más débiles para que nuestro castillo de naipes se convierta en un castillo de piedra», apunta este joven. En este sentido, señala que las primeras fases son las más complicadas porque los usuarios tienen que seguir unas pautas y limitaciones. Lo mismo ocurre en el centro de día. Este espacio, según la subdirectora del centro de Proyecto Hombre en Ibiza, Águeda Ramón, es un centro de reducción de daños. «No se exige la abstinencia, pero con todas las actividades que vamos realizando la persona va modificando esos hábitos que se alejan del consumo. Nosotros tenemos dos itinerarios: uno más enfocado a que la persona haga un proceso terapéutico de alta exigencia y otro de apoyo en el centro de día para mejorar la calidad de vida», informa esta profesional junto a los usuarios en la sala principal.
15 usuarios
Actualmente en este espacio hay 15 usuarios que asisten todas las mañanas, de lunes a viernes, de 9.00 a 13.00 horas. «No hay consumo durante este tiempo. De estos usuarios, algunos recibirán atención ambulatoria en los distintos programas de Proyecto Hombre Ibiza y otros se van derivados a Palma para ingresar en comunidades terapéuticas», explica, resaltando que lo esencial para entender el centro de día es que este espacio ofrece un tratamiento de reinserción de personas en riesgo de exclusión social: «La mayoría de usuarios carece de una estructura en la que poder apoyarse». Una de estas personas que están en este centro es Amadu, un joven senegalés que lleva varios años viviendo en Ibiza. Actualmente está en el centro penitenciario de la isla por tráfico de drogas. «Yo era muy activo con los porros y venir aquí me está ayudando mucho porque la atención es muy integral y toca todo tipo de hábitos», relata este joven, quien reconoció a Periódico de Ibiza y Formentera que durante su adicción sintió cómo tocaba fondo. «Yo tenía una ilusión personal y no salió bien. Me costó mucho llegar a Palma y cuando estuve allí, me trasladaron a Ibiza», señala, destacando que actualmente tiene el tercer grado de tratamiento penitenciario y asiste al centro de día todas las mañanas de 9.00 a 13.00 horas. «Sólo tengo palabras de agradecimiento para todos los profesionales de Proyecto Hombre», apunta Amadu con una sonrisa. Mientras todos estos usuarios relataban sus historias personales, Águeda Ramón, que los conoce muy bien, asentía orgullosa. Fue entonces cuando explicó que este año Proyecto Hombre se está centrando especialmente en la prevención que, según la subdirectora del centro, es «la gran olvidada».
Metodología
«No sólo hacemos tratamiento, también realizamos prevención e investigación en adicciones porque el equipo de trabajo es un equipo muy profesional, y trabajamos bajo estándares de calidad. Continuamente estamos evaluando lo que es la efectividad y la validez de las actuaciones del centro», informa.
En esta misma línea, subraya que una persona con una adicción que recurre a Proyecto Hombre no se ha de adaptar a la metodología, sino que es la metodología la que se ha ido adaptando al usuario con la creación de diferentes programas terapéuticos específicos. «Hemos ido implantando diferentes programas para una problemática específica. Entre ellos tenemos el programa Solpost, que atiende adicciones mixtas, el programa Ítaca que trabaja con personas con problemas de adicción al alcohol y también un programa específico de adicciones comportamentales, como la adicción a las apuestas, las compras, el sexo o la prostitución», relata, haciendo hincapié en el rango de edad, ya que estos usuarios tienen más de 24 años. «También tenemos un programa ambulatorio para jóvenes que se llama Just a temps, que está adaptado a las necesidades de los jóvenes de hasta 23 años que presentan problemas de dependencia», informa. En esta misma línea, indica que actualmente hay un grupo de siete jóvenes en este centro. Paralelamente, agrega Ramón, se trabaja con las familias de estos usuarios realizando un plan específico de ocho sesiones donde se enseña habilidades parentales.
«En todos los programas ambulatorios se trabaja con la familia. El mes de febrero se cerró con 80 usuarios, más las familias de estas personas. La atención es totalmente integral», apunta Águeda también emocionada al observar a los usuarios y el camino recorrido hacia el proceso de recuperación. «Cuando hay un alta terapéutica es cuando se ha llegado a los objetivos del plan de trabajo y Celia lo ha hecho», concluye orgullosa.