La cena de Nochebuena organizada por Cáritas Sant Antoni volvió a convertirse este martes en un espacio de encuentro y compañía para personas que, por distintos motivos, afrontan estas fechas en soledad. A los usuarios habituales de la entidad se sumaron otras personas a las que Cáritas acompaña durante el año y que, en esta ocasión, fueron invitadas expresamente para no pasar la noche del 24 de diciembre solas.
La jornada tuvo un carácter especial también en lo organizativo. Si habitualmente son dos los voluntarios que atienden el servicio, en esta ocasión fueron seis las personas implicadas directamente en la cena: Mariano, Veni —encargado de la cocina—, Ricardo, Eugenia y Viviane, con la colaboración de Teresa, responsable de seguridad. Un refuerzo necesario para atender a un mayor número de comensales y garantizar un ambiente cercano y distendido.
Entre los asistentes se encontraba Miguel, de origen dominicano, que vivía por primera vez una Nochebuena en Cáritas Sant Antoni. «Es la primera Nochebuena que paso aquí, me hace ilusión juntarme con los demás usuarios que hace tiempo que no coincidimos a la vez, es bonito juntarnos todos», explicaba poco antes de sentarse a la mesa.
«Llevaba dos años sin venir, aquí cenamos «en familia»
Para otros, la cita ya forma parte de su particular calendario navideño. Es el caso de Emma, vecina de Ibiza, que lleva varios años participando en esta cena. «Es una cena muy familiar, nos juntamos todos, cantamos, bailamos y nos dejamos llevar», comentaba, destacando el ambiente relajado que se genera cada año. Tomás, también de Ibiza, regresaba tras un tiempo sin acudir: «Llevaba dos años sin venir, aquí cenamos «en familia».
El menú, preparado con especial cuidado, contribuyó a reforzar ese carácter festivo. La cena comenzó con entrantes a base de quesos, boquerones y alioli, para continuar con una crema de calabaza y coco como primer plato y un suquet de rape con marisco como plato principal, pensado para estar a la altura de una noche tan señalada.
Más allá de la comida, la velada estuvo marcada por los pequeños gestos y las tradiciones que se repiten año tras año. Mariano, uno de los voluntarios, conoce bien ese espíritu. «Llevo diez años como voluntario, después de estar dos como usuario, y es una noche muy especial. Siempre me disfrazo de Papá Noel», explicaba, subrayando el valor simbólico de esta cita.
Desde el ámbito profesional, la trabajadora social de Cáritas Sant Antoni, Sílvia, destacaba el sentido de la iniciativa. «Cada año invitamos a usuarios de otros servicios que sabemos que pasarán la noche solos. Algunos se disfrazan, pasan una noche más distendida y a los nuevos siempre les sorprende que les demos los regalitos», señalaba. Entre esos detalles, pequeños obsequios pensados para el día a día: «Solemos regalarles camisetas térmicas, linternas o cualquier cosa que les vaya bien teniendo en cuenta sus circunstancias».
La cena de Nochebuena de Cáritas Sant Antoni volvió así a cumplir su objetivo principal: ofrecer compañía, cercanía y un espacio compartido a quienes más lo necesitan, recordando que la Navidad también se construye desde lo cotidiano y lo colectivo.