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Condenado un italiano que atracó un banco y un 'súper' y robó en dos tiendas de Eivissa

El ladrón, un toxicómano que cumplirá una pena de más de dos años de cárcel, iba armado con un cuchillo

El ladrón, tras entrar en dos tiendas de la calle Aragón quiso robar en esta entidad bancaria. Foto: M. FERRER.

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Dos años y medio de cárcel. Esta es la pena que ha aceptado cumplir un toxicómano italiano que el pasado verano robó en dos establecimientos de Eivissa y seguidamente intentó atracar con un cuchillo de cocina una sucursal de la «Banca March» en una cadena de acciones que concluyó en un supermercado contiguo a la entidad, donde se apoderó de más de 100.000 pesetas tras amenazar a una cajera. En este sitio hirió a un responsable que le hizo frente.

Daniele Caruso, un joven de 26 años que el pasado mes de agosto se hallaba de vacaciones en la isla, cumplirá esta pena tras ser juzgado ante la responsable del juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa después de llegar a una sentencia de conformidad entre las partes. El fiscal pidió que le recayera esta pena después de que tuviera en cuenta el nivel de toxicomanía del acusado y su estado probado de trastorno mental.

El sospechoso, detenido por la policía poco después de que ocurriera todo en la mañana de 17 de agosto, se enfrentaba al concluir la instrucción de la causa a cerca de cinco años de prisión, condena que se le solicitaba contando con su adición a la cocaína y a la anfetamina, entre otras sustancias. Daniele Caruso, en un estado de desesperación y con sus facultades mentales alteradas por su toxicomanía, entró primero en la papelería «Carlin» de la calle Aragón, establecimiento donde se llevó material por valor inferior a mil pesetas.

La misma mañana del día 17 de agosto irrumpió luego en «Disckont Stock», un comercio de la citada calle donde en un descuido sustrajo tres zapatillas deportivas. El ladrón se trasladó luego a la calle Extremadura donde poco antes del mediodía y armado con un cuchillo de 21 centímetros accedió a una sucursal de la Banca March. Una de la empleadas de la oficina sintió la hoja de este arma en su espalda, colocada en esta parte del cuerpo a la vez que le pedía dinero. La llegada de un interventor puso en fuga al asaltante.

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