Hugo participa en la categoría senior en el certamen local de la importante competición World Robot Olympiad en el polideportivo de Es Pratet. Junto a otros dos compañeros, este joven de 14 años se enfrentará a otro equipo de la misma categoría y el vencedor, tanto por tiempo como por puntuación, podrá clasificarse después para el nacional que tendrá lugar el próximo mes de septiembre en Almería.
«Tenemos que hacer el máximo de puntos en dos minutos», explica Hugo mientras no pierde detalle del recorrido que sobre una mesa realiza su robot apilando y moviendo pequeñas piezas de Lego.
«Yo empecé a los 10 años, pero desde que tenía ocho ya visitaba el taller. La competitividad y la posibilidad de estar con los amigos creando nuevos proyectos es lo que más me gusta», afirma Hugo.
Su madre Verónica le observa desde las gradas y no duda en asegurar que el mundo de la robótica aporta grandes beneficios a los jóvenes como dotarlos de una gran paciencia, además de enseñarles a trabajar en equipo. «Son niños que desarrollan mucho la paciencia porque es un trabajo muy minucioso, de muchas horas, y que nunca sale como esperan. Prevalece la pasión frente a la frustración», comenta.
Los dos hijos de Javier forman parte del Club de Robótica Educativa d´Eivissa y es «toda una experiencia», según dice. También destaca cómo esta actividad permite a sus hijos aprender matemáticas e incluso programación de ordenadores o electrónica. «Les inscribimos y les gustó. Aunque parece complicado al principio, es meterse en este mundillo y poco a poco vas haciendo montajes», recuerda.
El Club de Robótica Educativa d´Eivissa organiza por séptimo año este evento en el que participan niños y jóvenes de entre 8 y 19 años. Repartidos en seis mesas y sin perder la concentración ni un segundo, los equipos ajustan sus robots esperando el momento de competir.
David Solà, entrenador y profesor del Club de Robótica, destaca que este año compiten 22 equipos entre todas las categorías y recuerda cómo han podido acudir a las Olimpiadas de Robótica en varias ocasiones compitiendo en países como India o Costa Rica.
«Aquí vienen a participar, a aprender, porque esto es robótica educativa y aporta los mismos valores que cualquier otro deporte. La robótica es muy beneficiosa para los chicos porque es como un cajón de sastre en el que encuentras de todo: desde matemáticas a electricidad. También aprenden algo muy importante hoy en día como es el pensamiento computacional», asegura.
Lejos quedan aquellos tiempos en los que a los jóvenes interesados en la robótica se les calificaba con palabras poco acertadas, según expresa Solà.
«Esto es una afición más», concluye.