Ca n’Antonia, ubicado en el corazón del barrio de Can Guasch, en Santa Eulària, ha sido un punto de encuentro desde mucho antes de su transformación en bar. Antonia Marí, mucho antes de plantearse dedicarse a la hostelería, decidió abrir un supermercado en los años 90. Fue la única tienda del barrio durante años y, como recuerda Marí, «menos carne y pescado, teníamos de todo».
Como muchos bares en Ibiza, Ca n’Antonia surgió de una pequeña tienda de barrio. «Los vecinos compraban cervezas frescas y bocatas para sentarse a la sombra y pasar la tarde», comenta Antonia. Esta idea fue clave cuando decidió cambiar el rumbo del negocio tras la apertura de un hipermercado cercano que afectó sus ventas: «Pasé de vender productos a apuntar cuentas que no sabía si me pagarían algún día».
Impulsiva por naturaleza, Antonia cerró el supermercado en agosto para tomarse unas vacaciones. «En septiembre ya estábamos tirando paredes y, para diciembre, el bar estaba abierto», cuenta con una sonrisa, agradeciendo el trabajo de su marido Manuel, cuyo oficio de constructor fue vital para la reforma. «Él hacía de oficial y yo de peón», recuerda con humor. Desde entonces, han hecho dos reformas más: «La primera porque el local se quedó pequeño y abrimos el salón, y la segunda porque en la cocina apenas cabíamos para hacer una paella».
Antonia admite que no tenía experiencia previa en hostelería. «Yo no sabía ni freír un huevo», confiesa. Su intención inicial era servir bocadillos y alguna tapa, pero rápidamente los clientes comenzaron a pedirle platos más elaborados como el ‘bullit de peix’ o las migas que su marido, oriundo de Granada, echaba de menos. «Tuve que ponerme las pilas, aprendiendo de libros y pidiendo consejos a quienes sabían más que yo», afirma.
Hoy en día, los platos estrella de Ca n’Antonia incluyen su famoso arroz con bogavante durante el verano y platos de cuchara en invierno como ossos amb col, sofrit pagès y arròs de matances. Además, destaca su pollo al ast y otras carnes como codillo y lechón, que cocina con su popular asador. «Me encanta la cocina andaluza y procuro combinarla con platos ibicencos», comenta, definiendo con humor su bar como un lugar «empeltat de murcianos y payeses».
La pasión de Antonia por la cocina la lleva a recuperar recetas tradicionales. «Quiero volver a los platos que hacían nuestras abuelas, como faves pelades, mongetes roges amb ossos i col, fideos amb costelles i carxofes o farinetes», asegura, dispuesta a incorporarlos pronto en su menú.
El equipo de Ca n’Antonia incluye a su hijo Quique, junto a Toni, Laura y Evelin como camareros. Dana y Jose trabajan en la cocina junto a Antonia, mientras Carmen se encarga de la limpieza. Quique también ha impregnado el bar con sus aficiones por el fútbol y el motociclismo, reflejadas en las paredes decoradas con motivos del Atlético de Madrid y el equipo de Valentino Rossi.
Respecto a la clientela, Antonia destaca que la mayoría son vecinos del barrio, habituales que, a lo largo de los años, han convertido Ca n’Antonia en un segundo hogar. Domingo, un cliente asiduo, no duda en alabar el ambiente: «Todo lo hacen bien. Vengo muy a menudo a encontrarme con los amigos y a tomarme un vino. A la cocina le pondría un nueve, porque Antonia siempre puede superarse» dice entre risas, dejando espacio para el futuro.
Para muchos, lo que realmente les atrae es la comida tradicional. David, otro cliente habitual, asegura que «somos muchos los que venimos por la comida ibicenca. Antonia se ha convertido en toda una especialista. Le puedes encargar un arròs de matances o lo que sea, y te lo hace tal como te gusta». Jaume, sentado a su lado, no duda en asentir: «No puedo añadir mucho más, la cocina es excelente».
Joan, uno de los clientes más veteranos del bar, recuerda con especial cariño el menú del día: «Hoy mismo me he comido una tapa de carrillada de ternera exquisita. Todo lo que sale de esa cocina es estupendo y el servicio es fuera de serie». Otro Joan, un habitual de la barra, añade: «Yo soy de buena barra, me gusta cualquier cosa que salga de la cocina de Antonia».
El ambiente familiar y amistoso también es lo que destaca Sánchez, quien, aunque solo viene ocasionalmente, considera Ca n’Antonia «el mejor lugar para encontrarse con los amigos». Pepe comparte la misma opinión: «La cocina y el servicio son muy buenos, pero lo mejor son los momentos que vivimos aquí con los amigos. Al final, es lo único que nos llevaremos».
Algunos clientes incluso llegan a sentirse como en casa, literalmente. Xicu, quien vive a pocos metros del bar, comenta que «vivo tan cerca que, cuando estoy aquí, es como estar en mi propia casa».
Para los nuevos visitantes, el buen sabor de boca se mantiene. Álvaro, en su primera visita, quedó encantado: «Es la primera vez que vengo y las croquetas de pollo que he comido son buenísimas. Soy muy fan de las croquetas», dice con entusiasmo. Carmen, que acude de vez en cuando, valora el ambiente: «Es un lugar tranquilo y agradable, y la comida que hacen parece la de casa». Por su parte, Trini señala que, aunque no viene con frecuencia, «es un buen lugar para reunirse». Clara, otra cliente habitual, destaca la hospitalidad del local: «Es un lugar donde te tratan bien, la comida es buena y es tranquilo. El único problema es que no hay aparcamiento y si no vives cerca cuesta venir».