En los últimos años, Ibiza y Formentera han visto un aumento de embarcaciones procedentes de Argelia, un flujo que hasta hace poco permanecía casi invisible para las administraciones. Helena Maleno, fundadora de Caminando Fronteras, lleva más de una década trabajando en la defensa de los derechos humanos en las fronteras occidentales euroafricanas. Durante su visita a las islas, Maleno analiza los cambios en los perfiles de quienes llegan, los desafíos para su protección y cómo los conflictos bélicos y la política internacional influyen directamente en los flujos migratorios.
— Helena, viene a Ibiza y Formentera para hablar de la ruta migratoria argelina. ¿Qué le ha llevado a centrar su atención en las Pitiusas en este momento?
— Llevamos tiempo trabajando con nuestro observatorio de derechos humanos en la frontera occidental euroafricana, que incluye todas las rutas migratorias desde África hacia España. Desde 2020 vimos que la ruta desde Argelia empezaba a activarse, sobre todo con trayectos más cortos hacia Almería o Murcia. A partir de 2023, nuestros datos mostraban un aumento significativo de personas migrantes hacia las islas Baleares, lo que nos llevó a poner el foco aquí. Nos preocupaba la invisibilización de esta ruta, porque cuando no se visibiliza, no se pueden analizar bien las condiciones de las personas ni asignar los recursos necesarios.
— ¿Y por qué se está produciendo este cambio en los perfiles de migrantes?
— Muchas personas huyen de conflictos y persecuciones. Por ejemplo, en Túnez se ha perseguido y violentado a la población negra, empujándola a buscar rutas de salida a través de Argelia. Cuando no pueden regresar a su país ni encontrar seguridad en tránsito, buscan cualquier lugar que les ofrezca una vía de escape.
— Estos días se va a reunir con responsables de Bienestar Social y con equipos que trabajan directamente con menores. ¿Qué espera de estos encuentros?
— Esperamos reforzar la cooperación con las instituciones a través de la sociedad civil. Nuestro trabajo aporta análisis y datos que ayudan a las administraciones a intervenir de manera más efectiva, especialmente en la protección de la infancia y en la búsqueda de familias de personas migrantes. Los recursos son insuficientes y los perfiles de los menores presentan vulnerabilidades crecientes, con violaciones de derechos humanos y necesidades de atención integral.
— También visitará los cementerios donde reposan personas migrantes sin identificar. ¿Cómo se vive ese momento?
— Es muy impactante. Muchas familias no saben si sus seres queridos están vivos o muertos y algunas incluso pagan a redes que les dicen que sus familiares están detenidos o vivos en algún lugar, cuando en realidad han fallecido. He visto esto en España y en Argelia, y es devastador. Recuerdo un encuentro organizado por Paco Lobatón, con familias de desaparecidos como el abuelo de Marta del Castillo o la madre de Marta Calvo. Todos compartían un dolor muy parecido. Es importante visibilizar estas situaciones y trabajar para que las tumbas sin nombre puedan ser identificadas, y que las familias puedan cerrar un duelo que de otro modo nunca termina.
— Cuando hablamos de la ruta argelina, muchas veces no se conoce lo que ocurre realmente. ¿Cómo describiría esta ruta?
— La ruta presenta graves riesgos: expulsiones, persecución y discriminación son constantes. Las condiciones de salida son deficitarias y muchas personas emprenden el viaje incluso con mal tiempo porque huyen de situaciones extremas en sus países de origen. Las mujeres sufren violencia sexual y trata con fines de explotación, y muchas llegan embarazadas o con bebés, lo que aumenta su vulnerabilidad. Es fundamental que la ciudadanía y las administraciones comprendan la situación real y salgan del marco de discursos de odio para hablar de solidaridad y derechos humanos.
— ¿Qué dificultades enfrentan las familias cuando alguien desaparece en el mar?
— El impacto es terrible. Carecen de reconocimiento oficial, de información y a menudo de recursos para buscar a sus seres queridos, lo que genera un duelo que no termina nunca.El dolor de una desaparición es universal.
— ¿Cuál es el papel de Caminando Fronteras en estos momentos?
— Defendemos derechos humanos en las fronteras y en los trayectos migratorios, desde garantizar acceso a salud y vacunas a mujeres y niños hasta coordinar rescates en el mar. Trabajamos para que las familias reciban información fiable sobre sus seres queridos y para que las desapariciones sean registradas y visibilizadas.
— Con los conflictos bélicos en Ucrania, Palestina o Siria, la migración vuelve a ser un tema central. ¿Qué lectura hace de este momento?
— Es un momento de gran incertidumbre global que se está respondiendo más con odio que con soluciones reales. Trump en el gobierno de Estados Unidos refuerza la negación del sistema de derechos humanos y lo vemos también en Palestina, con un genocidio que la comunidad internacional no detiene. Se utiliza perversamente a las personas migrantes para romper consensos, mientras las empresas de armamento hacen un doble negocio: participan en los conflictos y después invierten en el control securitario de fronteras, incluso con tecnología israelí que también llega a África y Europa. En este contexto, Europa está perdiendo influencia porque se alinea con discursos deshumanizadores, cuando debería estar defendiendo una agenda de derechos humanos, solidaridad y protección de la infancia y las familias. La ciudadanía, sin embargo, está mostrando que quiere otro tipo de respuestas, como hemos visto en la Vuelta Ciclista a España, donde la gente se ha posicionado claramente por la defensa de esos valores.
— Estas islas suelen asociarse con el turismo, pero también han recibido llegadas en patera. ¿Cómo valora la situación aquí en comparación con otros puntos de llegada?
—Las islas enfrentan desafíos específicos por el espacio y los recursos limitados, agravados por la temporada turística y la falta de vivienda asequible. Esto afecta la capacidad de los servicios para atender a quienes llegan y requiere intervenciones con garantías legales y recursos adecuados.
— ¿Qué obstáculos ha identificado en la atención a las personas migrantes y qué buenas prácticas podrían servir de ejemplo?
—El principal problema es la falta de recursos y de espacio real en unas islas donde ya hay una crisis de vivienda que afecta incluso a médicos y trabajadores sociales, que no pueden vivir aquí. Además, los datos que maneja el Estado y los que manejan las instituciones locales son distintos, lo que dificulta la coordinación. Lo que hace falta es garantizar los protocolos desde la llegada y que haya más recursos y una intervención con las mismas garantías que en el resto del Estado.
— ¿Qué le gustaría que la ciudadanía comprendiera sobre la migración y su labor?
—Sería un sueño, una utopía, poder identificar todas esas tumbas sin nombre que hay en vuestro territorio. Nuestro trabajo busca que las familias tengan respuestas, que sepan si sus seres queridos están vivos o muertos, y que los derechos básicos de las personas migrantes sean respetados. Queremos que se comprenda que detrás de cada llegada hay vidas humanas, y que la solidaridad y la protección no son solo palabras, sino obligaciones concretas que todos debemos garantizar.
A ver cuanto dinero roba esta señora con sus tontearías . las cuentas de todas estas presuntas ONG tienen que ser publicas , viven de los impuestos que los tontos seguimos pagando y encima no pagan impuestos . VERGUENZA