La avalancha de pateras llegadas a Baleares desde el pasado verano, y que se prevé que vaya a más en las próximas semanas, ha hecho estallar las alarmas en el archipiélago. Tanto como para que muchos teman que las Islas se conviertan en una réplica de Canarias, ahora que parece que la ruta entre Argelia y Baleares se ha consolidado, a pesar de que el ministro de Interior, Fernando Grande Marlaska, se niega a reconocerlo.
Hasta el momento, Ibiza no se ha visto especialmente afectada por esta situación, aunque los servicios para Menores sí están sobrepasados al tener que ocuparse de los menas que llegan a las costas ibicencas y de parte de los que arriban a Formentera, donde la situación es muy diferente. En Ibiza, el Consell ha tenido que activar nuevas plazas de acogida para los menores no acompañados. Plazas que tienen un coste para el ciudadano de entre 8.000 y 9.000 euros mensuales.
Ante estas cantidades, el responsable de Asuntos Sociales del Cabildo Insular de Lanzarote, Marci Acuña, se echa las manos a la cabeza. Con 160.000 habitantes, Lanzarote es una de las islas más afectadas por las llegadas de inmigración irregular a bordo de cayucos. Solo en un fin de semana de noviembre, recibió a unas 2.000 personas a bordo de 50 embarcaciones. «Un dato récord», según explica en su conversación con Periódico de Ibiza y Formentera.
En la actualidad, Lanzarote se ocupa de unos 200 menas, distribuidos en ocho centros. Habitualmente, la cifra oscila entre 120 y 140, pero hay momentos en los que se alcanzan los dos centenares. El Cabildo destina al cuidado de estos menores 3.000 euros por plaza. Un dinero que aporta el Gobierno canario, que «es el que tiene la competencia» y, por lo tanto, la tutela de estos chicos. La cifra puede subir hasta los 140 euros diarios. Algo que depende del número de menores que gestione cada centro. «No es lo mismo un centro con 300 plazas que otros más pequeños», apunta Acuña en este sentido, «cuanto más pequeño sea, más gasto».
«En España, en general, no se gasta, ni por asomo, lo mismo que en Ibiza», asegura Acuña, «a lo mejor lo hacen por incentivar al personal porque la verdad es que no hay profesionales para trabajar en estos centros. En Canarias es un servicio que está externalizado como allí. Y procuramos que haya mezcla de niños, es decir, hay menas pero también menores de Canarias. Esto nos ha ido siempre bien y no es un factor de conflicto. Se trata de integrar a estos menores y eso es algo que es bueno para todos. Nosotros no queremos segregar, así que lo que hacemos es integrarlos».
Sobre el seguimiento de estos chavales, el Cabildo de Lanzarote cuenta con «un equipo multidisciplinar que evalúa su evolución y la realidad es que se hace el mismo trabajo que con cualquier otro menor tutelado por la Administración».
Para Acuña, «el gran drama deseos chicos es que no se cumplen sus derechos fundamentales». Canarias acoge ahora mismo unos 6.000 menas. El Hierro, una isla similar a Formentera, «tutela más menas que toda Baleares». Y es que la más pequeña de las Islas Canarias, con unos 10.000 habitantes, cuenta con un centro de menores en el que se alojan ahora mismo unos 400 chavales. Una situación que desde el archipiélago se considera que es «imposible» de gestionar si lo que se pretende es ofrecer a estos chicos unas condiciones de vida dignas.
«Lo que reivindica Canarias», recuerda Marci Acuña al respecto, «es que esto no puede ser. La Ley de Extranjería y la Ley del Menor se plantearon cuando esta situación no existía. Se hicieron para una situación diferente y lo que reivindicamos es el cambio del artículo 35 de la Ley de Extranjería para que haya una distribución justa y equitativa de estos menores por todo el país».
El responsable insular de Bienestar Social de Lanzarote recuerda que la situación de la inmigración irregular en Canarias «se ha complicado mucho» desde la pandemia de COVID. «Año tras año se van superando las llegadas», añade, «Lanzarote tiene 160.000 habitantes y solo en un fin de semana han llegado 2.000 personas. Y el fenómeno ahora es que hay mucha gente esperando en Marruecos y Mauritania para salir. Vienen por oleadas, todo depende de las condiciones del mar y, cuando salen, lo hacen en avalancha».
Con respecto a la situación de los inmigrantes irregulares adultos, Acuña asegura que «es diferente» porque en todo el archipiélago suele haber unos 6.000 a la espera de ser trasladados a la Península: «No quieren estar en Canarias. Para ellos esto es una cárcel. Llegan y no saben realmente que están en unas islas. Y, cuando se enteran, se dan situaciones de crisis por la frustración porque ellos quieren ir realmente al continente».
Marci Acuña, finalmente, recuerda que Canarias lleva ya más de tres décadas bregando con el fenómeno de la inmigración irregular. «La primera patera llegó a Fuerteventura hace 30 años», evoca, «y desde entonces ha habido momentos de mucha tensión. En 2006 llegaron unas 6.000 personas, sobre todo a Tenerife. Salían de Senegal y de Gambia, principalmente. Esto provocó mucho revuelo a todos los niveles. Y desde entonces ha habido un flujo de llegadas más o menos constante. Pero desde 2020 la cosa se ha complicado mucho».