«Este miércoles, mientras le cambiaba el aceite a una de mis máquinas, escuché un ladrido y los cencerros de las ovejas. Eran las 15.15 horas», explica a Periódico de Ibiza y Formentera Vicent d’en Serra, quien salió rápidamente en busca de su rebaño junto a su esposa, Lina, y su hijo Josep. «Vi a un perro mestizo con el lomo negro y oí a otro ladrando, así que estoy seguro de que son dos», comenta Vicent, visiblemente afectado por el nuevo ataque en su finca de Sant Joan.
En esta ocasión, dos de sus ovejas han resultado heridas. «Una tiene mordidas en el muslo y el pecho, y a la otra le han destrozado la cola, la médula cerca de las mamas y la parte de atrás», detalla Vicent con frustración.
Este no es el primer ataque que sufren. El pasado 8 de octubre, tras volver de una visita al dentista, Vicent encontró a dos de sus corderos muertos. «Cuando llegué por la tarde, todas las ovejas estaban arremolinadas, pero los corderos faltaban. Los busqué al día siguiente y los encontré totalmente destrozados», relata, convencido de que los responsables eran, nuevamente, perros sueltos.
A lo largo de este año, la finca ha sufrido varios ataques. «En abril tuve que enfrentarme a otro perro, que mató a una oveja y un cordero e hirió a tres más», recuerda. Tras ese incidente, pudo localizar al responsable y arreglar la situación con el dueño del animal. Sin embargo, semanas después, otro perro mordió a una oveja tan gravemente que fue necesario sacrificarla.
A pesar de haber denunciado los ataques ante la Guardia Civil, Vicent teme que no pueda continuar con la cría de ovejas. «De las 15 cabezas que tenía, ahora solo me quedan cinco. Si esto sigue así, tiraré la toalla, regalaré las que me quedan y me ahorraré más disgustos», confiesa, destacando que, tras una operación de corazón, no puede seguir soportando el estrés que le provocan estos ataques.
Su esposa Lina comparte el agotamiento. «Es aborrecedor, no podemos seguir así», afirma, añadiendo que han recibido insultos cuando intentaron advertir a personas que paseaban con perros sueltos cerca de su finca. «Mañana mismo voy a ofrecer las tres que me quedan sanas y el carnero al primero que las quiera», lamenta Vicent, dando a entender que está decidido a abandonar la cría de ovejas.
Este problema no es exclusivo de Can Vicent d’en Serra. Los constantes ataques de perros a los rebaños en Ibiza han llevado a muchos ganaderos a desistir en la cría de ovejas y cabras, contribuyendo a la notable disminución de la cabaña ovina y caprina en la isla. Actualmente, el censo de animales reproductores es de 4.221 ovejas y 1.388 cabras, una cifra significativamente inferior a la de hace una década, cuando había 6.254 ovejas reproductoras en Ibiza.
El Consell d’Eivissa ha puesto en marcha una línea de ayudas para compensar la pérdida de ganado debido a ataques de perros, ofreciendo 75 euros por cada animal muerto que sea repuesto. No obstante, para ganaderos como Vicent, esas ayudas no son suficientes para mitigar las dificultades y el desgaste emocional que enfrentan.