Un vecino de Vila denunció a Periódico de Ibiza y Formentera la situación en los alrededores de la pasarela que une Vila con Puig d’en Valls. «Hace dos meses que llamo al Consell para que vayan a cortar el pasto debajo del puente del Decathlon, frente al Mercadona, porque al dejar la hierba alta, se mete gente a vivir allí. Ahora hay unas seis personas durmiendo bajo el puente», advertía.
El mismo vecino califica de «vergüenza» el estado del entorno, debido a la presencia de excrementos y ratas «comiendo los restos de comida que dejan». Añade que evita pasar por allí: «Cuando tengo que cruzar con mi mujer, le digo que vayamos por otro sitio». También denuncia pintadas con aerosol, como una bandera de Palestina, sobre el cemento.
Foto: Toni P.
Durante la mañana de este martes, un operario desbrozaba la hierba que rodea el acceso a la pasarela desde el lado de Vila. A pocos metros de los montones de hierba cortada, una gran bolsa de basura reposa junto a uno de los pilares.
«Aquí echamos nuestra basura y, por la noche, la llevamos al contenedor», explica Abdelaziz mientras enfría un vaso de té pasándolo tres veces de vaso en vaso. Sobre el pilar de cemento hay pintada una bandera saharaui, acompañada de letras en árabe. «Pone «20 de marzo», que es una fecha simbólica para el Frente Polisario», aclara. Además de tres banderas de la República Árabe Saharaui Democrática, hay una cuarta de Palestina. «Palestina es un pueblo hermano, históricamente con el mismo problema que nosotros: ellos con Israel, nosotros con Marruecos. Por eso mostramos nuestra solidaridad», dice mientras ofrece un vaso de té recién preparado.
Rutina
«Esta es la cuarta temporada que estamos aquí», asegura el joven saharaui, acompañado por su compañero y compatriota Alí, que se prepara para empezar su jornada laboral. «Aquí vivimos cinco y todos tenemos trabajo, casi todos fregando platos en distintos restaurantes», explican. Junto a ellos están también Bachir, Ahmidna y Mohamed.
Foto: Toni P.
«Lo peor de todo es el ruido constante de los coches», lamenta Alí, mientras Abdelaziz responde con una sonrisa: «Ya es como una música de fondo, ni te enteras». En cuanto a la higiene, explican que se duchan cada día en el trabajo y que lavan la ropa en una lavandería. ¿Y las ratas? Abdelaziz señala la bolsa de basura: «Echamos allí todos los restos para que no vengan. Nunca nos han supuesto un problema».
Temporada
«Somos de Tinduf, vamos de campamento en campamento», bromea Abdelaziz antes de sacar su móvil del bolsillo y mostrar con orgullo una foto de su casa en el Sáhara: «Me la he podido construir gracias a lo que gano viniendo a trabajar cada verano. Allí no hay trabajo. Ya estoy casado y tengo un hijo pequeño». Desliza el dedo por la pantalla para enseñar una foto del pequeño Bahdir.
Con gesto más serio, también muestra imágenes de su uniforme militar: «En invierno soy voluntario en el Frente Polisario».
Recuerdos
Entre sorbos de té, mientras Alí se sube a la bicicleta para comenzar su jornada, Abdelaziz recuerda con nostalgia su primera visita a España: «Cuando tenía seis o siete años, igual que todos mis compañeros, nos traían cada verano con familias españolas. A mí me llevaban con Amparo y Antonio, a un pueblo de Benetússer, en Valencia».
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