Buscado por la familia de los Corleone en la década de los ochenta, más de noventa bajas entre sus filas en una guerra de mafias que ha causado más de 1.600 muertos y enfrentado solo contra las familias de los míticos Salvatore Riina, Caetano Badalanetti o Tomasso Buscetta. Es la historia de Giovanni Greco, jefe de uno de los clanes más sanguinarios de Sicilia y que fue descubierto en Eivissa después de refugiarse en la isla, esperando la oportunidad de volver a controlar la Cosa Nostra. Años antes había logrado burlar a la policía italiana, a la suiza y a la española.
Greco, ahora preso de nuevo por la Audiencia Nacional después de que lograra hace unas semanas su libertad y se instalara en el partido judicial de Manacor, nunca dio pistas de lo que ocultaba cuando llegó a Eivissa. Sólo tras su fuerte personalidad se podía vislumbrar que este vecino de Santa Gertrudis, que vivía con su mujer y sus tres hijos, no era un simple pescador.
Domingo, el nombre por el que se hacía llamar logró un puesto de trabajo en el «Hermanos Ros», un pesquero de Sant Antoni. Lejos de ser un mero grumete, Giovanni Greco demostró sus dotes pesqueras.
El presunto mafioso ya estaba siendo entonces buscado por las autoridades italianas. Sobre él pesaba una condena de 27 años y ocho meses por homicidio y conspiración mafiosa.