En su segundo año como taxista estacional, un profesional del volante en Ibiza vivió este miércoles de madrugada un terrible episodio en el que un cliente, fuera de sí, le llegó a amenazar de muerte. El conductor, sin embargo, quiso hacer público lo sucedido para dar a conocer lo peligroso de su profesión y la indefensión que, en ocasiones, sufre su colectivo cuando intenta denunciar determinados hechos, algo que él vivió en sus propias carnes.
Todo comenzó este miércoles de madrugada cuando, según relata este profesional en declaraciones a Periódico de Ibiza y Formentera, recogió a dos turistas que salían de una conocida discoteca ibicenca. Una colega había rechazado la carrera al ver el estado de estos hombres, dos belgas que justo habían llegado el martes a la isla.
Estos sujetos pidieron al taxista que les llevara a Sant Agustí, aunque no le llegaron a especificar el lugar de destino. Mientras uno de ellos se sentó en el asiento del copiloto, el otro se quedó en la parte trasera del vehículo entrando en un profundo sueño nada más comenzar el viaje.
«Todo fue más o menos bien hasta que nos acercamos a Sant Antoni y les pedí la ubicación del lugar de destino porque no me lo habían especificado. Al ver que su amigo se había dormido en la parte de atrás, el que iba delante comenzó a estar paranoico y a preguntar los motivos por los cuales su compañero se había dormido. También me dijo que eran un grupo de 50 belgas», relató el taxista, quien explicó cómo el turista le aseguró que nunca toman drogas y que, posiblemente, alguien les había dado alguna sustancia sin éstos saberlo.
Al toparse con un accidente que se había producido en el desvío de Can Tomàs, el ocupante del taxi se desató de repente el cinturón de seguridad. Durante el trayecto, el taxista le tuvo que pedir en varias ocasiones que se lo abrochara.
Pero, sin duda, lo más llamativo es cuando el belga comenzó a afirmar que había sido el taxista quien les había drogado, iniciándose entonces una situación de lo más surrealista, aunque «yo no sentía tensión porque esto es lo de cada día», reconoció el conductor.
Drogado
«El tipo me acusó de que yo les había drogado. Ya se puso paranoico y me comenzó a decir que quería ir a la Policía, así que me dirigí hacia el cuartel de la Guardia Civil de ses Païsses. Yo no sé qué había tomado esta gente, pero era como si cada cinco minutos se les borrara la memoria», recordó. En esas circunstancias, el taxista pensó que ir al cuartel era lo mejor. Justo antes de llegar, el hombre le espetó: «si paras el taxi, te mato».
«No lo recordaba, aunque cuando colgué el vídeo en nuestro grupo de emergencias, mis compañeros me alertaron sobre la amenaza», señaló el conductor, quien explicó que los taxis suelen llevar por seguridad un sistema de cámaras.
A punto de llegar al cuartelillo, el belga volvió a desabrocharse el cinturón y trató de abalanzarse sobre el taxista, con quien forcejeó mientras éste seguía al volante. «Me amenazó y allí directamente me intentó matar, tratando de ahogarme al hacerme una llave en el cuello y tirándome del pelo. Al llegar, pude salir del coche y ya vino un agente», recordó.
A todo esto, el otro belga seguía durmiendo en el asiento de atrás.
Sin embargo, lo que más indigna al taxista no es lo sucedido con este problemático cliente, sino que «la Guardia Civil no hizo nada». Al no haber un parte de lesiones, le recomendaron no interponer una denuncia «porque era una pérdida de tiempo».
En el cuartelillo, el taxista exigió a los belgas que le pagaran la carrera, poco más de 30 euros. «Eso fue otra odisea porque tampoco me daban el dinero y los agentes me dijeron que me conformara si me daban 20 euros».
«Es indignante», concluyó este taxista, quien continuó con su jornada tras una carrera de auténtica pesadilla y lamentó que los belgas se fueran como si nada hubiera pasado.
MariaPor eso mismo, la mejor solución es la que yo digo. Quedar con tres o cuatro en el destino del tío y darle la del pulpo.