El cielo está despejado y, en el horizonte, circulando por el carrer de Ibossim, que lleva hasta los muelles de es Botafoc del puerto de Ibiza, se vislumbra a la perfección el perfil de un enorme crucero que se alza, imponente, a la vista de todos. Se trata del Costa Toscana que con 337 metros de eslora, posee capacidad para un total de6.730 pasajeros en máxima ocupación además de 1.646 tripulantes. Pero esta embarcación no está sola sino que, a escasos metros, se amarra desde las doce y media de la mañana de este miércoles el MSC Grandiosa -desde su exterior se vislumbra, incluso, un parque acuático, con una eslora de 331 metros y una capacidad para 6,334 pasajeros y hasta 1.704 tripulantes. Es decir, más de 12.000 personas desembarcaron en un plazo inferior a dos horas en el puerto de Ibiza.
Esta cuasi repentina llegada masiva de gente generó una repercusión directa en la zona. Y es que los accesos por carretera se colapsaron ante el tráfico constante de autobuses discrecionales y taxis que se han desplazado hasta la zona para dar servicio a las millares de personas que han llegado esta mañana. Sin embargo, son tantas las personas que bajan de manera cuasi simultánea, que poco importa poco que haya tanta circulación de vehículos, para evitar que se formen grandes aglomeraciones en la estación.
Tráfico
Tan poco importaron en demasía que en la rotonda del Vuit d’Agost, poco antes de llegar al puerto, hubiera una serie de agentes de la Policía Local de Ibiza tratando de controlar la circulación. El volumen sobredimensionado de vehículos que se agoló en la zona provocó que la circulación fuera muy lenta, llegando a estar prácticamente parada para abandonar la zona de la estación.
Y estas aglomeraciones se produjeron teniendo en cuenta que no coincidieron ambos cruceros con la salida de ningún buque de línea regular ya que los dos con destino la ciudad de Valencia abandonaron la isla antes de las doce y media de la mañana y el barco con rumbo hacia Denia lo hizo poco después de las 11.00 horas. No fueron hasta última hora de la tarde que el último barco de línea, con destino a Palma, zarpó desde el puerto de Ibiza.
Esta situación afectó, como es lógico, a estos cruceristas. Poco después de las 13.00 horas, con la llegada del segundo de los cruceros, empezaron a dispersarse por todas partes, generando grandes hileras de gente allá donde fueran. Quienes tenían excursiones contratadas de antemano -una opción, por lo general, bastante más cara- y contaban con el servicio de autobuses discrecionales, son los que han podido salir de la estación antes.
Aglomeraciones
Sin embargo, quienes optaron por taxis o por autobuses de línea regular hicieron largas colas bajo un sol que, por mucho que agosto haya quedado atrás, sigue siendo abrasador en pleno mediodía. Las marquesinas se quedan cortas para la gran cantidad de gente que se acumule a la espera de marchar hacia un nuevo destino.
Otra de las opciones más populares es la de coger una embarcación que les lleva hasta el muelle del centro de la isla, en un viaje de apenas unos minutos. Sin embargo, esta opción también presentaba durante la mañana de este miércoles largas colas.
Los cruceristas
La primera imagen que obtienen estos cruceristas al llegar a la isla no es la mejor posible. La mayoría de quienes desembarcan del MSC Grandiosa son de origen italiano, puesto que este enorme buque realizó hasta tres paradas en las costas italianas. Sin embargo, también hay gente de origen nacional, como Alfonso y Marisol, un matrimonio proveniente de Sevilla que embarcó en Valencia y que viaja junto a sus tres hijas. El marido apunta que «hemos estado en Marsella, Palermo, Génova y Roma y en todos los destinos había sido rápido». «Es la primera vez que nos encontramos estas colas», exclama una de sus hijas. Después de más de media hora de espera, finalmente se suben a un taxi que les ha de llevar al mercadillo de Las Dalias, que visitarán antes de volver a Vila para conocer la ciudad y comer en la zona. Dentro de lo malo de la espera, señalan que al menos tienen tiempo «porque el crucero no sale hasta las once de la noche».
También de origen nacional, de Jérez de la Frontera, son Estrella y Ezequiel, una joven pareja que viaja junto a la madre de este, Isabel. Estos comparten exactamente la misma reflexión que el anterior grupo: «Otras veces ha ido todo mucho más rápido. Llevamos un buen rato esperando ya y tenemos el tiempo un poco justo». Y es que su intención es partir con el autobús de línea en dirección hacia alguna de las playas de la isla, aunque no tienen claro todavía cual.
Fueron muchos que, pese a las altas temperaturas, partieron a pie, para evitar esas aglomeraciones.
Con esto, más allá de las valoraciones respecto al impacto económico que tiene para la isla de Ibiza esta llegada masiva de turistas o los posibles efectos medioambientales que estos gigantes tienen en el medioambiente, cabe reflexionar sobre la isla y la ciudad de Ibiza están preparadas para acoger, en cuestión de un par de horas, un desembarco masivo como este.
Se estaba mejor con la platja des durus sin tanto cemento piedras diques y estacion cerrada pa las pateras.